De todas las vasijas del Mishkán, Hashem ordenó que el arón (arca) fuera construido primero. El dio instrucciones de que su construcción precediera aún aquélla del Mishkán mismo.

El arón representa la Torá. Al igual que la Torá precedió la Creación del universo, así Hashem ordenó que el arón fuera moldeado antes que el resto del Mishkán.1

Hashem describió a Moshé la estructura del arón como sigue:

"Ellos harán para Mí un arón de madera de shitím, dos y medio amot (aprox. 1,25 m.) su longitud, uno y medio amot (aprox. 0,75 m.) su anchura, y uno y medio amot su altura. Tú lo cubrirás con oro puro en el interior y por fuera y harás un canto de oro alrededor de su borde. Colocarás las lujot (tablas de la ley) dentro del arón."

No obstante, Moshé no comprendió de esta descripción cómo el arón estaba destinado a parecerse. Hashem hizo a un arón modelo de fuego descender del Cielo. Moshé lo vio y entonces comprendió cómo debería ser construido.

El arón constaba de tres cofres. El cofre más profundo se componía de oro. Encajaba en otro cofre ligeramente más grande hecho de madera. La segunda caja yacía dentro del más grande cofre de oro exterior que cubría al cofre de madera completamente incluyendo su reborde de madera. De esta manera, el arón, el cofre de madera, estaba cubierto de adentro y de afuera con oro, semejante a como Hashem había ordenado.

El reborde superior del cofre de oro exterior estaba rodeado por un canto decorativo de oro. Rodeaba al arón como una corona. El Hashem confirió sobre el pueblo Judío tres "Coronas" (posiciones de grandeza):

* La Corona de Torá, la cual estaba representada por el arón.

*La Corona de Kehuná / sacerdocio, la cual estaba representada por el mizbéaj.

*La Corona de Maljut / monarquía, la cual estaba representada por el shulján.

*La Corona del estudio de Torá ocupa una posición por encima de los otros dos oficios.

Sólo un judío nacido de una familia real o sacerdotal es elegible para las posiciones de monarquía o kehuná. La oportunidad de convertirse en un gran talmid jajam (erudito de la Torá), sin embargo, es accesible a todos. Para indicar esto, Hashem ordenó relativo al arón, "Y ellos lo harán" en el plural (Shemot 25:10). El implicaba que quería que el pueblo Judío íntegro ganara una parte en la Corona de Torá. (Relativo al shulján y la menorá, no obstante, Hashem ordenó, "Y tú los harás a ellos," en el singular, puesto que acceso a la kehuná y la realeza está restringido.)

Ambos cofres, el más interno y el exterior del arón eran de oro puro desde que la Torá es asemejada al oro. Su cofre medio estaba moldeado de madera porque la Torá también es calificada un "Arbol de Vida." Los tres cofres de los cuales constaba corresponden a las tres partes de la Torá:

# Torá #Neviím #Ketubím y

#Mishná #Beraitá #Halajot.

El arón también representaba la encarnación de la sabiduría de la Torá - el talmíd jajam.

Los cofres más interno y el más externo eran de oro para indicar que los sentimientos más íntimos de un talmid jajam deben obrar de acuerdo con su conducta externa. Ay del estudiante de Torá que lleva la Torá en sus labios mientras su corazón está desprovisto de temor de Hashem!

El área de superficie total de los lados del arón, que era doce amot*2 cuadradas, alude a doce virtudes**3 las cuales son requeridas de un talmid jajam.

David las enumeró a ellas en Tehilím, preguntando, "¿Quién es digno de morar en Tu tienda? ¿Quién habitará en Tu santa colina?" (Tehilím 15). David, en respuesta, lista doce virtudes requeridas de un verdadero sirviente de Hashem:

holej tamim / El camina en ¡a perfección (tiene fe perfecta en el Todopoderoso). Un ejemplo de alguien que poseía este rasgo característico era Abraham Avinu. El siempre cumplió los mandamientos de Hashem lealmente aún si ellos contradecían su propio entendimiento.

poél tzédek/El actúa justamente. Esto se refiere aun trabajador que cumple su obligación para con su empleador hasta la perfección, tal como Aba Jilkia.

