El Talmud relata que un gran maestro anunció cierta vez: '¿Quién es el hombre que desea vida?´ Cuando atrajo un importante público, agregó las palabras del siguiente versículo de los Salmos: 'Guarda tu lengua del mal, y tus labios de expresar falsedad'.
Existe una profesión que adopta una filosofía contraria, concentrándose en lo que sucederá en caso de que el hombre no viva por mucho tiempo. Es la del vendedor de seguros de vida. Es una profesión difícil, que requiere recordarle su mortalidad a la gente. La mayoría de las personas seguramente preferiría planificar para la vida que para lo contrario.
(Se cuenta de un hombre que quería redactar un testamento en el cual legaba a una institución una suma de dinero considerablemente importante para ser entregada luego de su muerte. Este hombre preguntó a Rabí Shalom Dovber (el quinto Rebe de Lubavitch) cómo debía proceder, y el Rebe le respondió que era preferible planear vivir por mucho tiempo, derivando satisfacción viendo cómo la institución caritativa se beneficiaba con su regalo en forma inmediata...).
¿Qué motiva a la persona a transformarse en vendedor de seguros?- La necesidad de ganarse la vida, por supuesto. Si no fuera así, no se molestaría en recordarle a otro eventualidades nada placenteras. El vendedor cree poseer dones de persuasión que pueden utilizarse para generar ventas.
Por supuesto, está en los mejores intereses de la compañía de seguros de vida que el comprador de la póliza viva por mucho tiempo, dado que la compañía está obligada a pagar recién luego de la muerte de su cliente; si el cliente se ve bendecido con longevidad, tanto la compañía como el comprador de la póliza estarán contentos. Pensar en una eventualidad contraria es nada más que palabras, con la esperanza de que no llegue a concretarse. El vendedor habla de la muerte, solamente en la medida necesaria para convencer al cliente para que acepte realizar los pagos mensuales.
Idéntico principio se aplica a la relación entre alma y cuerpo. Hay dos aproximaciones. Está la de la escuela del Musar, que enseña a dedicarse al ayuno y la privación para 'matar' al alma animal del hombre por medio de la reflexión constante acerca de su mortalidad. La segunda, y preferible, aproximación, es similar a la del vendedor de seguros de vida. El recordarse que no vivirá para siempre es temporario y permanece en el habla. Cumple simplemente la función de obtener los 'pagos', la cooperación del cuerpo en el cumplimiento de los mandamientos.
La segunda aproximación reconoce lo valioso del cuerpo judío y la importancia de salvaguardar su salud por muchos años, tal como el vendedor de seguros de vida prefiere ver la larga vida de su cliente.
Extraído de una carta del Rebe. Sijá del 12 Tamuz, 5711; Torat Menajem, Vol. III, pág. 188
Extraido del libro "Atentos a los mensajes de la vida" de Editorial Kehot Sudamericana. Todos los derechos reservados.
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