Al Rebe de Lubavitch le agradaba contar cierta historia acerca de un niño de cinco años y un anciano de 99. El niño era Rabí Shalom Dovber Schneerson, nacido el 20 de MarJeshvan del año 5621 (1860), quien fuera el 5to Rebe de Jabad desde 1882 hasta su fallecimiento en 1920. El hombre de 99 años vivió 36 siglos antes; su nombre era Abraham y fue el primer judío.

La historia era la siguiente: "Cuando Rabí Shalom Dovber tenía cuatro o cinco años, visitó a su abuelo, Rabí Menajem Mendl de Lubavitch. Al entrar a la habitación de su abuelo, el niño estalló en un amargo llanto. Su maestro en el Jeider (escuela tradicional judía) le había enseñado que la porción semanal de la Torá que se leía esa semana- Vaierá- comenzaba relatando que Di-s se reveló a Abraham.

"¿Por qué Di-s no se me presenta a mí?" -sollozaba.

Rabí Menajem Mendl le respondió: "Cuando un judío, un Tzadik (justo), decide circuncidarse a los 99 años -es decir, sigue perfeccionándose- es merecedor de que Di-s Se revele a él".


El Rebe narró esta historia docenas de veces. El relato, seguido por una discusión referente a los múltiples significados y lecciones que el Rebe encontraba en él, era un tópico regular en los Farbrenguens (reuniones Jasídicas) que llevaba a cabo en el día del cumpleaños de Rabí Shalom Dovber, que este año cae justamente el Shabat de Parshat Vaierá. La Parshá comienza con el relato de la revelación de Di-s a Abraham luego de que se hubiera realizado el Brit Milá a los 99 años.

Creo que sé por qué al Rebe le agradaba esta historia. La pregunta del niño y la explicación del abuelo expresan dos extremos, cuyos contrastes y síntesis son el sello característico de la visión del Rebe de la vida.

Imagine: un niño de cinco años solloza porque Di-s no se le Ha revelado. "Ver" a Di-s -alcanzar la perspectiva de la Verdad de las Verdades- es el objetivo último de toda búsqueda espiritual. Es la meta que le toma al más grande de los grandes, al menos toda la vida alcanzar. ¡Y aquí un niño -uno muy especial, pero que de todas formas se encuentra en el comienzo de su camino espiritual, se siente preocupado, hasta llegar a las lágrimas, pues no ha conseguido esta meta!

Por otro lado, tenemos a un hombre de 99 años con la trayectoria espiritual más extraordinaria detrás de sí, que reconoce que aún no es perfecto -que debe todavía cambiar, crecer y mejorar.

El Rebe veía a estos dos prototipos no como dos posiciones conflictivas de la vida, sino complementarias e indispensables una para la otra. Esforzarse por lograr lo más excelso, pero jamás sentir que uno ha llegado. Tener aspiraciones inmensas, pero permanecer humilde. Decir: Deseo, puedo hacerlo todo -mas, no importa cuánto haya logrado, saber que aún queda mucho por hacer.