Una vez Klal Israel estaba necesitada de lluvia. Los jajamim enviaron dos delegados a Aba Jilkiá (un nieto de. Joní Hameaguel) para pedirle a él rezar por lluvia. Aba Jilkia no estaba en casa, y ellos fueron al campo para buscarlo. Lo encontraron cavando la tierra. Lo saludaron, pero él se abstuvo de devolver o reconocer su saludo. Al fin del día, él alzó sus ropas de trabajo sobre un hombro y el atado de leña que había recogido sobre el otro, y caminó a casa.

Siguiéndolo, los jajamím advirtieron que caminaba descalzo Cuando ellos vadearon con dificultad una corriente, sin embargo, el se puso sus zapatos. Al pasar espinas, se levantarla su vestidura, dejándola caer después. Ellos arribaron a su casa, y él fue recibido por su esposa, bellamente ataviada y adornada, El le ordenó a ella que entrara a la casa primero y luego la siguió

Cuando la familia se sentó para cenar, no invitó a los jajamim a comer con él. Dividió el pan, entregando a su hijo mayor un pedazo, y a su hijo menor dos. Luego dijo quedamente a su esposa, "Yo sé que estos delegados vinieron para pedirme rezar por lluvia. ¡Vayamos y recemos ahora; quizá Hashem tendrá misericordia!" El y su esposa subieron al tejado. Aba Jilkiá rezó en una esquina y su esposa en otra. Después las nubes de lluvia aparecieron en el cielo, emergiendo del lado donde su esposa estaba parada.

Aba Jilkiá retornó a los delegados, y preguntó, ",Quiénes sois vosotros, y por qué habéis venido aquí?"

"Los Sabios nos enviaron para pediros a vos rezar por lluvia," ellos replicaron.

"Bendito es Hashem que ya ha enviado lluvia de modo que vosotros no necesitáis a Aba Jilkiá," dijo.

"No es como vos decís," ellos replicaron. "¡Sabemos que la lluvia fue enviada por causa vuestra! Mas por favor ¡explicadnos a nosotros vuestro extraño proceder!

Primeramente, ¿por qué no devolvisteis nuestros saludos en el campo?"

"Soy un trabajador contratado," replicó Aba Jilkiá. "¡No sería correcto de mí interrumpir mi labor a fin de saludaros!"

"Y ¿por qué no pusisteis vuestras ropas de trabajo bajo vuestro atado de leña en vuestro camino a casa?" ellos preguntaron.

"Las ropas no eran mías. Las había pedido prestadas. Ellas me fueron prestadas para vestir, no para ponerlas bajo una carga. Por lo tanto las cargué sobre mi otro hombro," él respondió.

"¿Por qué no usasteis vuestros zapatos sobre el camino sino os los pusisteis cuando pusisteis los pies dentro del agua?" ellos interrogaron.

"Yo tenía que usarlos en el agua para protegerme de ser picado por una rana o una culebra," él explicó, "porque en el agua no podía ver sobre qué estaba pisando. En el camino, podía prescindir de mis zapatos." (Aba Jilkiá, como visto a través de esta historia, era muy pobre y usaba sus zapatos sólo cuando era absolutamente necesario.)

"Y ¿por qué alzasteis vuestra vestidura al caminar a través de las espinas?" inquirieron.

"Si las espinas arañaban mis piernas, ellas sanarían, mientras que un desgarro en el vestido no," Aba Jilkiá les dijo a ellos.

"Y ¿por qué vuestra esposa os dio la bienvenida en tal bello atuendo?" preguntaron.

"Para que yo no estuviese tentado de mirar a otra mujer."

"¿Por qué le pedisteis a ella caminar delante vuestro antes que ir frente a ella, como hubiera sido correcto?" ellos demandaron.

"Nuestros Sabios nos aconsejaron a nosotros ser suspicaces de todo extraño. Dado que yo no os conozco, no quise que ella permaneciera detrás con vosotros," dijo Aba Jilkiá.

"¿Por qué no ofrecisteis dejarnos participar de vuestra comida?" ellos interrogaron.

"Hubiera sido una oferta deshonesta. Yo no tenía suficiente, y no quería que vosotros os sintierais obligados a mí como resultado de la oferta," dijo.

