Una prenda, antes de utilizarse como vestido, está completamente limpia, planchada, y sienta bien sobre el que se la pondrá. Luego de vestirla por un tiempo generalmente se arruga, recibiendo polvo y manchas. Por supuesto, nadie descarta por ello la prenda, sino que la lleva a la lavandería para devolverle su condición original.
Para tratar la prenda, el lavandero la coloca en una máquina y agrega un líquido caliente con varias substancias químicas para remover la suciedad. Luego la plancha, ejerciendo presión con una pesa. Una vez más, la prenda está ‘como nueva’.
Este proceso nos proporciona una perspectiva más clara de la Neshamá (alma judía). Cuando Di-s nos da la Neshamá, ésta es pura, ‘planchada’, y “se ajusta” perfectamente a las medidas del individuo. Como decimos en las plegarias cada mañana: ‘El alma que Tú me diste es pura’.
Con el correr del tiempo, por su involucración en las cuestiones mundanas, y particularmente si éstas no son empleadas para satisfacer la voluntad de Di-s, el alma tiende a “arrugarse”. La suciedad se prende a ella si deja de cumplir una mitzvá o si incurre en un acto prohibido.
De todos modos, la Tora nos enseña que no debemos desesperar por la condición del alma y su capacidad de sostener nuestra vida espiritual. Para restaurar el alma y devolverla a su estado original, debemos ubicarla en un ambiente conductivo, lleno del calor de la Tora y las mitzvot.
El “calor” también debe ser “húmedo”, para que el alma se prenda a todo lo que es sagrado. Esto puede lograrse mediante la plegaria con sentimiento, como está escrito: “Vuelca tu corazón tal como el agua”, y por medio del estudio de la Tora con gran concentración, como está escrito: “Todo sediento, que vaya al agua”, y “no hay agua, sino Tora”. Para acabar el proceso de lavado espiritual, se precisa agregar otros ingredientes más, tales como contribuciones generosas con fines caritativos y observar las leyes del Kashrut y el Shabat.
En ese caso, si el hombre aplica sobre sí el ‘peso’ de la observancia de la Tora, que inicialmente puede parecer una carga pesada, comprobará que éste no es un impedimento sino un complemento, un proceso que servirá para ‘planchar’ la Neshamá, restaurándola y llevándola a su perfecta condición original.
Extraido de "Atentos a los Mensajes de la Vida"
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