Cuando Moshe informó al Faraón sobre la décima plaga, la muerte de los primogénitos, le dijo que ocurriría “como a la medianoche”. ¿Por qué dio Di-s el horario en que ocurriría la plaga, cuando en las otras plagas no lo hizo? ¿Cuál es la diferencia entre esta y las otras plagas?
Otra diferencia notable es que Di-s mandó al pueblo judío a hacer una señal en las jambas de sus puertas para no ser afectador por la plaga. Dado que “fue dado permiso al destructor para destruir”, no había distinciones entre justos y malvados, por lo que era necesaria una señal para distinguir entre el pueblo judío y el egipcio.
Sin embargo, aparentemente, en las plagas anteriores también fue “dado permiso al destructor”, y a pesar de eso, los judíos no fueron afectados por las mismas. ¿Por qué específicamente en la plaga de los primogénitos debía haber una señal?
La diferencia entre la décima plaga y las anteriores consiste en que en las anteriores el modo de “dar permiso al destructor” era limitado. Aún aquellas plagas que afectaron tanto las posesiones de los egipcios como sus vidas, como la plaga de bestias salvajes, la forma de destruir estaba limitada a la forma de destrucción que podía causar aquella plaga, por lo que la forma de destrucción era limitada. La plaga de muerte de los primogénitos consistía en una muerte sin límites, dado que no había una forma específica en que esta plaga actuaba, por lo cual fue necesaria una señal para diferenciar judíos de egipcios.
Una diferencia más profunda: el objetivo principal de las plagas no era el de castigar a los egipcios sino, como la Torá misma lo dice, “que sepan que Yo soy Di-s”. Es por eso que las plagas no afectaron al pueblo de Israel, ya que éstos ya reconocían a Di-s como Amo del universo. Sin embargo, la última plaga tenía como objetivo matar a los primogénitos, no “que sepan”, dado que los afectados por esta plaga morían! Por eso era necesario advertir la posibilidad de que el atributo Divino de severidad y juicio no diferenciase entre judíos y egipcios, ya que, como cuentan nuestros sabios, el pueblo judío estaba hundido en la impureza de Egipto, al punto que eran idólatras. Para marcar la diferencia, fue necesaria una señal.
Sin embargo, queda por preguntar: Si el nivel del pueblo judío era tan bajo que era posible que “el destructor” lo afectase también ¿cómo una señal ayudaría a salvarlos?
Para entender la respuesta, debemos entender la fuente de la plaga de la muerte de los primogénitos. Nuestros sabios dicen que esta plaga la ejecutó “El Santo, bendito sea, mismo”, que está por encima de su propio atributo de juicio. En la esencia de Di-s, no tienen lugar los juicios y sentencias contra el pueblo judío.
A partir de esta explicación, entenderemos por qué esta plaga debía ocurrir a la medianoche. La sabiduría de la Cabalá explica que la noche se divide en dos partes: la primera parte es regida por el atributo Divino de severidad (y juicio), dado que vemos que la oscuridad se profundiza con el avance de la noche, y la segunda mitad está regida por el atributo Divino de bondad, ya que la luz se va intensificando con la llegada del día. La medianoche indica el momento en que estos dos atributos, severidad (oscuridad ) y bondad (luz) se unen. La unión de dos opuestos es sólo posible con la revelación de un nivel que esté por encima de ambos: “El Santo, bendito sea, mismo”.
Esto significa que en la plaga de los primogénitos se reveló el amor esencial entre Di-s y el pueblo judío, que no depende del comportamiento del pueblo judío. Es como el amor entre un padre y un hijo, que no puede ser afectado por ninguna causa y es esencial.
Es por eso que Moshe debía decirle al Faraón la hora en que ocurriría esta plaga, para indicarle el nivel espiritual de donde la misma provenía, de manera que él y sus sabios no pensasen que una plaga donde “se dio permiso al destructor” afectaría al pueblo judío y al egipcio por igual. Esta plaga ocurriría “a la medianoche”.
Con todo esto, fue necesario que el pueblo Israelita hiciese una señal en sus puertas, para ser distinguido. Esto encierra una enseñanza particular. Toda bendición Divina, debe ser traída al mundo físico a través de una acción. A pesar de que “El Santo, bendito sea, mismo” estaba revelando su amor esencial por el pueblo judío, para poder materializar ese amor en la salvación de la plaga y la posterior redención de Egipto, debía haber una acción por parte del pueblo judío donde se pudiese investir la revelación Divina.
De la misma manera hoy, así como salimos de Egipto, podemos salir de este exilio prolongado, y sólo depende de nuestras acciones en Torá y Mitzvot hoy
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