Nunca conté esto a nadie, pero estoy enamorado de alguien… un amor espiritual. Sí, leíste bien. Es alguien cuya fuerza y convicción espiritual siempre admiré profundamente, alguien cuyo camino, luchas y logros me inspiraron mucho. Se llama Rabino Sholom Ber Lipskar —un hombre fuera de serie— y acaba de fallecer.
Por más raro que parezca, probablemente ni se acordaba de que yo existía, pero tuvo un impacto enorme en mi vida.
La primera vez que influyó en mí, la verdad es que no me puso contento. Yo tenía once años. Mis padres —shlujim en Uruguay— fueron invitados por el rabino Lipskar a hablar en su sinagoga de Bal Harbour, Florida, en un Shabatón para hispanohablantes. Nos dejaron (en manos muy responsables, ojo) durante una semana, y los extrañé un montón. Estaba furioso. Me juré que algún día iba a decirle al rabino Lipskar lo enojado que estaba.
Tres años más tarde: ya era un adolescente por irme a la ieshivá de Jabad en Detroit. Antes del viaje, pasamos un Shabat en lo del rabino Lipskar en Bal Harbour. Para ese entonces, ya ni me acordaba de mi bronca anterior, y como invitados, nos recibieron con una calidez y una atención que me marcaron.
Pero hay un momento de esa seudá de Shabat que nunca me voy a olvidar. Después de un día largo y movido en la sinagoga, el rabino Lipskar, con cara de cansado, nos dio la bienvenida a su mesa. Dijo que, en su casa, cada invitado tenía que aportar algo a la comida: una canción, un dvar Torá o una hajlatá (una resolución personal para mejorar en una mitzvá).
Se me paró el corazón. Era muy tímido y solo quería que me tragara la tierra. Cuando llegó mi turno, me miró con ternura y me dijo: «Nu, Moishe, ¿qué querés compartir vos?».
Desesperado, elegí la opción de la hajlatá.
—¿Y cuál es tu hajlatá? —me preguntó.
Le dije la verdad: "No tengo. ¿Tenés alguna para recomendarme?"
Hizo una pausa, y después me preguntó: “¿Alguna vez hiciste Sh'neiim Mikrá veEjad Targum (שְׁנַיִם מִקְרָא וְאֶחָד תַּרְגּוּם)?” Me explicó: Dos veces en hebreo (Mikrá): leer cada aliá de la parashá dos veces. Una vez en arameo (Targum): leer la sección correspondiente en Targum Onkelos.
Había escuchado de eso, pero nunca lo había hecho. Me sugirió que me comprometiera a hacerlo durante el año siguiente. Me llamó la atención, acepté… y lo seguí haciendo por más de tres años.
Esa pequeña sugerencia me cambió todo. Durante años, cada vez que necesitaba tener paciencia con alguien que no me devolvía nada, pensaba en cómo el rabino Lipskar me trató con tanto respeto, como si yo ya fuera un adulto. Su ejemplo me ayudó a volcar esa misma bondad en cómo trato a los demás.
Y no fue la última vez que lo vi. Unos años más tarde, ya era un joven adulto en un farbrenguen en el Ohel, rodeado de rabinos y mashpiím, y él estaba ahí también. En un momento lo vi sacar un cuadernito, escribir unas líneas y volver a guardarlo en el bolsillo. Cuando un rabino le preguntó qué estaba escribiendo, el rabino Lipskar respondió: «Se me ocurrió una idea y no quería olvidarla, pero también quería estar completamente presente». ¡Tremendo! Poderoso. Auténtico. Pnimiut (profundidad interior).
Como decía el Rebe Anterior: “Un jasid, donde esté, está completamente”.
Ahora entendés por qué el rabino Sholom Ber Lipskar fue mi amor espiritual.
Después de su fallecimiento, me vienen a la mente esos momentos: las enseñanzas inesperadas, los desafíos sutiles, y cómo la bondad de alguien que apenas te conoce puede marcarte para toda la vida. El rabino Lipskar me enseñó que el liderazgo verdadero no se trata de grandes gestos ni de recibir aplausos, sino de los pequeños actos de ver a alguien, creer en él y alentarlo a crecer.
Hoy, cada vez que abro mi Jumash, pienso en ese nene tímido de once años y en esa resolución que le cambió el mundo: Sh'neiim Mikrá veEjad Targum. Y cada vez que me distraigo o me falta paciencia, me acuerdo del cuaderno en el bolsillo del rabino Lipskar y de lo importante que es estar realmente presente, donde sea que esté, con quien sea que esté.
Se fue un gigante. Les recomiendo prestar atención a las historias que van a salir sobre el rabino Lipskar —historias que van a hacer que más de uno se sienta gigante también. Él encarnaba lo que es la confianza espiritual. Y cuando uno tiene confianza espiritual, puede ayudar a que otros conecten con la suya.
Que Dios consuele a la familia Lipskar y a toda su comunidad en la sinagoga de Bal Harbour.
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