Balak solicitó que hombres sabios de Midián se unieran a la delegación que él estaba enviando a Bilám.

Los midianím consintieron, a pesar de que ellos habían estado hasta ahora en guerra con Moab. Los dos antiguos enemigos se aliaron por su odio común contra los judíos.

Temeroso de que Bilám pudiera negarse porque él no tenía sus herramientas mágicas a mano, los delegados llevaron consigo un equipo por si acaso.

Ellos arribaron a la ciudad natal de Bilám, la ciudad de Petor en Aram Naharaim, y dijeron a Bilám en nombre de Balak, "Una nación de 600.000 hombres ha escapado de Egipto. ¿No nos aseguraste vos, Bilám, que hechizasteis todas las fronteras de Egipto para que los judíos nunca pudieran partir? Bien, ellos lo hicieron, y a pesar de que no tienen ni rey ni tierra, mataron a los poderosos gigantes Sijón y Og.

"¡No repliquéis que nada de esto es de nuestro interés, porque ahora los judíos están ante nuestras fronteras!"

"Nosotros no hemos visto nunca a un pueblo más extraño. No podemos verlos porque están ocultos por Nubes de Gloria, mientras ellos nos observan".

"Yo, Balak, solicito que vos vengáis a asistirme. Esta nación batalla con palabras. Vos, también, poseéis el poder de las palabras. Si venís y maldecís a este pueblo, nosotros los demoleremos".

"Yo estoy convencido de que vuestras bendiciones y maldiciones son eficaces, porque después de que maldijisteis la ciudad de Jeshbón en Moab, Sijón pudo conquistarla".

"Yo os recompensaré liberalmente por vuestros servicios."

Usualmente, Bilám tomaba poco interés personal en los objetivos de sus bendiciones y maldiciones. El era un profesional, que trabajaba por dinero. De hecho, mientras la asignación fuera lucrativa, él maldeciría a quien previamente había bendecido, y viceversa.

No obstante, la oferta de Balak despertó un fuerte interés personal en Bilám. El no deseaba más, que dañar a los judíos. Bilám era el nieto de Laván.

El creía la calumnia de los hijos de Laván, "Iaacov robó a nuestro padre todas sus posesiones." Bilám por consiguiente odiaba a la descendencia de Iaacov con todo su corazón. Mientras sirvió como consejero del Faraón en Egipto, Bilám había aconsejado al rey egipcio bañarse en la sangre de niños judíos. El también había instado al Faraón a arrojar a los varones recién nacidos en el Nilo.

Bilám era particularmente hostil hacia Moshé, dado que él sentía que su propia sabiduría igualaba la de Moshé.

No obstante, Bilám dijo a los delegados, "Yo no puedo daros una respuesta inmediata. Viajaré con vosotros sólo si Di-s me permite. Yo me comunico con Di-s por mis poderes de magia. El se me revela sólo de noche, así que alojáos aquí y yo os daré una respuesta en la mañana."

Tan pronto como los hombres sabios de Midián oyeron que Bilám sometía sus acciones a la Voluntad de Di-s, se despidieron de él y retornaron a su país. Ellos no fijaron esperanza en el éxito de su misión, razonando, "Los judíos son los hijos de Di-s. Ningún padre permite que sus hijos sean dañados."

Los delegados de Moab, no obstante, accedieron permanecer por la noche en la casa de Bilám.

Usualmente, Bilám percibía a Di-s por sus poderes de kishuf, (brujería). Ahora, por primera vez, Hashem le concedió una visión profética por medio de ruaj hakodesh (inspiración Divina). A pesar de que el impuro Bilám era indigno de exaltación, Di-s le concedió la visión profética en honor de Kelal Israel. (Algunas veces, Hashem se revela a reshaím (malvados) por consideración a los tzadikím (justos). Así, El le habló a Laván en un sueño profético por consideración a Iaacov, y al rey filisteo Abimelej por consideración a Abraham).

