Soy un judío dos veces al año. Está bien. Soy un judío de tiempo completo, pero dos veces al año voy a la sinagoga. Cuando era pequeño estaba acostumbrado a ir cada fin de semana. Pero luego, cuando cumplí los 14, le dije a mi papá que quería quedarme en casa para ver los partidos de fútbol. Además, ¿quién necesita de la sinagoga cuando eres el centro del mundo y planificas vivir para siempre? Ahora tengo 35 años y todavía pienso que soy el centro del mundo, pero no estoy convencido de que viviré para siempre. El pelo, se me empieza a caer, tengo molestias en el estómago. Necesito un seguro de vida, por lo tanto voy a la sinagoga dos veces al año en Rosh Hashaná y en Iom Kipur.
Llego tarde a propósito. Me siento atrás y evito hacer contacto visual con el Rabino. En Iom Kipur ayuno hasta que siento hambre (alrededor del mediodía). Generalmente salgo antes de las bendiciones finales, y siempre llevo mi equipaje.
Mi equipaje, ¡ah, lo amo! Lo tengo desde que era niño y nunca he entrado a la sinagoga sin él. ¿Cuál equipaje? Mis nociones preconcebidas, mis prejuicios y otros filtros mezclados a través de los cuales observo los rezos. Estos prejuicios no sólo alivian la culpa de no ir a la sinagoga más a menudo, me hacen más fácil ignorar los ruegos y las donaciones.
Cada pieza de equipaje tiene su propio encanto, como por ejemplo: “estas leyes fueron escritas hace miles de años y tienen poca relevancia en nuestros días” y luego “La gente se vuelve santa en las festividades, pero el resto del año hacen lo que les place”. Otra: “¿por qué siempre terminan hablando de dinero?”, y por supuesto: “¿por qué leen tanto en hebreo?”
He coleccionado maletas a través de los años y debo de tener un set de 48 piezas, como los sentimientos de privación que acarreo desde los años que asistía a la sinagoga.
Mientras el resto de los chicos comía helados, allí estaba yo sentado con un caluroso traje de poliéster en una casa rodante al sur de Miami, durante tres horas en los rezos matutinos del sábado. ¿Por qué mi bar mitzvá ortodoxa fue un Shabat? Tampoco actuó un conjunto musical en mi fiesta.
También hubo un factor importante en mi bar mitzvá: realicé todo el rezo del principio hasta el fin, incluyendo la larga porción de la Torá. Fue un día de gran orgullo, pero cuando terminó, solo quería hacer lo que otros niños de mi edad hacían. Cuando tuve 20, fui invitado a un Séder de Pésaj. En determinado momento, el conductor del Séder se dirigió a los asistentes para decirles que los judíos no practicantes eran los peores pecadores de todos, porque ellos tendrían que saber más. Tomé mi culpa y mi rabia de esa experiencia y me creé un baúl enorme con ruedas. Así que por aquí ando a los 35 años. Tantas maletas, tan poca religión organizada. ¡Qué perfecto! ¡Qué conveniente y qué problemático!
Hace dos meses -con la ayuda de discusiones nocturnas y profundas con mi esposa- llegué a una conclusión: todo ese equipaje realmente no me estaba protegiendo. Sólo me pesaba y me mantenía separado de cualquier experiencia potencial auténtica.
Mi conciencia solo me hacía sentir lo “correcto”, pero no feliz. Mis razonamientos me empezaron a sonar vacíos. Mis juicios se estaban interponiendo en el camino de algo que mi alma ansiaba hacía más de 20 años: una conexión directa con D-os.
Por primera vez en años, entré a la sinagoga con nada más que un corazón abierto. Y para mi disfrute, sentí la respuesta inmediata de D-os y su danza en el espacio abierto que yo había creado para Él. Y de repente, recordé otro sentimiento que tuve mientras estaba sentado en aquella calurosa casa rodante con mis padres y mi hermano los sábados por la mañana: la alegría total.
Mi esposa y yo volvimos al sábado siguiente y el sábado después. Ahora estoy ansioso anticipando mis primeras festividades de adulto, sin equipaje. Y usted, ¿qué traerá a la sinagoga este año?
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