Hashem ordenó a Moshé, “¡Extiende tu mano hacia el Cielo y trae Oscuridad sobre la tierra de Egipto, una oscuridad tan densa que ella pueda ser sentida!”

Cuando Moshé extendió su mano, Oscuridad envolvió la tierra de Egipto, permaneciendo por seis días consecutivos. Esta Plaga duró sólo seis días y no siete como las anteriores puesto que el séptimo día de Oscuridad fue reservado para cuando los Egipcios perseguirían a los Benei Israel en el Iam Suf y Hashem causaria Oscuridad sobre ellos.

En los primeros tres días, los Egipcios pudieron moverse alrededor libremente en la oscuridad. Sin embargo, sin importar cuántas velas o antorchas encendieran, la oscuridad prevalecía y no podían ver nada. Durante estos días los reshaím entre los Judíos murieron. Ellos eran aquellos quienes no creían en la redención y aquéllos quienes adquirieron riquezas o mantenían altas posiciones en Egipto y no querían partir. Dijo Hashem, “Si Yo los destruyo en público, los Egipcios se mofarán, ‘Los Judíos son atacados por plagas al igual que nosotros lo somos”’. Hashem por consiguiente llevó los primeros tres días de Oscuridad para que los Benei Israel pudieran sepultar a sus muertos sin ser observados por sus enemigos

En el cuarto día, la oscuridad se condensó dentro de una masa compacta. Tan pronto como esto sucedió, los Egipcios ya no pudieron moverse: quien estaba parado debía permanecer en aquella posición por los próximos tres días, incapaz de sentarse, y quien estaba sentado ya no podía levantarse. Mientras los Egipcios estaban así inmóviles en la densa oscuridad, ellos oían abrirse las puertas de sus casas y pisadas aproximándose. Había sonidos de cajones de gabinetes y puertas siendo abiertas, mas ellos eran incapaces de levantarse y averiguar quiénes eran los intrusos y expulsarlos. De hecho, estos secretos visitantes eran los Benei Israel. Ellos habían sido informados por Moshé que al partir de Egipto, debían solicitar de sus vecinos oro y plata; por lo tanto fueron ahora a asegurarse qué items preciosos los Egipcios poseían para poder decirles más tarde, “ Dádme el artículo que vos guardáis en este y este cajón”. Ni un solo Judío, sin embargo, tomó aún el ítem más pequeño que no fuera suyo durante el periodo de Oscuridad.

Los Ben ej Israel pudieron ver incluso en el medio de la oscuridad puesto que cada Judío era acompañado por un estallido de luz dondequiera que él iba.

Extraño como ello pueda parecer, los Egipcios tuvieron una clara visión a pesar de la oscuridad- ¡ellos percibieron lo que sucedía en la tierra de Goshen! Observaron imágenes de los Benei Israel, proyectadas como si con una cámara, sentados alrededor de mesas, comiendo, bebiendo, y regocijándose. Aquella visión los llenó de una profunda infelicidad.

¿Por qué fueron los Egipcios sumergidos dentro de oscuridad mientras los Benei Israel disfrutaron luz? Los Egipcios estaban siendo castigados mídá- kenegued- midá por una de sus diversiones sadistas. Un Egipcio solía ordenar a un Judío, “Sostén esta vela encendida sobre tu cabeza mientras yo ceno, pero ¡ténla derecha! Un movimiento, y ¡tu cabeza será separada con esta espada!” Y el pobre, tembloroso Judío debía permanecer de píe inmóvil con una vela sobre su cabeza mientras el Egipcio disfrutaba su comida. Ahora Hashem revirtió sus roles, haciendo que los Egipcios permanecieran inmóviles y morosos mientras los Benei Israel disfrutaban ellos mismos.La Oscuridad, por añadidura, era simbólica del hecho de que los Egipcios habían escogido una vida de oscuridad espiritual mientras los Benei Israel habían aceptado sobre si mismos la Torá de Hashem y mitzvot las cuales son comparadas a la luz. Ellos por consiguiente merecían verdadera luz·

El Faraón emplazó a Moshé y Aharón y clamó, “¡Id, servid a Hashem! Podéis llevar a vuestros niños pequeños con vosotros también, pero dejad vuestros animales atrás como seguridad de que retornaréis”

“No,” respondió Moshé, “llevaremos todos nuestros animales con nosotros también, incluyendo aquéllos que son propiedad conjunta de un Judío y un Egipcio.Más aún, vos nos daréis a nosotros de vuestros propios animales porque no sabemos todavía cuántos sacrificios Hashem requerirá de nosotros para Su servicio.´´

El Faraón comprendió con esta réplica que Moshé obedecía sólo a Hashem y no atendía a sus declaraciones (a pesar de que el Faraón alegaba ser amo del universo).El gritó coléricamente,” ¡Desapareced de aquí, y guardaos de presentaros ante mi nuevamente, porque en el día que retornéis a ver mí rostro, vos moriréis!”.

“Bien dicho,” respondió Moshé, “Yo verdaderamente no retornaré aquí para veros.¡Hashem me dijo que yo nunca más vendré a veros ( mas en cambio, vos vendréis a yerme)!”