Di-s preguntó a Bilám, "¿Quiénes son estos (malvados) hombres que están con vos?"

Esta pregunta era una prueba para Bilám, quien debería haber replicado, "Señor del Universo, Vos sóis omnisciente; Vos no necesitáis preguntarme quiénes son ellos."

Pero, ardiendo de deseo por maldecir a los judíos, Bilám malinterpretó la pregunta de Di-s como una indicación de que El no está siempre consciente de los sucesos en esta tierra. "En tal tiempo," él pensó, "mi maldición puede ser eficaz."

El replicó arrogantemente, "Balak ben Tzipor, rey de Moab, los envió a mí para pedirme maldecir a los judíos. (¡Vos veis cómo aún los reyes buscan mi asistencia!)"

Di-s deliberadamente engañó a Bilám planteando una pregunta ambigua como un castigo midá- kenegued- midá por engañar Bilám a su generación.

Noaj, entre otras cosas, fue el primero en embriagarse, e inició la práctica de maldecir a otros (cuando él maldijo a su nieto Canaán).

Abraham, entre otras cosas, fue el primer hombre en exhibir signos de edad madura, los cuales él había solicitado de Di-s. Abraham fue pionero en establecer posadas gratis para viajeros.

Bilám, entre otras maldades, estableció guaridas para jugar y casas de prostitución.

Antes de los tiempos de Bilám, las naciones gentiles mantenían oficialmente un cierto estándar de decencia, en reconocimiento de que la inmoralidad había sido una de las razones para el Diluvio que destruyó al mundo. Bilám, quien él mismo sucumbía a las más bajas formas de lujuria, enseñó a la humanidad cómo entregarse a la inmoralidad.

En la noche que los hombres sabios de Moab se alojaron en su casa, él los introdujo a sus prácticas inmorales. De ahí que, Di-s pagó a Bilám con la misma moneda engañándolo.

Di-s replicó a la pregunta de Bilám, "¡Vos no podéis ir con estos hombres!"

El vanidoso Bilám pensó, "Quizá El no quiere molestarme a mí, el tzadik, para viajar a un país distante." inquirió esperanzadamente, "¿Puedo entonces maldecir a los judíos desde aquí?"

"No," replicó Hashem, "vos no podéis maldecirlos desde ningún lugar."

Bilám solicitó, "Si es así, permíteme bendecir al pueblo judío en cambio (y una bendición, en un tiempo inoportuno, es equivalente a una maldición)."

"Ellos no necesitan vuestra bendición," respondió Hashem. "Ellos están bendecidos a través de sus ancestros, y Yo los bendigo diariamente aprobando birkat cohaním (la bendición del Cohén)."

Cuando Bilám se levantó a la mañana siguiente, transmitió sólo en parte el mensaje del Todopoderoso. En vez de admitir que Di-s le había prohibido partir, el arrogante Bilám explicó, "Di-s no me deja ir con vosotros." El enfatizó "vosotros," guiando a los delegados a inferir que Di-s no le permitía viajar en su compañía porque ellos eran de rango inferior.

Ellos retornaron al Rey Balak con la réplica, "¡Bilám no nos considera suficientemente distinguidos para invitarlo!"

El mismo Rey Balak conjeturó que Bilám había rehusado porque no estaba satisfecho con la paga.

El rey reunió a otros delegados de más noble rango que los primeros, y les instruyó decir a Bilám, "¡Por favor no rehuséis venir! Balak os ofrece un salario de lejos más elevado que antes."

