Una buena amiga mía tiene un hijo disminuido físicamente que está confinado en una silla de ruedas. Sin embargo, a pesar de la constante adaptación que debe hacer la familia, un huésped en su casa no se da cuenta de las limitaciones del niño. Siempre están concentrados en la considerable inteligencia y habilidades de la criatura, que son inmensas. Recientemente, mientras interactuaba con el niño en otro marco, que conmovida al descubrir todo el peso de las limitaciones físicas de la criatura. Realmente esa familia ha creado un hogar en el más profundo sentido de la palabra, que provee a su hijo de un refugio de las limitadoras experiencias que enfrenta en el mundo.

Este modelo de familia es el que debemos emular en el hogar que le damos a nuestros hijos, un hogar que es un refugio, donde el niño puede huir de la implacable embestida de experiencias limitadoras y destructoras de la auto confianza que continuamente enfrentan en el mundo como parte inevitable del proceso conocido formalmente como "obtener un educativo crecimiento".

Cuando era niña creía que cantaba muy bien, y esta presunción nunca fue contradicha hasta que fui probada para el coro de la escuela. Tras esa prueba, no me presente para ninguna otra como cantante, ni siquiera lo intenté. Aprendí ese día que no soy "una cantante". La prueba redujo mi auto concepto, y provocó que me viera más limitada de lo que antes había creído de mi misma. Sin embargo, en la seguridad de la casa de mi abuela, la cantante que aun hay en mi interior emerge y lleva a cabo actuaciones espontáneas para mi abuela y mi tía abuela, quienes nunca dejan de dar a entender con un gesto que esas actuaciones son dignas de la calidad de Broadway. En la escuela yo estaba limitada, pero en la casa de mi abuela, estaba libre de esas limitaciones. Su hogar era mi refugio.

Todos tenemos alguna clase de desventaja o limitación. Hay niños que no pueden sentarse en silencio, niños que no disfrutan la lectura, niños desorganizados, niños con problemas de aprendizaje, niños que luchan por comprender conceptos mientras sus hermanos llegan a una comprensión avanzada. Algunos niños corren lentamente o corren desmañadamente y otros son elegidos últimos en los equipos deportivos, o siempre dejan caer la pelota.

Hay niños con limitaciones físicas, cuyas desventajas son obvias a primera vista. Sin embargo hay otros que están profundamente limitados, profundamente traumatizados, pues no hay un lugar para huir del implacable tsunami de críticas que continuamente los amenaza. En mi trabajo como terapeuta, también he visto a esos niños como desaventajados. Las desventajas son mucho más difíciles de detectar y tratar pues están profundamente ocultas en lo más recóndito de sus almas.

Nuestros niños son concientes de sus fuerzas y debilidades, de la misma forma en que son concientes de sus propios cuerpos, pero no le dan la misma importancia que nosotros. Ellos no necesariamente las ven como limitaciones que tienen el poder de evitarles admitir sus sueños. Mientras que los adultos se definen a sí mismos por lo que son y por lo que pueden llevar a cabo razonablemente, los niños se definen por sus sueños.

Como padres tenemos una alternativa. Podemos elegir suspender nuestro conocimiento de las duras realidades de la vida, que los corredores lentos no se pueden convertir en estrellas del baseball, que las niñas desmañadas no pueden convertirse en bailarinas, para nutrir el sentido del se en desarrollo de nuestros hijos, y preservar su sentido de ser un alma ilimitada, solo definida por el poder de sus sueños todo lo posible.

Podemos elegir el crear un hogar que además refuerce las limitadoras experiencias que reciben en el mundo, un hogar que se concentre en sus defectos en las áreas en las que ellos no están a la altura, la clase de hogar donde se critica libre y frecuentemente; o podemos elegir crear un refugio para nuestros hijos, un hogar donde pueden escapar del aplastante confinamiento de sus límites, un hogar donde no necesitan estar a la altura, porque son queridos por lo que son, y por nuestra familia.

Como padres nuestra elección no depende de la clase de gravedad de las limitaciones de nuestros hijos. Por el contrario, frecuentemente, los padres de aquellos con las limitaciones más graves crean el mejor refugio, como el que mi amiga ha creado para su hijo. Por lo tanto, la elección no depende de nuestros hijos. Sino que la elección depende puramente de nosotros.