Si un marido ha advertido a su esposa, "No te recluyas con tal y tal," y subsecuentemente dos testigos observan que ciertamente se recluyó en privado con aquel mismo hombre (por un período de tiempo en el cual pudiera haber sido deshonrada), ella se torna prohibida para su marido hasta que las leyes de la sotá sean puestas en ejecución. No obstante, si aún un solo testigo testificaba que ella había realmente cometido adulterio, la prueba de la sotá no era realizada; en vez de ello, estaba permanentemente prohibida para su esposo.
Algunos pecados están más allá de reparación. El Rey Shelomó los describió como, "Una cosa torcida que no puede ser puesta derecha" (Kohelet 1:15). Uno de ellos es el pecado de adulterio con una mujer casada.
La mayoría de las transgresiones pueden ser rectificadas. Por ejemplo, dinero robado puede ser reembolsado; una persona secuestrada puede ser recuperada. No obstante, no hay reparación para el pecado de adulterio. Aún si el adúltero más tarde lamenta su acción, él no tiene manera de hacer alguna vez a la esposa nuevamente permisible para su marido.
¿Cuál es el significado del término hebreo sotá que la Tora utiliza para describir a una mujer sospechada de infidelidad?
1. "Sotá" denota "tonto." (Es derivada de la palabra raíz tontería.)
Esta mujer no consideró los resultados de su conducta suficientemente. Fue arrebatada por una pasión o deseo. Si hubiera sido sabia, su temor a Hashem habría prevalecido sobre su ietzer hará (instinto malo). Ella habría desistido, o por temor de cometer el pecado o por temor al castigo.
En cambio, ella tontamente sacrificó a un deseo temporario, su buen sentido de que su acto era pecaminoso y finalmente le causaría sufrimiento.
(Similarmente, todo el que peca es "un tonto," porque él permite a su imaginación, capricho, o apetito prevalecer sobre su mejor conocimiento.)
2. La palabra también denota "desviarse, apartarse de."
El pueblo judío observa modos de kedushá (santidad) y tzeniut que son inigualados por las otras naciones del mundo.
Una mujer que se conduce de una manera que lleva a su esposo sospechar infidelidad se ha apartado de los modos del pueblo judío.
Ella ha adoptado los hábitos del mundo no- judío. Así, ella se ha vuelto una sotá, una mujer que se ha desviado de la senda de la Tora.
Este Midrash enseña que la Tora condena a un hombre o a una mujer no sólo por el pecado final de adulterio. Más bien, él / ella es considerado culpable por cualquier paso conducente a él. De allí que los medios de comunicación masivos, tales como televisión, revistas, y muchos artículos y fotografías de diarios que introducen ideas inmorales al hogar, no obstante comúnmente aceptados por el medio ambiente no- judío, no son compatibles con la Tora. Ni tampoco lo son reuniones sociales que fomentan conceptos no-judíos de moralidad.
Si dos testigos testifican que una mujer se volvió una sotá, esto es, acarreó sospecha sobre sí recluyéndose ella misma con un cierto hombre en contra de quien su esposo le había advertido, su esposo puede o divorciarla, o de otro modo él debe reportar los eventos al Beit Din (corte) local. Si el reporte de testigos era verificado por el Beit Din pero la mujer insistía que era pura y estaba dispuesta a beber el agua de la sotá, los jueces referían el caso al Gran Sanhedrín (la Suprema Corte judía de setenta y un jueces, que se reunía en una cámara especial del Beit Hamikdash).
Los jueces del Sanhedrín intentarían convencer a la mujer de que debería confesar su culpa, de tal modo que la prueba de la sotá no fuera realizada innecesariamente.
La llevarían a un lado y usarían toda clase de argumentos y persuasiones para hacerle admitir la verdad o causarle rehusar beber.
"Nosotros sabemos," le dirían ellos, por ejemplo, "que las personas pierden su equilibrio bajo la influencia del vino, malos vecinos, o por ligereza. Si esto os sucedió, confesadlo".
"No causéis que el Gran y Santo Nombre sea borrado en la preparación de las aguas amargas con las cuales la sotá es probada".
"Hubo más grandes que vos que fueron seducidos por su ietzer hará. Recuerda, un tzadik del calibre de Iehudá confesó en público que él era culpable en el caso de Tamar; Reubén reconoció culpa en el incidente comprometiendo a Bilhá. Sus confesiones les ganaron a ellos vida eterna. ¡Aprended de estas grandes personas y admitid vuestra culpa!"
Si la mujer en aquel punto confesaba que ella fue deshonrada, era ordenada abandonar a su marido, y el caso era desechado.
Si ella insistía que era pura, era conducida a la puerta oriental de la azara, la Puerta de Nicanor (la cual era la puerta de entrada a la azara) para que fuera advertida por todos los que entraban.
Antes de proceder con el ritual, no obstante, ella era conducida de una parte a otra por sobre todo el Monte del Templo, de tal modo que el procedimiento fuera alargado artificialmente. La esperanza era que ella se agotara al punto de confesar.
Si no se declaraba culpable, era finalmente colocada en la parte opuesta a la Puerta Oriental fuera de la azara y la ceremonia de la sotá comenzaba.
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