Esta vez Bilám confesó a los mensajeros, "Yo no puedo transgredir el mandamiento de Di-s, aún si Balak me ofreciera todo el oro y plata de sus tesoros." De hecho, el artero Bilám estaba insinuando el pago exorbitante que exigiría - toda la fortuna de Balak. "Esta suma no es exagerada," reflexionó el codicioso Bilám. "Totalmente al contrario, yo soy un trabajador barato. Balak me contrata para aniquilar a una nación entera. Si no fuera por mí, él tendría que movilizar y financiar un ejército, lo cual le costaría mucho más que lo que contiene su tesoro. Además, su ejército podría no ganar la guerra, mientras el éxito de mis maldiciones está garantido."

"Quedáos aquí durante la noche," dijo Bilám a los príncipes moabitas. "Dejádme ver qué más Hashem me dirá."

A pesar de que él había escuchado claramente a Di-s prohibirle maldecir a los judíos, su deseo de unirse a Balak era tan ardiente que él hizo otro intento para obtener permiso.

Cuando Di-s vio la insistencia de Bilám, El consintió, dado que "todo hombre es conducido en la senda que él desea ir."

Di-s dijo, "Rashá, ¿sabes por qué quise impedirte unirte a Balak? Yo deseaba evitar tu muerte. Yo no deseo la muerte ni siquiera de un rashá. Si tú insistes en seguir el camino a la destrucción, entonces ve.

Hashem también permitió ir a Bilám para que él no alegara más tarde, "Hashem teme mis maldiciones. Por lo tanto, El no me permite maldecir a Su pueblo."

Así, aquella noche, Di-s le informó a Bilám, "Si vos insistís en ir Con estos hombres, podéis. No obstante, Yo os doy permiso meramente de ir allí y dar consejo, o para otro propósito similar.

Bajo ninguna condición vos podéis maldecir a los judíos."

Si Bilám hubiera sido honesto, habría explicado a los mensajeros de Balak que a él sólo se le había permitido ofrecer consejo. No obstante, Bilám ocultó el punto de ellos.

El estaba bien complacido con la respuesta de Di-s. "Al igual que

El cambió Su opinión acerca de mi partida," pensó, "Todavía cambiará Su opinión acerca de mi maldecir a los judíos."

Cuando Di-s vio que Bilám no emprendía viaje en su"misión con

el fin de obedecerlo sino a fin de maldecir a los judíos, El se encolerizó.

Los Extraños y Milagrosos sucesos Durante el Viaje de Bilám

Conducido por un odio fanático a los judíos, Bilám se levantó a la mañana siguiente más temprano que de costumbre. El mismo ensilló a su asna, a pesar de que este trabajo servil se asignaba usualmente a sus sirvientes.

Dijo Hashem, "Rashá (malvado), ¿piensas que tu dedicación a tu misión ganará ventajas para los poderes de turna (impureza)? Hubo otro antes que tú, el antepasado de los judíos Abraham, quien actuó con similar ansiedad y dedicación para un propósito santo. Cuando se le ordenó sacrificar a su hijo Itzjak, se levantó temprano y ensilló a su asno él mismo, implantando con eso en sus descendientes una dedicación a la kedushá (santidad) la cual es más fuerte que la tuya para tumá."

Bilám emprendió viaje, acompañado por dos sirvientes y seguido por los príncipes de Moab. Di-s sembró de obstáculos la ruta de Bilám a fin de advertirle que él estaba procediendo hacia su propia destrucción. El envió un Ángel de Misericordia para obstruir su senda, pero Bilám escogió ignorar una señal tras otra.

Hashem hizo al asna de Bilám sentir la presencia del ángel de modo que Bilám fuera humillado por el conocimiento de que su animal sabía más que él.

El asna percibió al ángel con su espada desenvainada, bloqueando el camino. Ella por lo tanto se desvió hacia el interior del campo. A pesar de que ésta era una ocurrencia inusual, Bilám la ignoró. El golpeó al animal para conducirlo de regreso al camino.

El ángel se reveló otra vez al asna mientras Bilám cabalgaba sobre un estrecho sendero en un viñedo que estaba cercado a ambos lados.

