No hay nada arbitrario en un nombre dado en la Lengua Santa: las mismas letras que constituyen tal nombre revelan la naturaleza intrínseca de la entidad nombrada. El nombre del festival del Año Nuevo, "Rosh Hashaná," literalmente significa, no "inicio del año", sino "cabeza del año". Es decir, la relación de Rosh Hashaná con los demás días del año es análoga a la relación de la cabeza con los demás órganos del cuerpo.
Hay tres dimensiones en la relación entre la cabeza y el cuerpo. Primero, el cerebro controla el funcionamiento del cuerpo como un todo, así como el de sus órganos individuales. Segundo, la energía vital de todos los órganos se centra en el cerebro, cada uno de cuyos componentes está conectado a uno de los órganos. Finalmente, el cerebro es el asiento del poder del pensamiento, la más alta de las facultades humanas.
Nuestro servicio divino en Rosh Hashaná se caracteriza por paralelos espirituales con cada una de estas tres funciones físicas.
Primero, en Rosh Hashaná, resolvemos progresar en todos los aspectos de nuestra observancia de la Torá, y las resoluciones emprendidas en este momento influencian la calidad de nuestro servicio divino durante todo el año próximo.
Segundo, con Rosh Hashaná, empezamos los Diez Días de Teshuva (usualmente traducido como "arrepentimiento"; o mejor: "retorno"). Ya que teshuvah comprende todas las demás mitzvot, puede compensar las deficiencias en la observancia de cualquiera de las mitzvot.
Finalmente, el servicio divino de Rosh Hashaná involucra un nivel de conexión absoluta entre el hombre y D-os. Nuestros Sabios enseñan que en Rosh Hashaná D-os le pide al hombre "aceptarme como Rey sobre ti," y de hecho el reconocimiento de la soberanía de D-os es uno de los temas principales del servicio de Rosh Hashaná. Este acto de reconocimiento establece un vínculo entre la esencia del hombre y la esencia de D-os.
Tres niveles de conexión
Estos tres elementos de Rosh Hashaná están relacionados con los tres niveles de conexión con D-os.
a. El primer vínculo se establece por medio de la observancia de la Torá. Debido a que la voluntad de D-os se manifiesta en la Torá y sus mitzvot, al observarlos conectamos nuestros pensamientos, palabras y acciones con Él.
b. Sin embargo, hay un segundo vínculo más profundo con D-os. Si bien es cierto que la observancia de las mitzvot establece una conexión con D-os, las condiciones de esta relación presuponen que la persona es una entidad por separado quien desea conectarse a D-os por medio de esta observancia. Teshuva, en contraste, involucra un vínculo que relaciona al hombre con D-os directamente, sin el medio de las mitzvot.
Cada uno de nosotros comparte un vínculo con D-os que no depende del todo en nuestras acciones. Por esta razón, aún una persona que no ha establecido una conexión con D-os a través de las mitzvot o quien ha obstruido esa conexión debido a su conducta, es todavía capaz de sentir un deseo de retornar a Él.
El deseo de una persona de volver a D-os evoca una respuesta de Él. Como un padre que ama a sus hijos independientemente de su conducta, D-os mantiene un vínculo con nosotros que continúa aún cuando nuestra conducta parece alejarnos de Él. Y cuando una persona retorna a D-os en teshuva, este vínculo sale a la superficie y hace sentir su presencia.
Ya que la conexión con D-os establecida a través de la teshuva es más profunda que la establecida a través de la observancia de las mitzvot, puede compensar las deficiencias en nuestra observancia de las mitzvot. Nada puede bloquear la expresión de esta profunda conexión que compartimos con D-os.
c. Sin embargo, a pesar de la profundidad de la conexión con D-os establecida a través de teshuva, sigue existiendo cierta distancia entre el hombre y D-os. De hecho, es nuestra sensación de separación de Él lo que motiva nuestro deseo de volver a Él. En contraste, nuestra voluntad de aceptar a D-os como Rey expresa la idea del vínculo absoluto del hombre con D-os. El hombre acepta la soberanía de D-os, porque no puede concebir otra alternativa; no puede concebir la posibilidad de vivir sin un Rey.
(Esta comprensión de la relación entre Rey y súbdito también se aplica a D-os. D-os, por así decirlo, no puede concebir estar sin súbditos. Es por esta razón que Él recurre al hombre y le pide "acéptame como Rey sobre ti.")
Aceptación de la soberanía de D-os
Nuestros Sabios enseñan que D-os le dice al hombre, "Acepta Mi soberanía y luego acepta Mis decretos." La conexión con D-os que se establece por medio de la observancia de las mitzvot ("Mis decretos") es únicamente posible luego de que Su soberanía ha sido establecida. Hasta teshuva es posible únicamente después de que ha establecido la soberanía de D-os; ya que la esencia de teshuva es remordimiento por la conducta del pasado y una firme resolución de cumplir la voluntad de D-os en el futuro, y esto presupone que existe una relación entre rey y súbdito.
En nuestro servicio divino en Rosh Hashaná, nos concentramos por lo tanto en el núcleo de nuestra relación con D-os, la aceptación de Su soberanía, ya que esto sirve como la base tanto para nuestra observancia de las mitzvot como para nuestra capacidad de hacer teshuva.
Un ser desinteresado
¿Por qué es establecido nuestro vínculo absoluto con D-os a través de la aceptación de Su Reinado? La respuesta se encuentra en darnos cuenta de que muy en el fondo, bajo las variadas facetas periféricas de nuestras personalidades, el núcleo mismo de nuestra existencia es nuestra alma divina, una "parte real de D-os desde arriba." Por lo tanto, no es la libre expresión de nosotros mismos, "ser nosotros mismos," lo que expresa quiénes somos realmente. En vez de eso, es en la aceptación de la soberanía de D-os que nuestro potencial Divino encuentra su expresión. Alcanzando el núcleo de nuestra relación con D-os, es que damos voz al centro de nuestro propio ser, a ese elemento depuradísimo que es verdaderamente nosotros mismos.
Así cuando una persona le pide a D-os: "Reina sobre todo el mundo en Tu gloria," su solicitud debe ser un deseo profundamente sentido, no meramente una declaración superficial. Todo aspecto de nuestro ser - y la esencia de nuestro ser - debe ser dada a D-os.
Nuestra aceptación del Reinado de D-os en Rosh Hashaná acelera la última expresión de Su Reinado que tendrá lugar en la Era de la Redención. Para ellos "D-os será el Rey de todo el mundo; y en ese día, Él será Uno y Su Nombre será Uno." Quiera D-os que esto se manifieste en el futuro inmediato.
Adaptado de Likutei Sijot,
Vol. IV, Rosh Hashaná; Vol. XIX, Sucot
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