Tefilín es una forma distintiva del culto judío; es la mitzvá central con la que los niños son iniciados en la adultez judía. Representan un acto más que un sentimiento o una palabra. Pero ustedes pueden preguntar: ¿Cuál es el mensaje de los tefilín en nuestros días?

La amenaza que enfrenta la civilización hoy no es retórica. Los actos de violencia son reales y van en aumento, tanto en frecuencia como en intensidad. No hace mucho tiempo, la universidad, ese ejemplo de racionalidad, se convirtió en un semillero de terror. Profesores de filosofía, estudiantes graduados, algunas de las mejores mentes que cultivó América, se dedicaron a la violencia indiscriminada, usando armas y bombas. Tal violencia no es algo nuevo, pero que gente ilustrada se dedique a ella es algo nuevo —y profundamente perturbador.

Es adecuado señalar que la primera cita directa sobre Moisés en la Torá es su protesta contra un judío que había levantado su mano para golpear a otro. "¿Por qué golpeas a tu prójimo?" Moisés es presentado como alguien que protesta contra un acto de violencia.

¿Qué simbolizan los tefilín? Las correas son envueltas alrededor del brazo. Como resultado el brazo pierde su libertad de movimiento; puede moverse hasta donde las correas se lo permitan. El hombre no es libre de hacer lo que desea. Puede mover su brazo —es decir, puede utilizar su habilidad para actuar —sólo de una manera que está en consonancia con el espíritu de los tefilín o el Shemá. Algunos actos, tales como tomar lo que pertenece a otro, o dañar al prójimo o a un animal, o aun dañar objetos inanimados, son malos. Los brazos y manos tienen el poder de sanar y ayudar, de crear y construir, y deben ser usados solamente para estos propósitos. Esto es lo que los tefilín nos dicen cada mañana, y el joven Bar Mitzvá entra a la vida, del mismo modo que nosotros entramos renovados cada día, con el recordatorio de que todas nuestras acciones deben estar de acuerdo con esos principios.

Una caja de nuestros tefilín es colocada sobre el brazo izquierdo, cerca del corazón, el asiento simbólico de nuestras emociones. Hay ciertas emociones que la Torá prohíbe. "No odies a tu hermano en tu corazón", pues el odio es un pecado. "No guardes rencor" aun si te han dañado. "Amarás al extranjero" con todas sus diferencias, y ciertamente, "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Nuestras emociones están más allá de nuestro control. Somos responsables por nuestras emociones. Debemos ser su amo, no su títere. Este es otro mensaje que nuestros tefilín nos transmiten hoy.

Los tefilín nos dan un vislumbre del magnifico potencial inherente en cada uno de nosotros, no sólo el de hacer lo que es correcto, sino para seguir controlando nuestras emociones. Esa común pero pobre excusa "No puedo ayudarme a mi mismo", no es aceptable para cualquiera sensible al mensaje de los tefilín. Un corazón tocado por los tefilín y encendido con el mandamiento de "ama a tu Di-s con todo tu corazón" rechazará tal pequeñez.

La otra caja de los tefilín es puesta en la cabeza, el asiento de la mente. La mente del hombre es el mejor don y al mismo tiempo la más ominosa amenaza para el mundo en que vive. Si usa su mente apropiadamente, puede crear un paraíso; si no lo hace, puede destruir totalmente el planeta. Debe usar su mente de acuerdo con las enseñanzas de la Torá, sus pensamientos deben ser puros, no debe complotarse y confabularse contra otros, y no debe usar su cerebro para auto-engrandecimiento a costa de otros.

Casi todos en el mundo occidental hoy pueden leer y escribir, pero cuando se trata de alfabetismo moral a duras penas estamos más allá de la etapa del hombre de las cavernas. Los educados pero inmorales no están gobernados por su intelecto; sus mentes están esclavizadas por sus instintos básicos. Los tefilín nos declaran que la mente debe tener una dirección; la ausencia de esa dirección puede llevar al hombre a la ruina.

La Torá nos dice que debemos poner los tefilín "entre los ojos". Como usamos los ojos muestra que clase de personas somos. Cuando el sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson (1880-1950), todavía era un niño pequeño, preguntó a su padre por qué Di-s le dio al hombre dos ojos. ¿Un ojo no sería suficiente? "Di-s nos dio dos ojos, uno izquierdo y el otro derecho" respondió su padre. "El ojo derecho es para ver el bien y el izquierdo para ver los errores. Usa tu ojo derecho para ver a los otros, y tu ojo izquierdo para verte a ti mismo".

Los tefilín son un vínculo y una "señal" que une al judío americano, al judío ruso y al judío israelí en un todo inseparable, y al mismo tiempo liga la mano, la mente y el corazón del judío con Di-s y la Torá, al ideal y al principio. Las correas de los tefilín cruzan océanos y continentes, uniendo a un pueblo esparcido en una fuerte unidad.

Una alucinante imagen: Una barraca en Auschwitz, y en su interior una fila de judíos, poniéndose rápidamente un solo par de tefilín, y quitándoselos sin la oportunidad de recitar el Shemá, porque los alemanes pueden venir en cualquier momento. Mientras algunos de los prisioneros se ponen los tefilín, otros se ubican en la puerta de la barraca para vigilar a los nazis. Un miembro de mi congregación estaba en ese grupo.

Y entonces otra imagen aparece ante mí: Una fila de miles de estudiantes judíos extendiéndose por varias cuadras alrededor del Hillel House en una gran universidad americana, esperando una oportunidad para ponerse tefilín, sin apuro y sin temor… ¿Es fantasía? ¿Hay una manera mejor de demostrar que el judío que es libre se preocupa por sus hermanos —dondequiera estos se encuentren?