Temerosa del ángel, el asna presionó hacia el costado en la cerca, lastimando el pie de Bilám. El se quedó rengo como resultado del incidente.

¿Por qué sufrió esta desgracia?

La cerca que Bilám pasó era la antigua pila de piedras erigida por su antepasado Laván y por Iaacov como un monumento de su juramento de no dañarse uno al otro. Bilám había sido advertido por su padre de respetar este pacto. Cuando él pasó el montículo estaba en camino de violar el antiguo acuerdo. Ahora dolorosamente se le recordó. No obstante, él meramente golpeó a su asna para expresar su enojo y cabalgó más lejos.

El ángel desapareció y se reveló una tercera vez en una angosta trocha de la cual no había escape hacia ningún lado. Viendo al ángel blandiendo su espada, el asna se agachó hacia abajo, bajo Bilám y rehusó moverse.

Bilám conocía a su animal completamente. Nunca en su vida lo había visto actuar de este modo. No obstante él rehusó reflexionar acerca del significado de los extraordinarios eventos, se volvió más colérico y pegó a su bestia.

¿Qué significaba la triple presentación del ángel?

Di-s insinuaba a Bilám que sus esfuerzos por maldecir a los judíos, descendientes de los santos antepasados, eran todos en vano.

Primero, el ángel se presentó en un lugar con amplio espacio para escapar a ambos lados. Esto simbolizaba que si Bilám deseaba maldecir a los descendientes de Abraham, él tenía dos opciones; podía maldecir a la progenie tanto del hijo de Abraham, Ishmael, o de la esposa de Abraham, Keturá. No obstante, no se le permitía maldecir a la progenie de Itzjak.

La segunda vez, el ángel se reveló en un sendero que ofrecía al asna sólo un lado para escapar. Esto sugería que si Bilám buscaba maldecir a los descendientes de Itzjak, él podía dirigirse sólo a la progenie de su hijo Esav (pero no a los judíos).

La tercera vez, el ángel se volvió visible en un lugar donde Bilám no podía desviarse en absoluto. Di-s insinuaba que un ataque contra los descendientes de Iaacov sería de poca importancia, porque todos ellos, sin excepción, eran rectos.

Hashem consumó ahora un milagro cuyo potencial El había establecido durante los seis días de la Creación - El hizo conversar al asna con Bilám en lenguaje humano.

Este milagro estaba destinado a inculcar en Bilám que el habla es un don de Hashem. Al igual que El podía investir a una bestia muda con el poder del habla, así El impediría a Bilám hacer cualquier pronunciamiento desfavorable contra los judíos.

El asna se quejó a Bilám, "¿Qué he hecho yo que merecí ser golpeada tres veces?"

Bilám se debería haber asombrado y/o aterrado por oir hablar a su asna. Pero él estaba tan obsesionado con lograr su malvado propósito que se mantuvo insensible incluso a las más arrogantes ocurrencias.

Con sangre fría, él replicó, "¡Tú has hecho un tonto de mí! ¡Si sólo tuviera una espada en mi mano yo te mataría ahora!" El comenzó a buscar un arma con la cual matarla.

El asna comentó, "¡¿Aparentemente vos no podéis destruirme sin una espada, y no obstante estáis en vuestro camino para exterminar con palabras a una nación entera?!"

Los príncipes de Moab, cabalgando con Bilám, estaban pasmados. Ellos nunca habían experimentado nada tan maravilloso como una conversación entre un hombre y un animal. Más aún, las palabras del asna tenían sentido.

"Cierto," comenzaron a reir los príncipes. "¡Mirad, este hombre afirmó que puede destruir a un pueblo entero solamente con palabras, y ahora está buscando frenéticamente una espada para matar a su asna!"

Su ridiculización fue un golpe devastador para la vanidad de Bilám.

"¿Por qué montáis un asna que no os obedece?" demandaron los príncipes.

"Ella no me pertenece; yo la pedí prestada," explicó Bilám.

