Cuando los Judíos acamparon a lo largo del borde de Moav, muchos fueron desviados por las Moabitas y se tornaron tras sus ídolos.
Zimrí, el líder de la tribu de Shimón, peco en público, dando un terrible ejemplo. Entonces Di-s envió una plaga y 24.000 personas murieron.
Entre toda esta confusión y tragedia, un hombre, Pinjás, el nieto de Aharón, se paró y actuó. Se apresuró hacia Zimrí y, rápidamente, lo mató a él y a la persona con quien había pecado.
Pero: ¿Dónde estaban los demás? ¿Dónde estaban los setenta ancianos que estudiaban Torá junto a Moshe? ¿Dónde estaban Elazar e Itamar los hijos de Aharón que fueron personalmente instruidos por Moshe? ¿Dónde Moshe mismo? ¿Por qué ninguno de estos líderes apareció para llevar a cabo lo que la halajá - ley judía - dice que debe ser hecho cuando una persona hace lo que Zimrí hizo?
Ellos estaban todos ahí, sin embargo fue Pinjás, el más joven de todos ellos, que estudió Torá de Moshe junto al resto del Pueblo Judío quien prestó atención a la halajá.
La acción de Pinjás nos enseña una importante lección.
Si hay algo que la halajá dice que debe ser hecho, debemos actuar, aún si personas más grandes, más sabias y con más experiencia no dicen nada.
¡Quizás, la razón misma por la que los otros guardan silencio es para que actuemos! Quizás esa acción en particular es la misión que HaShem preparó para que seamos enfrentados con la oportunidad de cumplir.
Así como Pinjás, que no se ocultó y se preguntó: ¿Por qué nadie está haciendo lo que hay que hacer? ¿Acaso no conocen la halajá ellos mismo? - nosotros debemos ir adelante y actuar.
HaShem premió a Pinjás por sus acciones. A pesar de ser el nieto de Aharón, solamente ahora le fue entregada la kehuná - el sacerdocio - para él y para sus descendientes.
Rashi explica que esa misma fue la razón por la que Moshe guardó silencio sobre la halajá que Pinjás cumplió - para que él gane la posición de Cohen que era su misión en este mundo.
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