Hashem nos entregó con gran amor una amplia Torá que rige todos los aspectos de la vida del judío. Dondequiera nos dirigimos encontramos Mitzvot e indicaciones de cómo actuar, ya sea Mitzvot para hacer y para no hacer. ¿Por qué entonces, Di-s no nos liberó de las preocupaciones y pruebas diarias, las dificultades económicas, etc? ¡Si así fuera, podríamos cumplir mucho mejor con los mandatos de Di-s en nuestra vida cotidiana!
Una respuesta a este interrogante, la encontramos en la Parshá de esta semana, que nos relata el viaje de Iaakov Avinu, nuestro patriarca. Él salió de Beer Sheva y se dirigió a Jarán. He aquí una situación de descenso espiritual. En Beer Sheva se encontraba junto a su padre, Itzjak, quien le enseñaba Torá, vivía en un hogar donde el cumplimiento de las Mitzvot era algo natural, y no había lugar para los pecados. Jarán, por el contrario, era como lo indica Rashi, un centro de la idolatría, las malas costumbres y todo lo negativo.
El Objetivo: Superar los Desafíos y Crecer
A pesar de todo, Iaakov se dirigió allí. Como primera instancia de preparación, permaneció recluido en el mundo del estudio de la Torá siempre rodeado de la santidad y pureza. Pero para cimentar al Pueblo de Israel se debía salir del mundo paradisíaco. El pueblo judío se formaría específicamente en un lugar donde debería enfrentar obstáculos y pruebas para mantener su integridad espiritual. Esta es la respuesta a nuestra pregunta: Hashem creó al hombre y lo colocó en un mundo material con el propósito de vivir dentro de esta realidad mundana, con todas las dificultades y pruebas que se presentan, con el objetivo de superarlas y refinar al materialismo, a través de introducir en él Divinidad.
No Buscar Pruebas
De todas formas la persona no debe introducirse voluntariamente en situaciones de prueba. Así pedimos diariamente en la Tefilá: "no nos sometas a pruebas...". Pero si éstas se presentan, la persona no debe decepcionarse ni deprimirse, ya que tiene que saber que superarlas y crecer a través de ellas es en realidad el objetivo de estas pruebas. Pero para vencer se requiere de una conducta especial, que también aprendemos de Iaakov.
En su camino a Jarán descansó. Tomó "de las piedras del lugar y las colocó alrededor de su cabeza". Rashi explica "formó con ellas un cerco con ellas alrededor de su cabeza, pues temía de las fieras". Nos preguntamos: ¿Por qué Iaakov quiso resguardar sólo su cabeza?, y... ¿qué pasaría con el resto de su cuerpo?
Con el Fruto de tu Palma
Encontramos aquí una importante lección: Iaakov no temía de las fieras salvajes en el sentido literal. Se trataba de un temor de las fuerzas del mal con las que debía enfrentarse a partir de ahora. Por ello rodeó su cabeza con piedras, indicando la firme decisión de reservar la cabeza para sí. Ciertamente debe uno ocuparse de los temas cotidianos, del sustento, los problemas, etc., pero no debemos permitir ser absorbidos por ellos. La "cabeza", nuestro yo y control interior, deben estar protegidos de "las fieras" del materialismo y permanecer indemnes en el mundo del espíritu.
Encontramos esta regla también en el salmo "del fruto de tu palma comerás, bienaventurado eres y el bien será para ti". En lo mundano, el sustento y demás aspectos materiales, debes invertir sólo el esfuerzo de "la palma de tu mano", no tu alma y las fuerzas y energía interior. La "cabeza" debe dejarse libre para lo esencial, el espíritu y el mandato de Di-s, el estudio de la Torá y el cumplimiento de las Mitzvot. Así se construye un hogar judío auténtico.
(Likutei Sijot, tomo 1, Pág. 60)
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