"¿Cuál fue la razón por la que vos disteis a vuestro hijo menor dos pedazos de pan mientras al mayor le disteis sólo uno?" el1o continuaron preguntando.

"El hijo mayor está en casa de día y puede obtener comida cuando quiera que él está hambriento. El menor está en el Beit Hakneset (casa de estudio)," él explicó.

"Nosotros también queremos saber," preguntaron los jajamim "¿por qué Hashem envió la nube de lluvia de la esquina di vuestra esposa antes que de la vuestra?"

"La tzedaká que mi esposa da es más grande que la mía, explicó Aba Jilkiá. "Yo sólo doy a la gente pobre el dinero para comprar comida. Ella efectivamente la cocina para ellos. Por lo tanto, su mérito es más grande.4

dover emet bilvavó / uno que habla la verdad en su corazón, como hizo Rabí Safrá.

Rabí Safrá era veraz aún respecto de los pensamientos de su corazón.

Un hombre llegó una vez para comprar un diamante de él, El estaba en aquel momento en el medio de recitar el Shem y no podía hablarle. El comprador mencionó un precio por el diamante, mas R. Safrá no respondió. El comprador tomó esto como un signo de descontento de su oferta. El voceó un precio más alto. R. Safrá aún no replicó. El comprador, incapaz de interpretar correctamente la causa de su silencio, nuevamente elevó el precio. El continuó elevando su postura hasta que, para el tiempo en que R. Safró había concluido el Shem, él habla llegado a una muy amplia suma. R. Safrá entonces le dijo, ¡Tomad el diamante por el precio que vos ofreciste originalmente!" "¿Por qué deberíais venderlo vos por ese precio?" inquirió el comprador "¡Desde entonces yo acrecenté grandemente mi oferta!"

"Cuando vos hicisteis vuestra primera postura," explicó R. Safra, "Yo accedí a ella en mi corazón. Por lo tanto consideraría deshonesto cambiar los términos."

lo ragal al leshonó/él no calumnia con su lengua,

lo asá lereehu raá/ no hace el mal a su semejante,

vejerpá lo nasá al kerovó/ y no causa vergüenza a su pariente.

nivzé beenav nimás / Una persona vil es despreciable a sus ojos,

veet iré Hashem iejabed / y él honra a aquéllos que temen a Hashem.

Iehoshafat, el rey de lehudá, ejemplificaba a quien honra a aquéllos que temen a Hashem. Siempre que él veía a un talmid jajam, solía levantarse de su trono, abrazarlo y besarlo, y dirigirse a él como "¡Mi padre, mi padre, mi maestro, mi maestro!"

nishbá lehará / él presta juramento contra su ietzer hará (inclinación al mal)

veló iamir/y no lo cambia.

kaspó lo natán beneshej/El no da su dinero por interés

veshojad al nakí lo lakáj / ni acepta soborno contra el inocente.

Cuando R. Gamliel leía la precedente lista de virtudes dignas de alabanza requeridas de un talmid jajam, él lloraba, diciendo, "¿Quién podría adquirir todas éstas?" R. Akibá, por otra parte, reía. "¿Cómo es que vos estáis feliz ante la precisa cosa que me hace llorar?" R. Gamliel lo interrogó.

R. Akibá explicó, "La Torá declara (Vaikrá 11:31), 'Estos son tamé (impuros) para vosotros entre las criaturas que se arrastran,' listando un número de insectos. La Torá concluye con la advertencia (íbid 18:24), 'No os impurifiquéis vosotros mismos con todos estos.' Estas palabras parecen implicar que una persona no se vuelve impura, a menos que toque todos de los insectos listados. De hecho, la halajá es diferente. Un Judío que toca siquiera uno de ellos, y siquiera el más diminuto de los insectos entre ellos, se vuelve impuro. El es considerado como si los hubiera tocado a ellos todos. Nosotros sabemos el principio de que la medida proporcional de la recompensa de Hashem es mucho más grande que Su castigo. ¡Si una persona que tocó sólo un insecto impuro es considerada como si los tocó a todos ellos, ciertamente que un hombre que adquirió siquiera una de las enumeradas virtudes de carácter es considerado por el Todopoderoso como si él las poseyera a ellas todas!"

"Vos me habéis consolado, Akiba, me habéis consolado," dijo R. Gamliel.