"No es verdad," lo contradijo el asna, "yo soy vuestra asna."

"No obstante," prosiguió Bilám, "ella no está acostumbrada a transportar personas, sólo cargas."

"No," objetó el asna, "Yo estoy acostumbrada a que me memonteis."

"Quizá te utilicé una vez," evadió Bilám.

El asna lo corrigió, "¡Vos siempre me montásteis de día, y me usásteis para vuestros propios bajos propósitos de noche! ¿Actué alguna vez en una manera similar mientras me habéis conocido?"

"No lo hiciste," tuvo que confesar el avergonzado Bilám.

Cuandoquiera que los Sabios arribarían al versículo describiendo cómo Bilám fue silenciado por el reproche de su asna, ellos lloraban.

Ellos enseñaron, "¡Infortunio para nosotros en el Día del Juicio, e infortunio para nosotros en el Día del Reproche!

"Si Bilám, el hombre más sabio de ¡as naciones gentiles, no pudo refutar el reproche de su asna y fue humillado por ella, qué profunda vergüenza nosotros experimentaremos en el gran Día del Juicio, cuando el Todopoderoso Mismo evocará para nosotros nuestras faltas."

En el Día del Juicio, cada individuo será reprochado de acuerdo con su personalidad, circunstancias, y tentaciones. A pesar de que varias personas pueden haber realizado el mismo acto externo, sus juicios diferirán de acuerdo con las circunstancias. Así, Bilám fue silenciado porque él había actuado en un nivel de lejos por debajo del esperado de alguien tan sabio como él.

Cuando el diálogo entre Bilám y el asna hubo concluido, el ángel inmediatamente la mató por dos razones:

1. Para que los gentiles no adoraran al "animal parlante."

2. En Su misericordia aún hacia los malvados, Di-s exceptuó a Bilám la desgracia de las personas diciendo del asna, "¡Este es el animal que puso en vergüenza a Bilám!"

Sólo después Hashem abrió los ojos de Bilám, y súbitamente advirtió al ángel delante de él, esgrimiendo su espada.

Bilám entendió que estaba siendo amenazado de muerte. El ángel lo censuró, "¿Por qué golpeaste al asna tres veces? Si ella no se hubiera desviado de mí cada vez, yo te habría matado.

"No obstante, no fui enviado aquí para defender a tu asna. Vine a advertirte no proseguir tus malvados planes. La nación que tú buscas exterminar es tan querida por el Todopoderoso que El ordenó a todos sus varones venir y visitarlo a El tres veces al año en el Beit Hamikdash (para las festividades.)"

Temeroso por su vida, Bilám se volvió sumiso y fingió remordimiento.

"Yo pequé," confesó presurosamente, esperando que el ángel perdonará su vida. "Debería haberme dado cuenta de los extraordinarios eventos con que Di-s intentaba impedirme proseguir mi curso. Ahora, si vos desaprobáis mi viaje, retornaré."

Las palabras, "Si vos desaprobáis," que Bilám dirigió al ángel, fueron atrevidas. Ellas implicaban, "Di-s me permitió partir, y ahora El envía un ángel para revocar Sus palabras. Si El desea que yo retorne, El Mismo debería haberme ordenado así. En el pasado, también, Di-s fue inconsistente. Primero El ordenó a Abraham ofrendar a su hijo como un sacrificio, y luego ordenó a un ángel revocar Su palabra."

La insincera teshuvá (arrepentimiento) de Bilám y su descaro revelaron que él estaba firme en su determinación de dañar a los judíos. Viendo que él había firmemente escogido el camino hacia su propia caída, Di-s no lo detuvo más.

"Ve pues," dijo el ángel, "pero sabe que tú podrás decir sólo lo que yo ponga en tu boca."

Bilám continuó cabalgando felizmente, esperando "persuadir" al Todopoderoso de dejarlo maldecir a los judíos.