El texto de la bendición que recita el padre en la circuncisión es: "Bendito... ingresarlo al pacto de Abraham nuestro patriarca". Abraham, tal como se recalca en nuestra Parshá, fue el primero en circuncidarse por orden de Di-s, convirtiéndose en la "cabecera de los circuncisos" -el primero de los que ingresaron al sagrado pacto entre Hashem y cada judío.

Sin embargo hay un interrogante: Maimónides escribe "no nos circuncidamos porque Abraham nuestro patriarca a"h se circuncidó junto a todos los miembros de su casa, sino porque el Altísimo nos ordenó a través de Moshé nuestro maestro, que nos circuncidemos". Resulta entonces, que la circuncisión que nosotros practicamos no es "el pacto de Abraham nuestro patriarca"- como reza la bendición- sino que ¡¿está fundamentada en el mandato que nos fue ordenado a través de Moshé?!

Más aún: ¿Cuál es la necesidad de enfatizar en la bendición la relación con Abraham, el patriarca? ¿No es acaso más importante de que se trata de un pacto con Di-s? ¡La bendición debería haber sido "Bendito... para ingresarlo al pacto de Di-s"!

Unión Material

La explicación radica en la singularidad del precepto de la circuncisión. Está dicho en el Shulján Aruj (Código de leyes judío) que "el comienzo del ingreso del alma sagrada tiene lugar... con la Mitzvá de la Milá". Es decir, al circuncidar a un niño judío de ocho días de vida, comienza el alma sagrada, el alma Divina, a ingresar al cuerpo. También antes posee un alma sagrada y, dijeron nuestros Sabios que incluso mientras que el niño está en las entrañas de la madre "se le enseña toda la Torá". Es decir, que posee un alma sagrada, que es la que estudia toda la Torá. El énfasis aquí está dado en la palabra "ingreso", es decir, que con la circuncisión comienza la unión e integración real del alma sagrada con el cuerpo material.

Una Santidad Reconocible

Antes del Brit, pacto, el alma judía todavía no está unida con la materia del cuerpo. Su influencia está circunscripta sólo a los aspectos más espirituales de la criatura. La unión entre el alma sagrada y el cuerpo tiene lugar al realizarse el Brit Milá. Ahí se concreta lo dicho, "Mi pacto estará en vuestra carne como pacto eterno"- el pacto con Di-s queda sellado y grabado en la misma carne del cuerpo material.

Esta es la virtud especial del pacto de la circuncisión: todas las Mitzvot, preceptos, tienen como objetivo unir al hombre con el Creador, pero en el resto de las Mitzvot no se nota esa unión en la materia misma del cuerpo. Por ejemplo, cuando la mano distribuye caridad, Tzedaká, por supuesto que esa mano se ve refinada y espiritualizada, pero no es perceptible al ojo. Mientras que en la circuncisión se nota el efecto de la Mitzvá en la misma carne del cuerpo, reconocible para todos.

Exactamente como con Abraham

Este es el motivo por el cual el precepto de la circuncisión se define como "el pacto de Abraham, nuestro patriarca". En el resto de las Mitzvot, que de alguna manera están vinculadas con la conciencia y el sentimiento de la persona que lo cumple, el haberse practicado el precepto durante generaciones consolida y estimula a la persona cumplidora, y por lo tanto en lo que hace a lo emocional y mental. No es lo mismo el primero (o los primeros) que asumieron el mandato a los que les siguieron, para quienes es más fácil. Diferente es con el Brit Milá, donde no participan ni la conciencia ni el sentimiento del niño, ya que su sólo objetivo es la marca en el cuerpo, con cada niño (o adulto) judío que se circuncida, tiene el mismo valor y fuerza como que fuera el primero. Cada uno es exactamente igual que Abraham, que fue "cabecera de circuncidados".

Por eso enfatizamos en la bendición que se trata del ingreso al pacto de Abraham, el patriarca, para señalar que cada niño ingresa al pacto, exactamente de la misma manera que lo hizo Abraham, el primero en ingresar al pacto con el Altísimo.

(Likutei Sijot, tomo 10, Pág. 44)