Me quemé el dedo esta mañana. No era nada grave realmente, apenas una de esas pequeñas quemaduras irritantes que ocurren al intentar abarcar demasiado en la rutina apresurada de la mañana.

Procuraba preparar el almuerzo de mi hijo, el transporte escolar tocaba la bocina… y el plato de la microonda estaba muy caliente. Negligentemente, lo saqué y note lo abrasador que estaba cuando ya era demasiado tarde.

Durante las próximas horas, el área alrededor de mi dedo estaba roja y sensible. Durante un rato lo mojé en una palangana de agua fría y el dolor cedió. Pero tan pronto como lo quité, el dolor volvió. Tocar cualquier cosa caliente, o aún sumergir ligeramente mi dedo en un líquido tibio, daba lugar a un dolor terrible. Volver a mis tareas diarias normales estaba fuera de cuestión. El área seguía muy sensible. Necesitaba cuidado especial.

Aprendí algo de mi quemado dedo- además de tener más cuidado sobre lo que tocó durante mi trajín de la mañana.

Cada uno de nosotros tiene alguna parte que “se ha quemado” que - un punto de sensibilidad  en nuestras vidas. Es esa parte herida la que necesita un cuidado delicado y un tratamiento calmante.

Cuando algo o alguien toca esta área dolorida, experimentaremos una sensación ardiente de daño, de la cólera o de tristeza. Puede ser un comentario suave, inofensivo, pero con cualquier contacto con esa parte lastimada de nuestros egos, nos recorre un dolor intenso. Puede que sea una  acción inocente, una que no tuvo la intención de causarnos sufrimiento alguno, pero la sola manipulación de esta área dolorida crea un malestar profundo.

La lección que descubrí es que no es la acción ni el comentario la culpable. Es nuestra propia sensibilidad la que nos ha causado el dolor.

Así pues, antes de replicar con resentimiento, pena, o rabia ante la audacia del individuo—antes de que incluso le dejemos saber lo que pensamos de él y sus comentarios— quizá necesitamos preguntarnos: ¿se justifica nuestra cólera? ¿Era el comentario o la acción realmente ofensiva, o es éste un punto dolorido, sensible en nuestra vida?

Y, antes de hacer un comentario que puede ser malinterpretado, debemos pensarlo dos veces, y controlarnos. Si no, puede ser que toquemos inadvertidamente la “quemadura” del otro, haciéndolos experimentar un enorme malestar.

Porque cada uno de nosotros tiene algunos puntos doloridos….