Pregunta:

Siento que estoy perdiendo la fe como resultado de las últimas tragedias sucedidas en el mundo. ¿Si Di-s permite que suceda tal sufrimiento, cómo puedo creer en Él? ¿Usted tiene algún argumento en defensa de lo que Di-s hizo?

Respuesta:

Comparto su horror por las tragedias que el mundo ha presenciado hace poco tiempo atrás. Cualquier persona pensante debe formular las preguntas que usted está haciendo. Algunos sienten que este desafío a su fe es insuperable. Eso es entendible. Pero quizás, sin defender a Di-s, tenemos que separar entre rechazar a Di-s y estar enfadados con Él.

Cuando una persona inocente sufre, nos enfrentamos con una contradicción: la creencia en un Di-s justo y bondadoso por un lado, y el sufrimiento de inocentes por el otro. La mayoría prefiere el camino fácil fuera de la tirantez moral causada por esta contradicción y se aplaca con una de estas dos posiciones simplistas: Di-s no es responsable, porque Él no existe o Él es impotente; o las víctimas no eran inocentes y merecían el castigo.

El pensamiento judío, sin embargo, no busca soluciones fáciles.

Una mirada diferente:

1) Di-s es responsable. No podemos aceptar la teología pusilánime que asegura que Di-s no es responsable- que algo que pasa en el mundo que no concuerde con nuestra idea de Su bondad es un acto inmoral e indiferente de la naturaleza. ¿Quién es responsable por la naturaleza sino Di-s? ¿Y qué clase de Di-s es Él, si no puede controlar la naturaleza?

2) Este no es un castigo. Di-s no es un tirano malvado que castiga indiscriminadamente al malo junto con el inocente. Incluso en el diluvio bíblico se salvaron los inocentes. ¿Qué persona moral podría tener el descaro de decir que todos aquellos que perecieron en el tsunami lo merecían?

3) No queremos una explicación. Si tuviéramos una explicación, entonces podríamos seguir como de costumbre con nuestras vidas. Podríamos sentirnos cómodos pues hay una buena y aséptica justificación por los centenares de miles de muertos y el sufrimiento de millones. Ésa sería una tragedia aún mayor.

4) Podemos sentirnos decepcionados con Di-s. En la tradición judía, incluso las personas más virtuosas han objetado las decisiones de Di-s. Abraham intentó defender a los habitantes de Sodoma cuando Di-s quiso destruirlos, y Moshé intercedió por los israelitas después del episodio del Becerro de Oro, cuando Di-s había decretado que fueran exterminados. No tenemos que estar de acuerdo con los decretos Divinos. Tenemos el derecho de sentirnos perturbados con Di-s. Incluso después del evento, aunque aceptemos que Él es el Verdadero Juez, si lo que vemos y sentimos es una injusticia, no podemos hacer las paces con ello. Debemos gritar a Di-s y exigir que finalice tal dolor.

La respuesta judía a la tragedia es atrevida y desafiante: no resuelvas la paradoja, permítele que te perturbe. Hay una contradicción real: un Di-s bondadoso ha permitido el sufrimiento inimaginable, y esto no tiene el sentido. De la tensión de enfrentar esta contradicción viene un impulso de hacer algo- el mundo debe cambiar para ser un lugar sólo de bondad y paz. El sufrimiento de los inocentes no encaja en mi visión; así que debe acabar.

Debemos hacer lo que podemos para aliviar el sufrimiento de las personas que se hallan alrededor de nosotros. Entonces podremos volvernos a Di-s y demandar que Él haga lo mismo. No abandone la creencia en Di-s, y no abandone la creencia en la inocencia humana. Permita que ambas creen una sagrada tensión que produzca pasión por la bondad—y haga algo con ello.