No juzguen. A menos, por supuesto, que usted sea juez. Entonces es su trabajo.
En la parashá de esta semana, Shoftim (Deuteronomio 16:18-21:9), aparece el mandamiento bíblico de designar jueces en cada ciudad y pueblo, para juzgar y mantener una sociedad justa, ordenada y civilizada. Es interesante que esto ocurra en la primera semana de Elul, el mes en el cual debemos prepararnos con ansiedad para los Días de Juicio que se aproximan, Rosh HaShaná y Iom Kipur.
Hay, sin embargo, algunas significativas diferencias entre los jueces terrenales de carne y hueso y el Juez Celestial. En el tribunal terrenal, si, después de un juicio justo, un acusado es hallado culpable, entonces no hay mucho lugar para la clemencia por parte del juez. La ley es la ley y debe seguir su curso. El acusado puede derramar ríos de lágrimas, pero ningún juez humano puede estar seguro de que su remordimiento es genuino. Sus sentimientos de arrepentimiento son conmovedores pero de limitadas consecuencias legales. Después de todo, un juez humano sólo puede tomar una decisión basado en "lo que el ojo ve". El error es visto como cometido. El remordimiento, ¿quién sabe? Quizás él es un buen actor y sólo está simulando contrición. Sin embargo, el Juez Supremo, sabe si el acusado genuinamente se arrepiente de sus acciones o simplemente está actuando. Por lo tanto, Él solo puede perdonar. Es por eso que en el juicio celestial la teshuvá (arrepentimiento) es efectiva.
El Maharal de Praga da otro motivo. Sólo Di-s puede juzgar a toda la persona. Todos nosotros tenemos bien y mal. Aun aquellos que han pecado pueden tener muchos otros buenos actos que sobrepasan a los malos. Quizás aun un buen acto fue de tan importante significación que puede por sí sólo como peso para contrabalancear. El punto es, sólo Di-s sabe. Sólo Él puede juzgar al individuo en el contexto de toda su vida y todos sus actos, buenos y malos.
Nuestra meta es emular a la Corte Celestial. Debemos tratar de ver a la totalidad de la persona. Ustedes piensan que es malo, ¿pero es totalmente malo? ¿No tiene virtudes que lo redimen? Seguramente en él hay también algo bueno. Miren a la persona completa.
Una vez un maestro realizó un experimento. Levantó un plato blanco y lo mostró a la clase. En el centro del plato había una pequeña mancha negra. Entonces pidió a la clase que describieran lo que veían. Un alumno dijo que veía una mancha negra. Otro dijo que debía ser un blanco para prácticas de tiro. Un tercero sugirió que el plato estaba sucio o dañado. Inmediatamente el maestro preguntó "¿Nadie vio un plato blanco?"
Puede haber una pequeña mancha negra, pero, esencialmente, era un plato blanco. ¿Por qué sólo vemos lo sucio? Aprendamos a ver el bien en otros. Nadie es perfecto, ni nosotros mismos. No juzguemos y seamos tan críticos. Tratemos de ver el bien en los otros.
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