A continuación de la victoria de Abraham el Patriarca sobre los cuatro reyes, Di-s le dijo1: "no temas Abram... tu recompensa es inmensamente grande". Rashí explica que Abraham tenía miedo de haber recibido en ese episodio la totalidad de la recompensa por todos sus méritos. Por ello Hashem lo tranquilizó: "lo que te preocupa por haber recibido tu premio- tu recompensa es inmensamente grande".
Está absolutamente claro que Abraham sirvió a su Creador con un servicio sincero, desinteresado, con el único objeto de servir a Hashem, "un servicio por amor". El Rambam2 define qué quiere decir un servicio por amor- "se ocupa de la Torá y los preceptos... no para heredar el bienestar, sino que "hace la verdad porque es verdad"; y el Rambam agrega que esa era "la virtud de Abraham el Patriarca... que no sirvió sino por amor". ¿Cómo es posible, entonces, que Abraham estuviere preocupado por el estado de su recompensa, al punto de que Hashem tenía que tranquilizarlo en este aspecto?
Honor al Cielo
También en el principio de la Parshá encontramos algo similar. A continuación del mandato de "Lej- Lejá"- ve por ti- Di-s le dice a Abraham3 : "y agradeceré tu nombre". También aquí surge la pregunta ¡¿Acaso Abraham, quién se autodefinió diciendo4 "yo soy polvo y ceniza" buscaba grandeza y honor?!
Sólo que en esto mismo está la respuesta: justamente porque Abraham se consideraba polvo y ceniza, no se tomaba a sí mismo a título personal, sino sólo como un "instrumento" en manos de Hashem, cuyo único fin y propósito difundir el nombre de Di-s en el mundo. Su propio nombre y honor no eran tomados en cuenta desde lo personal, del ego, sino como parte del honor del Cielo. Toda la aspiración de su vida era llevar a las criaturas hacia el reconocimiento del Creador del Universo, y sobre ello Di-s le dijo que engrandeciera su nombre, lo que implicaba, automáticamente, el agrandamiento del honor de Hashem.
La Recompensa es parte del Servicio
Esto nos explica también la preocupación de Abraham por su recompensa. Incluso la retribución que recibiría por su servicio al Altísimo no la veía como satisfacción personal, sino como la expresión cabal de que servir a Di-s es algo bueno, que acarrea consigo (también) riqueza y honor. Pretendía recibir su recompensa para que la gente vea que la fe en Di-s es el camino de la verdad y que Hashem retribuye con bienestar quienes creen en él y le sirvan.
Por eso Abraham se preocupó si no recibió ya la totalidad de la recompensa asignada a él, al vencer a los cuatro reyes, y a partir de ahora no contará con amplia riqueza y honor. Su miedo radicaba en que la gente podría interpretar esto como una expresión de debilidad y por ende argumentar que la fe en Di-s no posee la fuerza de asegurar abundancia y bienestar, puesto que incluso un piadoso Tzadik, como Abraham descendió de su grandeza. Abraham no estaba preocupado por el mismo, sino por el honor del Cielo. Y sobre ello le dijo Hashem: "No temas... tu recompensa es inmensamente grande".
El Cuerpo y el Alma
Este es también el sentido místico del dicho de nuestros Sabios5 : "del [cumplir los mandatos de Hashem] por interés llega al [hacerlos] desinteresadamente" que la sinceridad proviene viene del –seno interno del – por interés. Es decir, que dentro del acto interesado se esconde el sincero: cuando un judío se ocupa de la Torá y sus preceptos, aunque lo haga interesadamente- para recibir recompensa del Cielo- esto es sólo a partir del cuerpo. Pero desde el alma, también el hacerse acreedor de la recompensa es parte del servicio a Di-s, puesto que con ello se multiplica el honor de Di-s y todos pueden ver que el camino de la Torá trae consigo abundancia y bendición.
Es verdad que el cuerpo material puede que desee el premio por motivos personales, egoístas, pero detrás de ello se oculta el deseo del alma que se engrandezca y santifique el nombre del Creador del Universo, a través de que todos vean la recompensa que recibe el servidor de Hashem, como Abraham Avinu en su momento.
(Likutei Sijot Tomo 20, Pág. 54)
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