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1. En esta Sección Semanal está escrito que "Moshé separó tres ciudades en la margen oriental del [río] Jordán, para [que pueda] huir allí el homicida que hubiese matado a su prójimo sin intención"1. Este versículo alude a los Aréi Miklát, las "Ciudades de Refugio" [establecidas para resguardar del 'vengador' a aquellos que, involuntariamente, llegaran a quitar la vida a su semejante2].

Los caminos que conducían a las Ciudades de Refugio debían estar mejorados [y en condiciones óptimas para facilitar la llegada del homicida involuntario a alguna de ellas. También, y con ese objeto], tenían [al menos] 32 codos3 de ancho4, y en cada bifurcación de caminos había un cartel [con las palabras] "Refugio, refugio", para señalar la dirección [correcta] a seguir hacia éstas5.

Dado que en el plano físico hallamos una serie de pormenores [requeridos] respecto de las Ciudades de Refugio [y los caminos que conducían hacia ellas], se entiende de ello que también respecto de las "Ciudades de Refugio espirituales" –las palabras de Torá, sobre las que fuera dicho: "Las palabras de Torá amparan"6 [es decir, protegen a quien las estudia] del 'homicida espiritual' del alma7 (como se explicara en el Maamar8 [de este Shabat])– hemos de hallar idénticos componentes [en su sentido espiritual, análogos a aquellos aplicables a las Ciudades de Refugio de la realidad concreta].

2. En realidad, lo cierto es a la inversa. La realidad física de algo no constituye la causa de su existencia [también] en la dimensión espiritual, sino todo lo contrario: la existencia primordial [y esencial] de toda cosa es su realidad espiritual y, en consonancia con sus características preestablecidas en aquella dimensión, de allí desciende hasta tomar 'cuerpo' también en una entidad análoga en el plano de lo físico.

Este principio se explica en Shnéi Lujot HaBrit9 en conexión con la frase: "La Torá habla de las esferas inferiores, [mundanas,] pero alude a las esferas superiores, [espirituales]". En realidad, [dice el autor de Shl"ha10, lo cierto es a la inversa:] la Torá se expresa en términos de las dimensiones superiores, pero nosotros sólo captamos el nivel [superficial] de [sus conceptos,] aquello que es meramente una insinuación de lo inferior, el plano físico de la Creación.

Tal como este concepto se aplica a todos los temas de la Torá, sucede lo propio con las Ciudades de Refugio. Todas las características y particularidades que hacen a ellas en el plano físico se encuentran también en las "Ciudades de Refugio espirituales". Pero [como se explicara antes,] es a la inversa: lo primordial y esencial de las cosas existe en la realidad espiritual, sólo que de allí [estos aspectos] descienden hasta llegar a corporizarse [en el plano físico].

3. Si fuésemos meritorios, captaríamos cada aspecto [de la realidad mundana de una manera] de "arriba hacia abajo", es decir, entenderíamos las cosas en su [verdadera] dimensión, [desde su raíz] espiritual, y se daría por sentado que, inexorablemente, si algo existe en el mundo espiritual, también ha de estar presente en el plano de la materia física11 [pese a que es posible que todavía no se haya obtenido el conocimiento acerca de ello12].

Todos los aspectos que componen la Creación, [sean tangibles o intangibles,] pueden ser captados [desde una perspectiva profunda, a modo de] "de arriba hacia abajo", es decir, "mirarlos" [con los "ojos del intelecto"] tal como estos son en su estado espiritual y, en consecuencia, comprender que, obviamente, así son [análogos a sus características en su raíz espiritual,] también físicamente.

[El siguiente relato ilustra el concepto recién expuesto:]

Mi suegro, el Rebe [anterior], contó que a su padre, el Rebe Rashab13, no le gustaba que lo importunaran entre el lavado ritual de manos –netilat iadáim– y la [siguiente] bendición HaMótzi [que se recita antes de comer pan]. Si bien según la Halajá –Ley Judía– sólo se considera interrupción [entre estas dos instancias] el hablar o el transcurso de cierto tiempo14 , el Rebe no permitía, no obstante, que lo molestaran entre estos dos momentos siquiera con [decirle algo que ocasionara] el desvío de su pensamiento. Alrededor de los años 5654-5655 (1894-1895), científicos en el campo de la medicina descubrieron una vena en el cerebro que contribuye a la memoria y a la concentración. Uno de los integrantes de la familia15 del Rebe se sintió muy fascinado con esta noticia y la mencionó al Rebe en el momento de [lavarse las manos para] la comida. El Rebe escuchó, pero nada dijo. [Una vez finalizada la comida,] luego del Bircat HaMazón –la bendición para después de las comidas– pidió [a todos los presentes] que esperaran un instante, fue a su estudio, trajo de allí un manuscrito de Discursos Jasídicos del Míteler Rebe16, y les mostró cómo aquella vena era descripta allí en un breve párrafo de 6 o 7 líneas. El Míteler Rebe menciona allí que en el cerebro hay un conducto lleno de gases que se mueve a uno y otro lado y contribuye

a la memoria y a la concentración. Cuando este conducto se mueve en dirección al cerebro de jojmá y biná17 asiste a la memoria, y cuando lo hace hacia el de dáat, ayuda a la concentración. Por eso vemos que cuando la persona desea recordar algo, alza la cabeza, y cuando quiere concentrarse en algo, la baja.

