En una oportunidad un adolescente visitó al Rebe de Lubavitch, Rabino Menachem M. Schneerson, y angustiadamente le contó de la lucha y desilusión que sentía en su vida. "¿Por qué las cosas no pueden ser fáciles y sencillas?", fue su acongojada pregunta.

"Porque los seres humanos no son ángeles," fue la respuesta del Rebe. "Los ángeles son creaciones intachables y sin falla alguna, que siempre mantienen su objetivo claro. En cambio, los seres humanos están fragmentados y son ambivalentes, vacilan entre los extremos y son sacudidos por los conflictos. Debido a la composición multidimensional y dicotomizada del hombre, éste debe luchar a lo largo de toda su vida para llegar a un acuerdo con su alma".

El adolescente siguió sondeando el alma del maestro. "¿Por qué D-os tuvo que crearnos para que resultáramos tan complicados?" siguió preguntando. "¿Verdad que D-os nos habría disfrutado mucho más si fuéramos como ángeles?"

Según parece, este adolescente tenía una marcada inclinación por el dibujo. Como amaba el arte, lo tomó como su hobby. El Rebe, que era un buen educador, dio respuesta al dolor del joven adulto tomando una referencia del mundo del estudiante. "Déjame hacerte una pregunta con respecto a la diferencia entre una fotografía y una pintura". Y el Rebe comenzó a darle su respuesta: "Una foto capta una escena cualquiera de la forma más exacta que jamás puede llegar a hacerlo una pintura. Aún así, mientras que una foto puede costarte unos pocos dólares, la pintura inexacta de la misma e idéntica escena a veces puede venderse en millones de dólares. ¿Por qué?"

El chico le explicó al Rebe que la mayoría de las fotos son objetos inanimados y sin vida, que captan las propiedades técnicas de una escena en particular, pero que aún así, carecen de alma. Pero que, por otro lado, una pintura en la cual una escena queda plasmada en el lienzo a través de la mente y el alma del artista, contiene la profundidad del alma humana, la estética de la creatividad humana y la delicadeza de la imaginación humana. Eso es lo que le da su valor a la pintura.

"Muy bien dicho", fue la respuesta del Rebe. "Y acá también está la respuesta a tu pregunta: los ángeles son fotos, pero los seres humanos son piezas de arte," contestó sonriendo el Rebe.

Los ángeles son criaturas sin defectos, sin imperfecciones, perfectas 'tomas fotográficas' de las realidades espirituales. Aún así, es precisamente el fluctuante drama de la existencia humana, el perpetuo conflicto entre nuestra luz y oscuridad interior, y el vacío humano que busca el sentido y la verdad, lo que pueden convertir a tu vida en una obra de arte.

Solamente en los atormentados rincones del corazón humano D-os puede descubrir una impresionante y auténtica obra de arte. La bondad y la espiritualidad que emergen de la duda humana y la lucha otorgan a la humanidad una dignidad y un esplendor que el máximo exponente de los ángeles jamás podrá llegar a alcanzar.