Entren a cualquier sinagoga del mundo y es siempre lo mismo. No, no es el olor, ni la decoración; ellas varían dependiendo de las raíces culturales del que hace el cholent y del decorador de interiores, me refiero a las inscripciones conmemorativas fijadas en la pared alabando la generosidad de los patronos y contribuyentes fallecidos.

He escuchado acerca de la brillante idea en el Ministerio de Defensa Israelí, que persuadió a 100 judíos ricos de la Diáspora para que donaran para la adquisición del último bombardero silencioso, sólo para que el avión se estrellara al despegar, ¿quizás por el peso de todas las dedicaciones? No es una broma, a veces parece que la única manera en que ustedes pueden persuadir a un judío que apoye a una causa meritoria es prometiéndole que su nombre esté a la vista. Ustedes se preguntarán si a la entrada del Santo Templo en Jerusalén había un gran cartel anunciando la donación de "Herodes y familia".

¿Pero qué está mal?

Uno se pregunta: ¿Si no se hiciera el reconocimiento adecuado la gente estaría deseosa de comprometerse con la causa? Esta es una técnica de recaudación de fondos válida y largamente consagrada, y si una persona extra es persuadida para contribuir con lo duramente ganado, tanto sea que por la publicidad que su amigo recibió se vea inspirado a unirse, o solamente busca "kavod", honor, ¿no es para el beneficio final de la comunidad?

El problema es que nosotros no honramos a aquellos que contribuyen con dinero; después de todo hay numerosos prospectos menos adecuados que ellos pueden elegir para entregar su efectivo y merecen nuestra gratitud por su decisión de dar la suma más grande para la comunidad. El problema es cuando los filántropos son los únicos en ser mencionados en las comunicaciones.

Leemos esta semana como el proyecto de construcción del Tabernáculo fue concluido exitosamente. Moisés trabajó fuertemente para completar el trabajo según las condiciones, a tiempo y dentro del presupuesto. El pueblo judío individual y colectivamente contribuyó con cantidades suficientes de materiales de construcción para levantar la Casa del Señor de una manera adecuada para su Ocupante. En la ceremonia de dedicación Moisés bendijo a los participantes y expresó su deseo de que en reconocimiento por sus esfuerzos, Di-s los favoreciera, y que la presencia de Di-s descansara para siempre en la obra de sus manos.

Interesantemente, los comentaristas clásicos comprenden esta bendición como dirigida específicamente al equipo de artesanos y voluntarios que trabajaron en el proyecto, más que a los patronos y donantes.

No quiere decir que los benefactores no merecían una bendición; ellos recibieron agradecimiento y alabanza por hacer primero su contribución. Sin embargo, la elección en esta coyuntura de dirigir la atención y el tributo a los trabajadores fue la manera de Moisés de reforzar sutilmente un mensaje más importante. Dar es grande, los amamos por ello, Di-s los ama y por siempre les será acreditado. Pero si ustedes quieren ser bendecidos para siempre, asegúrense que sus esfuerzos den fruto eternamente arremangándose, arrimando el hombro para el trabajo presente, y den su tiempo, su corazón, su mente, habilidades y alma, y de las formas más inmediatas y personales construyan un edificio para Di-s.