¿Por qué grita la gente?
La gente grita la gente para ser escuchada. Parecería que el razonamiento funciona de la siguiente manera: "Él/Ella no me está escuchando; tendré que repetírselo varias veces y en voz cada vez más fuerte. Así lograré que mi mensaje le llegue".
Lamentablemente, empleando este sistema el único mensaje que le va a llegar es, "Tú eres mi enemigo". Es posible que, cuando Sara le grita a David, ella quede algo aliviada ya que tuvo oportunidad de liberarse de su tensión y expresar sus sentimientos. Sin embargo, David –el destinatario de los gritos- acaba de recibir una generosa porción de maltrato. En otras palabras, mi enojo pasó a ser tu maltrato. Recibir gritos siempre es una experiencia terrible; nos sentimos heridos, intimidados, rechazados, se nos ha faltado el respeto, y mucho más aún. Reaccionamos retirándole el cariño a quienes están dispuestos a herirnos a través de sus gritos.
Estrategias de alternativa.
Es obvio que gritarle al cónyuge no nos ayudará a recibir lo que queremos ni a mejorar nuestro matrimonio de manera alguna. Efectivamente, nuestros sabios nos enseñan, "Las palabras de quienes tienen sabiduría son escuchadas cuando se pronuncian en voz baja". Nuestra fuerza radica en la moderación. Debemos moderarnos y planear nuestra comunicación de manera tal que pueda lograr tener un verdadero y positivo impacto. En lugar de apurarnos tratando que nuestro mensaje sea escuchado, pasándole por encima a quien queremos en nuestro afán por hacernos oír, es necesario tener calma, escuchar y aprender. Hablar es lo último que deberíamos hacer cuando nos sentimos incomprendidos.
En realidad, la persona a quien "el mensaje no le llega" está sentada en su propio mundo, tratando que seas tú quien lo/la comprenda. Como él/ella está tan ocupado/a tratando de expresarse y ser reconocido/a, ni siquiera puede empezar a prestarle atención a tu necesidad de ser escuchado/a. Tienes solo una vía de entrada disponible: debes darle su "turno" al/la interlocutor/a. Este "turno" implica tener en cuenta dos aspectos:
1. Tener la oportunidad de decir todo lo que él o ella quieren decir, más.
2. Recibir confirmación que el mensaje fue recibido en su totalidad.
Solamente cuando esas dos etapas hayan sido cumplidas es que tu puedes empezar con tu propia comunicación. Este proceso, en el cual tú escuchas y acusas recibo al interlocutor, le permite a éste sentirse liberado y satisfecho al haber podido completar su pensamiento. Probablemente en ese momento el interlocutor se encuentre psicológicamente mucho mejor dispuesto a recibir tu mensaje. Por supuesto que es posible que, no importa lo que hagas, el interlocutor nunca quiera escucharte (algunas personas tienen dificultades emocionales que interfieren con su capacidad de relacionarse con los demás, mientras que otros simplemente carecen de aptitudes para la comunicación). Sin embargo, puedes hacer que aumente la posibilidad de lograr una comunicación de ida y vuelta si aprendes a escuchar y a acusar recibo. De no hacerlo, aumentarán mucho las posibilidades que nadie se sienta escuchado, lo que conducirá a que haya gritos, peleas y luchas.
Saber escuchar es la parte más importante.
Aunque es indudable que saber escuchar aumenta las posibilidades que te presten atención, no es el beneficio más importante que ofrece esta habilidad. Por el contrario, la acción de escuchar es, en sí misma, el aspecto terapéutico, curativo de la comunicación. Cuando haces que tu pareja se sienta recibida, comprendida, escuchada y aceptada, consecharás beneficios que se traducirán en mayor cariño, intimidad, amor y buena voluntad. ¡Y todo esto se da antes que tengas posibilidad de expresar tus propios puntos de
mejorar cien veces tu relación. Por lo tanto, vale la pena tener presentes los siguientes consejos prácticos que pueden hacer que mejore tu capacidad para escuchar:
• No interrumpas a la persona que está hablando
• Resume con tus propias palabras, lo que dice quien está hablando.
• Abstente de hacer comentarios acerca de lo que piensa quien está hablando, hasta que éste haya dicho todo lo que él o ella quieren decir Y que tú hayas resumido todo lo que fue dicho .
• Piensa en lo que está expresando quien habla, no en lo que tú planeas decir como respuesta a sus palabras.
• Recuerda que quien habla es tu compañero/a de vida, no tu enemigo mortal.
• Cuando quien habla te esté criticando o "atacando", escucha con curiosidad; busca el grano de verdad que puede haber en cualquier acusación para así poder entender mejor porqué tu interlocutor/a está tan afligido/a. Ten en cuenta que tú eres una buena persona y que tu interlocutor/a es una persona que, en ese momento, está disgustada. Quien está hablando no es el juez supremo de tu valor como persona, ese juicio le corresponde a D-os.
Saber escuchar con compasión es una aptitud poco frecuente que puede hacer que te conviertas en tu propio terapeuta marital, ahorrándote miles de dólares… ¡Ya mismo puedes empezar a practicar!
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