Me sorprendió mucho una frase que leí en un discurso jasidico: que las almas de Atzilut(las almas de los justos) no se separan y no sufren con las Tirdot (טרדות) del mundo físico.1

“¿Acaso un Tzadik tiene Tirdot?” Es decir, al fin y al cabo, un Tzadik también es humano, también vive en este mundo físico… ¿pero el Maamar lo expresa así? ¿Usando justamente esa palabra —Tirdot—?

¿Qué son verdaderamente las Tirdot? Podemos traducirlo como preocupaciones, inquietudes, o quizás más precisamente: la carga de las tareas del mundo. Las cosas pequeñas, cotidianas, que te consumen el tiempo, la energía, la mente.

Personalmente, sufro mucho con estas Tirdot. Y más aún con las nimiedades del día a día: recoger legos por enésima vez, contestar correos, hacer fila en el banco, renovar un pasaporte, lidiar con una filtración en el techo… Y cada tanto me sorprendo en un monólogo interno, fastidioso y repetitivo:

¡¿De verdad esto es lo que Di-s Todopoderoso espera que esté haciendo en este momento?!

Para intentar responder esa pregunta, quiero compartir una historia que escuché en un Farbrengen, que me pareció muy especial. Su mensaje puede ser profundo… o muy simple, si uno quiere.

Cuando el tercer Rebe de Jabad, el Tzemaj Tzedek, imprimió los libros Torá Or y Likutei Torá, quería que todos los estudiaran, y que en el transcurso del año, los completaran. Se le acercó un judío sencillo y le dijo: “Rebe, yo no sé estudiar eso… no entiendo nada de Jasidut, ¿qué hago?”

El Rebe le respondió: “Entonces lee el Tzena Urena”.

Este es un libro escrito hace más de 400 años, hecho para que cualquier judío —y también cualquier judía— pudiera leer y entender. Reúne Agadot, Midrashim e historias del Tanaj. De hecho, antiguamente se leía en voz alta en las sinagogas: alguien se subía a un barril o una banca y lo leía para todos.

Este buen judío aceptó la instrucción del Rebe y comenzó a leerlo semanalmente. En una ocasión llegó a la haftará de Parashat Vaiera, donde el profeta Elisha bendice a una mujer para que tenga un hijo. Ella no quería la berajá, no quería falsas esperanzas. Pero igual Elisha la bendice, y un año después, tiene un hijo. El niño crece… y muere de forma repentina. Ella va con el profeta y le reclama: “¡Yo no te pedí un hijo! ¿Por qué me das ilusiones para después quitármelas?”

El profeta Elisha sube donde el niño estaba acostado, realiza unos movimientos, se pone sobre él, le sopla en la boca, lo repite siete veces… y el niño revive.

Este mismo judío, el que había empezado a leer el Tzena Urena por instrucción del Rebe, tuvo una tragedia: su propio hijo murió. Su esposa estaba desesperada, y él le dijo: “No te preocupes… yo sé exactamente qué hay que hacer.”

Subió al niño al altillo, hizo los movimientos, dio las vueltas, sopló siete veces en la boca del niño… y el niño volvió a vivir.

Para este judío no fue un milagro, ni algo extraordinario. Él simplemente hizo lo que había aprendido en el Tzena Urena. Porque si la Torá te dice qué hacer… entonces tú lo haces. Punto. ¡Con fe simple!

Esta historia llegó a oídos del Tzemaj Tzedek… Como un judío simple, que no podía entender Tora Or, el Rebe lo mandó a leer Tzena Urena, leyó la Haftará del Profeta Elisha que revivió a un niño, este judío pierde a un hijo y sigue las “instrucciones” que leyó en el Tzena Urena y revive a su hijo… ¡Increíble!

Estaba presente su hijo, el Rebe Maharash, y al terminar de escuchar le preguntó al que estaba contando:

—¿Tú crees que fue el Tzena Urena el que revivió al niño? ¡Fue porque mi padre le dijo que lo leyera que revivió el niño!

En otras palabras: el padre revivió a su hijo no porque el texto decía qué hacer, sino porque siguió las instrucciones del Rebe.2

Y eso nos responde la pregunta: ¿Qué es lo que Di-s Todopoderoso espera que esté haciendo en este momento?

Lo que Hashem quiere es que sigamos las instrucciones del Rebe: Estudiar el estudio diario recomendado Jitas y Rambam; ser parte de las campañas que pidio el Rebe y alentar a otros judíos a estudiar Torá y hacer Mitzvot; ser mejores personas, mejores padres, esposos, hijos... Y hacer una Dirá Betajtonim.

¿Y qué es Dirá Betajtonim?

El Alter Rebe explica en el Tania, y el Rab Paltiel lo resume en tres niveles:

1. Dirá Betajtonim en la mente: entregar tu mente a Hashem.3

2. Dirá Betajtonim en el cuerpo: usarlo para cumplir Su voluntad a través de hacer las Mitzvot.4

3. Dirá Betajtonim en tu mundo: transformar tu casa, tu carro, tu dinero, tu rutina, en un canal para revelar la Divinidad.5

El Rebe Rashab lo desarrolló aún más: Dirá Betajtonim es unir lo infinito (Sovev) con lo finito (Memalé).6

Y el Rebe —nuestro Rebe— lo lleva aún más lejos: Dirá Betajtonim significa revelar en todo a Hashem.7

Cada cosa. Cada minuto. Cada tarea.

Como dice el Alter Rebe: no hay neutralidad. O estás haciendo la voluntad de Hashem… o no. No hay “parve”.8

Y creo que por eso las Neshamot de Atzilut no sufren con las Tirdot del mundo9 : porque para ellas, todo es Elokut. No hay separación entre lo espiritual y lo cotidiano. Porque lo cotidiano es lo espiritual.

Y esto es lo que el Rebe espera de nosotros.

Y con esto quiero terminar, con una historia que pasó acá en Panamá.

Hace unos años, aquí en la sinagoga Beth El, después de Seudat Mashiaj, ya al terminar los ocho días de Pesaj, con sus Seders, Shabatot, no comer Jametz, etc. escuché a un padre que apuraba a sus hijos para irse. Les dijo:

“¡Vamos! ¡Apúrense que quiero ir a hacer mis cosas!”

Y esa frase se me quedó grabada: Mis cosas.

¿Qué quiso decir realmente cuando dijo “mis cosas”? ¿Acaso los días de Pesaj, Jol Hamoed, comer Matzá, cuidar de no comer Jametz, estudiar Torá, cantar melodias jasidicas, estar con los hijos… no son también sus cosas?

¿Y saben cómo sé exactamente qué les dijo ese padre a sus hijos?

Porque ese padre era yo.

Que con la ayuda de Di-s podamos ver las instrucciones del Rebe como nuestras propias cosas.