El profeta Ezequiel describe al Faraón (figura famosa de Pesaj) como "el cocodrilo gigante que se encuentra en sus ríos, que proclama, ' Mi río es mío, y yo me hice…'"¿Me hice? ¿Parece ridículo, verdad? De alguna manera, yo tenía la impresión del Faraón como un tipo bastante elegante e inteligente. ¿Por qué saldría un tipo elegante y listo con una declaración ridícula como "me hice"?

Pero hacemos esto todo el tiempo. Proclamamos constantemente en nuestros ríos: 'me hice. Me inventé. ¡Yo me defino a mi mismo!'

Vamos mas lejos, poniendo nuestra auto definición como el estándar con el cual todos los demás son medidos.

Defino la vida —proclamamos —para mí, y para todos los demás. ¿Cuándo comienza la vida? Cuando decido que es "querido". ¿Cuándo debería esto terminarse? Tan pronto como decido que esto no vale la pena vivir.

¿Qué es una vida "productiva"? Una vida que produce cosas que creo que son importantes y deseables. ¿Qué es un "desperdicio" de vida? Ídem a la inversa.

¿Qué debo hacer con mi vida? El uno a pedir, obviamente, es el que me hizo —de mí.

"En cada generación", dice el Talmud —"y cada día", añade la Tania —"una persona debe verse a sí misma como si ella mismo ha salido de Egipto"

Arrojamos al Faraón en el Mar Rojo hace más de 3,300 años, pero todavía lo cargamos con nosotros dondequiera que vayamos. Ya que cada uno de nosotros encarna en nuestro ser al propio Faraón. Expresamos en nuestros ríos que proclaman: ¡"el río es mío, y yo me hice!"

La liberación de nuestro Faraón personal es un desafío diario. No porque fallamos ayer, sino exactamente lo contrario, es porque tuvimos éxito. Ayer nos liberamos del descaro de nuestro ego. Entonces lo que era el ego sutil de ayer es el ego ostensible de hoy simplemente más refinado.

Todos los desafíos de la vida por último fluyen del Síndrome de Nilo, el grito del ego de "mi río es el mío, y me hice" Y todas las recompensas de la vida son sólo variaciones del Éxodo diario en el cual subimos un nivel más alto en el viaje de toda la vida de Egipto.