Había una vez un gran rey que tenía una única hija. La princesa era noble y justa, y cuando creció, el rey buscó un hombre joven merecedor para que fuese el esposo de su hija. Muchos duques y príncipes cortejaron a la princesa real, pero ella los rechazó uno detrás de otro. "Éste es un glotón," decía, y a "ese le gusta demasiado el vino." El rey se impacientó y juró que el próximo joven que llegase a las puertas del palacio sería el marido de la princesa.
Sucedió que el siguiente hombre que llegó a las puertas del palacio era un simple campesino. Pero fiel a su palabra, el Rey casó a su hija con el campesino. El novio llevó a la novia a su pueblo, donde estableció su hogar. Para el campesino, la princesa era simplemente una esposa y la trataba como siempre pensó que trataría a su esposa. Ella trabajaba duro, hasta que su bonita cara y sus manos estaban ásperas del trabajo. Los pobladores con frecuencia se burlaban de ella y la insultaban.
La pobre princesa era muy infeliz. Le empezó a escribir a su padre todos los días, quejándose amargamente. El rey se sintió mal por su amada hija, y le avisó que cierto día llegaría a visitarla. Se extendieron las noticias pronto en todo el pueblo de que el rey iba a venir a visitar a su hija, y hubo gran revuelo. Todos llegaron a la casa del yerno del rey para ayudarle a restregar y limpiar el lugar y a adornarlo. La hija del rey era ahora tratada con gran respeto. ¡No más trabajos sucios para ella! Se le dio un tratamiento de belleza y se le vistió con finas ropas. Todos eran muy amistosos y respetuosos con ella.
Llegó el momento en el que entró el heraldo del rey corriendo al pueblo, trayendo las noticias de que el rey venía de camino y se aproximaba al pueblo. Todos aparecieron para saludar al rey. "¡Viva el Rey!" "¡Viva la Princesa!" gritaban, al acompañar al rey y a su hija en el pueblo adornado e iluminado. El rey entró a la casa de su yerno y la encontró limpia y sin mancha, adornada con colgaduras y flores.
Vio el gran honor y respeto del que su hija disfrutaba y estaba complacido. Se preguntó por qué su hija había estado enviándole cartas tan alarmantes. El padre y la hija pasaron un feliz día juntos y el rey se preparó para partir. La princesa abrazó a su padre y lloró amargamente. "Oh, padre, querido padre, ¡no me dejes aquí! ¡Llévame contigo! Por favor, ¡llévame de vuelta a casa!"
"Pero querida hija," el rey replicó, "pareces feliz aquí; por la manera con la que todos te tratan, ninguna princesa ha disfrutado tanto honor y afecto."
"Oh, querido padre," lloró la princesa, “todo ese honor y afecto que me mostraron hoy era para tu beneficio. Oyeron que venías, por lo que armaron un gran revuelo conmigo. Apenas te vayas, volverán a tratarme como antes, insultándome y haciéndome infeliz."
El rey llamó a su yerno a su lado y le preguntó, "¿Es esa la manera de tratar a mi hija? ¿No sabéis que es una princesa?"
Los ojos del marido se llenaron de lágrimas, al replicar, "Su Majestad, sé que es una princesa, ¿pero qué puedo hacer? Soy un hombre pobre y trabajo muy duro para vivir. No puedo darle la clase de vida que ella realmente se merece. Además, vivo en un pueblo entre gente llena de maldad y de envidia. No aprecian las cualidades de tu hija, y aprovechan toda oportunidad para insultarla. Pero tu eres un gran rey. Ya que considerase conveniente tomarme como a tu yerno, ¡sácame de aquí! ¡Eleva mi posición! Dame una propiedad adecuada para tu hija y el yerno del rey, y entonces podré darle a tu hija la clase de vida que ella realmente merezca…!"
El Rey de Reyes, el Santo, Bendito sea, quería darle su hija —la Torá— a Adán, el primer hombre, quien D-os creó con Sus propias manos. Pero la Torá dijo, "Es un glotón; comió del Árbol del Conocimiento a pesar de tu orden expresa de que no lo hicieras." Entonces D-os quería darle la Torá a Noé, y la Torá dijo, "Le gusta demasiado el vino; ¿no plantó él un viñedo y se emborrachó?" Finalmente D-os le dio a Torá a los hijos de Israel, a quienes acaba de liberar de la esclavitud en Egipcio.
Durante todo el año la Torá es con frecuencia descuidada y hasta avergonzada. Cada día la Torá le envía un mensaje al rey, quejándose del tratamiento que se le da, como está escrito: Cada día una voz celestial clama, ¡“Desdichadas las criaturas por avergonzar a la Torá!”
Luego vienen los mensajeros del rey a anunciar la llegada del rey -son los días de Elul que anuncian la llegada de Rosh Hashaná. Luego despertamos y empiezan los fervientes preparativos; rezamos y aprendemos y recitamos Salmos, como nunca antes. Rosh Hashaná no nos encuentra sin preparación. Escuchamos el shofar y recibimos al Rey de Reyes. D-os está entre nosotros, y disfrutamos de Su luz Divina, y nuestros corazones están llenos con la cercanía de D-os, con reverencia y amor por Su Divina Majestad.
Iom Kipur llega y D-os encuentra a los judíos arrepintiéndose, puros y santos, como ángeles. Pero después de que neilá acaba y se hace sonar el shofar para anunciar la partida de la shejiná, la Torá empieza a llorar, "¡Padre, padre, no me dejes! Llévame contigo, porque pronto me quitarán toda la gloria y olvidarán quien soy, y ¡me volverán a tratar mal!"
Entonces D-os le dice a Su pueblo, "¿Es esa la manera de tratar a mi hija? ¿No sabéis que la Torá es una princesa Divina?" Y el pueblo judío contesta: "¡Señor del Universo! Sabemos sobre la grandeza de la Torá. ¿Pero qué podemos hacer? Vivimos en la pobreza y no tenemos un hogar adecuado. Vivimos entre las naciones del mundo, quienes no quieren saber sobre la Torá. ¡Así que sácanos de aquí; llévanos de vuelta a nuestra tierra santa, ya que todo el mundo es tuyo; devuélvenos nuestra tierra santa como una herencia y podremos mantener a la Torá en la gloria! "
Por eso rezamos, inmediatamente después de que se toca el shofar en la noche de Iom Kipur, "El próximo año en Jerusalén, por medio de nuestro Justo Mesías, y allí Te serviremos como en la antigüedad!"
La princesa Shalom
Hoy acabamos el servicio de Yom Kipur,todo estuvo lleno de Su Gloria, pero al salir me senti con una profunda tristeza, sentía que estaba tan sola,y no he parado de llorar, desidí encontrar respuesta en sus páginasy me siento identificada con esta esnseñanza, creo es parte de la respuesta a este sentimiento de dolor que he experimentado .Shalom