Desde la época bíblica, se han utilizado distintos fenómenos astronómicos a fin de establecer definiciones específicamente judías del día y de sus horas, de los meses y de los años.
La longitud de los días y de las horas varía según la estación; depende de las horas de la puesta del sol, del anochecer, del alba y de la salida del sol. Los meses y los años del calendario judío están establecidos por los ciclos de la luna y del sol.
Si bien los meses se rigen por el ciclo lunar, los meses lunares siempre deben alinearse con las estaciones del año, y estas se rigen por el sol. Por lo tanto, el calendario judío es “luni-solar”. La discrepancia entre el año solar (365 días) y el año lunar (354 días) fue resuelta añadiendo cada tanto un decimotercer mes al año, formando así lo que se llama el “año bisiesto”.
En la Antigüedad, se le asignaba a la Suprema Corte (Sanedrín) de Jerusalén la tarea de determinar el comienzo de cada mes y el equilibrio entre el año solar y el año lunar. Sus miembros se apoyaban en la observación directa de la Luna nueva, los datos astronómicos y demás consideraciones.
Sin embargo, en el cuarto siglo después de la destrucción del Templo, cuando la opresión y la persecución amenazaron con poner fin a la continua existencia de dicha Corte, se instituyó un calendario fijo basado en los secretos guardados cuidadosamente de cálculos de fechas del calendario del Sanedrín. Se trata del calendario permanente con el cual los judíos del mundo entero calculan y celebran las Lunas nuevas y las festividades.
Al igual que el sistema original de observación, este sistema está basado en el principio luni-solar. También, aplica ciertas reglas que combinan, en un sistema de increíble precisión, complejos cálculos astronómicos con los requisitos religiosos.
En las páginas siguientes, encontrarás un breve compendio de los factores que controlan la determinación de la hora, eldía, el mes y el año judíos.
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