Un hombre sabio dijo una vez que la pregunta más difícil de responder es una pregunta que tiene una respuesta simple.

Porque una respuesta simple es el tipo de respuesta más difícil de aceptar. Una respuesta simple parece un insulto a nuestra inteligencia, una luz a nuestro dilema. Pero a menudo la pregunta más profunda o el problema más urgente tienen una solución simple.

¿Con quién deberías casarte? A menos que seas la cabeza de una superpotencia en un momento de crisis global, ninguna otra decisión que hagas durante el curso de tu vida te afectará profunda e irrevocablemente (para bien o para mal) como ésta. Y ninguna otra decisión se tomará bajo circunstancias de tanta presión, y bajo percepciones subjetivas, como ésta.

¿Qué dice la Torá, la cual los judíos aceptamos como el "plano de la creación" de Di-s y una guía para nuestra propia vida, sobre qué buscar en la persona que estás considerando aceptar como tu compañero o compañera en la vida? Algo muy simple.

El primer matrimonio que leemos en la Torá es el matrimonio de Adán y Javá. El suyo, claro, era el mejor matrimonio, "hecho a medida": El propio Di-s creó a la novia y se la presentó al novio. Cuando Adán dijo a Javá "tú eres la única mujer en el mundo para mí", ella supo que ¡él estaba diciendo la verdad! Hay un mensaje aquí sobre cómo considerar al cónyuge una vez casado, pero no muchas pistas sobre cómo seleccionar a un marido o a una esposa.

El segundo matrimonio descrito en la Torá tuvo lugar dos mil años más tarde —el matrimonio de Isaac y Rivka. ¡Vaya selección que había que hacer! Había que buscar una novia para Isaac. Abraham decidió no enviar a su hijo a hacer la elección él mismo, sino enviar a su sirviente de confianza, Eliezer.

Eliezer cargó diez camellos de su amo con obsequios y regalos (una generosa dote nunca viene mal) y viajó a la vieja ciudad natal de Abraham, Jarán (tampoco las buenas conexiones familiares vienen nada mal...). Luego oró (eso siempre ayuda). Y por último puso su plan en acción.

Esperó en el aljibe del pueblo. Estaba atardeciendo y las mujeres jóvenes del pueblo vinieron a buscar agua. Su plan era éste: él le pediría un poco de agua a una "doncella" de su cántaro. Si ella respondiera "Búsquesela usted mismo"; definitivamente no era la indicada. Si dijera "Por favor, bebé hasta hartarte"; estaría mejor, pero no para lo que estamos buscando. Si contestara, "Beba, mi señor, y le daré a los camellos también de beber" (así es como se hablaba en tiempos bíblicos)--ella sería la elegida.

Cantidad de comentarios se han escrito sobre la historia de Rivka en el aljibe. Muchas visiones profundas han surgido de los 67 versículos de la Torá que narra la misión de Eliezer. Pero una joya de respuesta brilla a través de todos ellos con prístina simpleza: cásate con alguien de buen corazón.