Entonces le preguntaron al Rebe Rashab: "Siendo así, ¡¿el Míteler Rebe era un gran científico?!" El Rebe respondió: "El Míteler Rebe sabía acerca de este conducto porque éste existe en lo Alto en el Hombre Superior, [la configuración de las Sefirot en los mundos espirituales,] por lo que, obviamente, también el ser humano en el plano inferior, [cuya estructura espiritual y física deriva de las Sefirot, el Hombre Superior,] debe tenerlo"18.

[Si el principio expuesto rige para las cuestiones del cuerpo humano,] con mayor razón es vigente respecto de los conceptos y temas de la Torá; con certeza, estos pueden ser vistos "de arriba hacia abajo" –es decir, del modo en que los conceptos son captados tal como se encuentran en su faceta espiritual se puede deducir cómo son en el plano físico–. Así, en Igueret HaKodesh se menciona19, respecto del estudio de las Halajot en la Era Mesiánica, que al conocer la realidad espiritual de las cosas, [al estudiarlas tal como son descriptas en la faceta mística de la Torá,] podremos saber cómo son en la dimensión física.

Sin embargo, dado que no tenemos el privilegio de ver las cosas desde este ángulo, debemos tomar todas nuestras cuestiones [a la inversa,] "de abajo hacia arriba": viéndolas cómo son en el plano físico, deducimos cuál es su paralelo espiritual.

4. [Volviendo al tema inicial, y en el espíritu de lo antedicho, analizaremos el concepto de las Ciudades de Refugio conforme su aplicación práctica, para deducir de ello indicaciones y enseñanzas vinculadas al alma, la faceta espiritual de la persona:]

En el plano de lo concreto, lo físico, las Ciudades de Refugio no sólo ayudaban al homicida involuntario, sino también al asesino deliberado. El homicida intencional debía huir a una Ciudad de Refugio mientras las autoridades judiciales examinaban su caso20. Su estadía temporal en la Ciudad de Refugio lo protegía de ser ajusticiado a manos del vengador de la víctima. Lo mismo sucede en el nivel espiritual: Las palabras de Torá absorben y protegen incluso al "asesino intencional", es decir, a aquel que cometió pecados deliberadamente.

[Otro punto a inferir del tema en cuestión se vincula con la permanente ayuda que Di-s brinda a cada judío para que se mantenga en la ruta correcta:]

Físicamente, los caminos que conducían a las Ciudades de Refugio debían estar en estado óptimo y ser amplios, facilitando de ese modo la ruta de huida al asesino. Asimismo, en cada bifurcación de caminos había emplazado un cartel que señalaba en qué dirección continuar, pues cuando el asesino ignora qué rumbo tomar no basta con el mero hecho de que la senda sea ancha y este en buen estado.

Algo similar ocurre en el ámbito de lo espiritual:

El camino [de acercamiento] a la Torá es, de por sí, fácil y amplio. Pero, además, el Todopoderoso nos muestra por dónde ir. Esto es así dado que al hombre se le concedió la facultad del Libre Albedrío, como declara el versículo: "Mira, he puesto hoy ante ti la vida y el bien, la muerte y el mal"21. Por lo tanto, si el individuo no recibe buena orientación, podría tomar el camino equivocado escogiendo la muerte y el mal, Di-s libre. Por eso, Di-s Se "para" [delante de la persona], para decirlo de alguna manera, con un cartel que dice "¡Refugio! ¡Refugio!" Con ello nos alerta a escoger el camino correcto, como está escrito: "Y elegirás la vida"22. Este es el concepto de "El Santo, bendito sea, lo ayuda [a imponerse al Iétzer HaRá –la Inclinación al Mal–]"23.

Debido al Libre Albedrío concedido al ser humano, una persona podría llegar a elegir el mal, Di-s libre. Por lo tanto, todos debemos recurrir a la asistencia que viene de lo Alto. El Todopoderoso le dice: "¡Refugio! ¡Refugio! ¡Toma el sendero de la vida y el bien!" Si [un Sabio de la talla espiritual de] Rabí Iojanán ben Zakái dijo de sí mismo [instantes antes de abandonar este mundo:] "Ignoro por qué camino seré conducido"24, [pues temía que –pese a su perfecta conducta en el pensamiento, la palabra y la acción– en lo profundo de su ser interior, la esencia de su alma, aún subsistiera el vínculo con los planos de la impureza,] con más razón otros [que están lejos del excelso nivel de Rabí Iojanán,] y particularmente aquellos que viven en una época [como ésta] de oscuridad doble y redoblada, ciertamente no están preparados para saber el camino a transitar [en sus vidas]. Ellos deben apelar a la ayuda de lo Alto, con la que Di-s les dice hacia dónde dirigirse.

