Pregunta:

Últimamente estoy batallando con el concepto de la existencia de Di-s, y de mi eventual muerte. No me gusta para nada la idea de algún día no estar más aquí.

 Lo que más me incomoda es que quizás Di-s y la eternidad de la vida son tan sólo creaciones de nuestra mente para protegernos contra algo que no podemos digerir. Deseo creer, pero es exactamente eso lo que me preocupa. ¿Cómo distingo entre lo que es verdad y lo que es tan sólo un pensamiento reconfortante?

Respuesta:

Tengo dos cosas conflictivas entre si para decir. Pero, la verdad siempre es conflictiva.

La primera, es que no hay nada más verdadero que nuestras emociones. Sabes que la silla existe porque estás sentado sobre ella; el piso existe, porque caminas sobre él; la pantalla de la computadora, porque la ves. Todas estas cosas las sabes por sensaciones externas. Pero las emociones, son tu realidad interna.

Ésa es la mitad de la verdad. La otra mitad es que la verdad es algo más grande que cualquiera de nosotros. No es una sensación dentro de nosotros, caminamos alrededor y adentro de ella y nos sorprende en cada esquina. La verdad se encuentra dejando nuestros límites subjetivos para ver el contexto entero.

Antes que digas que todo esto suena contradictorio y absurdo, quisiera aclarar que esta verdad que se basa en dos verdades opuestas, fue la primera verdad con la cual se topó el primer ser humano. Pues el Midrash nos cuenta, cuando Adán fue creado y miró alrededor suyo al resto de la Creación, y concluyó, “todo esto fue creado sólo para servirme - o sea que la verdad yace dentro de mí”... “y yo fui creado sólo para servir a mi Creador - o sea que la verdad yace más allá de mí”.

Lo mismo ocurre en el acto de una Mitzvá. Estos dos opuestos ocurren en cada Mitzvá: por un lado lo hago porque estoy obligado a hacerlo, tanto si lo siento como si no. Ésta es la traducción de la palabra “Mitzvá” - un comando.

Y cuando lo hago, lo hago con todo mi corazón, mente y alma. Lo hago mío. Es mi Mitzvá.

Esto se expresa en cada faceta del judaísmo, en el rezo, en la forma que estudiamos Torá; en cada pensamiento coexiste esta paradoja.

Porque si uno toma solamente una parte y no la otra, la verdad se desliza de sus manos. La verdad es justamente la fusión de ambos.

En términos prácticos, aplicado a su dilema: Mientras que su fe y el uso de la fe sean convenientes y se acomoden a sus gustos, no podrá saber si realmente tiene al verdadero Di-s o está sirviendo a su propio ídolo. Sólo cuando aceptas aquellas Mitzvot que no te satisfacen y no son acordes a tu estilo de vida, ahí existe una posibilidad que estés tocando la verdad.

Como Abraham, que fue probado diez veces en su vida, haciendo cosas que eran enteramente contrarias a su naturaleza. Como judíos que a través de la historia se aferraron a su judaísmo a pesar de que no era particularmente cómodo ser judío durante la mayor parte de la historia. De hecho, un gran número cayó bajo la presión. Pero aquellos que buscaron la verdad se mantuvieron. Como el judío de hoy en día, que después de 3.300 años de intentar, todavía no puede explicar por qué hace las cosas que hace -y de todas formas sabe que debe hacerlas porque están más allá de él, y funcionan, porque la verdad es más grande que mi pequeño cerebro.

Mi sugerencia: Enrolle alrededor de su cabeza y su brazo, la Mitzvá más retorcida. Compre un par de Tefilín y póngase esas cajas de cuero negras con sus correas cada mañana. Puede intentar buscarle el sentido, pero nunca realmente lo encontrará. Haga algo que lo lleve más allá de lo que su mente imagina posible.