5. Si la persona desea que Di-s le muestre el camino a seguir, ella misma debe actuar de modo similar [a lo que pretende que Di-s haga para ella], pues "La medida del Santo, bendito sea, es medida por medida"25.

[Concretamente, esto significa que] debemos salir al "cruce de caminos", allí donde se encuentran judíos que ignoran el rumbo correcto [a tomar en sus vidas]. Debemos acercarnos a ellos y exclamar: "¡Refugio! ¡Refugio! ¡Dirígete a la 'derecha', que conduce al 'refugio', un resguardo del 'vengador de la sangre', el Satán que 'desciende [al mundo] para seducir y luego asciende [al Cielo] para denunciar'26. No te dejes llevar a la 'izquierda', Di-s libre, pues ello lleva al abismo y la perdición".

Esta tarea incumbe a cada uno de nosotros. Cada uno debe "pararse" en los "cruces de caminos", exclamar "¡Refugio! ¡Refugio!", y señalar la senda correcta. Si bien esta actitud demanda que uno esté permanentemente parado en el "cruce de caminos", un lugar [que implica y genera una situación de riesgo] en el que el camino se bifurca hacia la "izquierda", la persona no debe inmutarse por ello ni dejarse impresionar, pues es precisamente ésta la postura que lo lleva a concretar la misión que le fuera encomendada [por Di-s].

La mencionada actitud, [que en realidad es más bien un estilo de vida a adoptar en épocas como la presente,] coincide con precisión con la máxima de Rabí Mordejái HaTzadík en nombre del Baal Shem Tov: "El alma desciende a este mundo y vive 70 u 80 años para hacer un favor material a un judío y, con más razón, uno espiritual"27. Por lo tanto, vale la pena [esforzarse, e incluso sacrificadamente, por] estar "parado" todo el tiempo en el "cruce de caminos", para que [siquiera] una única vez pueda indicar a un único judío la senda que conduce al "refugio de la Torá".

6. Cuando el judío tiene esta abnegada actitud para con los demás, Di-s le mostrará a él el camino que conduce a la vida y al bienestar.

Mientras la persona se planta como un "cartel" en el "cruce de caminos" y exclama "¡Refugio! ¡Refugio!", en ese momento no sabe si el otro acatará su llamado, o si hay del todo alguien que esté escuchando lo que dice; [y es posible que] ni siquiera vea a otras personas andando. Pero esto no la afecta, pues él [no] es [más que] un "cartel parado en la bifurcación de caminos" que señala la ruta que conduce al "refugio", aquella senda que protege del Iétzer HaRá y resguarda del Satán.

Si bien es posible que nada haya logrado, al "pararse en la bifurcación de caminos" e indicar a los judíos la dirección correcta, él [hizo todo lo que de él depende y se espera, por lo tanto,] ha cumplido su misión. Por eso, Di-s le mostrará a él la senda de "elegirás la vida" [y lo asistirá en su elección y determinación de marchar por ésta]. De hecho, él no es más que alguien que "sirve

a Di-s" –ovéd Elokím– y no un "sirviente de Di-s" –éved Havaiá–, o sea, aún se encuentra en medio de su servicio28, [él está sirviendo –en presente y en la forma activa– a Di-s; este calificativo responde al estado espiritual interior de la persona, en el que] todavía tiene que lidiar con su Iétzer HaRá –la Inclinación al Mal– sin haber podido, pese al paso del tiempo con el denodado esfuerzo de su avodá, debilitarlo. Es más, no sólo que aquel conserva su potencia original, sino que, por el contrario, "con el paso del tiempo ha logrado más fuerza porque [esta persona] lo ha utilizado considerablemente comiendo y bebiendo etc." 29 Y es en virtud del Iétzer HaRá que la persona podría elegir, Di-s libre, "la muerte y el mal". Sin embargo, [sin tomar en cuenta que él mismo está todavía en medio del servicio –por lo que enfrenta la férrea oposición de su Instinto–, en virtud de su abnegada labor de servir de "cartel indicador" para otros judíos,] el Todopoderoso lo conduce por la senda de la vida y el bienestar, [como está escrito que] el Santo, bendito sea, "Se para a la derecha del menesteroso para salvarlo de aquellos que juzgan su alma"30.

(De una Sijá de Shabat Parshat Matot-Maséi 5712)