La lectura de la Torá de esta semana, Ki Tavo (Deuteronomio 26:1-29:8), estudia el concepto de la ofrenda de los primeros frutos, Bikurim. La Torá explica el mandamiento de traer una ofrenda de los "primeros frutos" que da la tierra, al entrar y establecerse en la Tierra de Israel.

Hay dos opiniones en las enseñanzas de nuestros Sabios con respecto a este mandamiento. El Midrash Sifrí sostiene que cada individuo está obligado a traer la ofrenda de los primeros frutos ni bien entró a la Tierra de Israel y ésta comenzó a dar frutos.

El Talmud, por el otro lado, sostiene que la obligación sólo se aplica una vez que todo el pueblo judío está viviendo en la Tierra (pasaron 14 años desde el momento en que los Hijos de Israel entraron a la Tierra de Israel bajo el liderazgo de Josué hasta que todo el territorio fue ocupado y dividido entre las doce tribus). El razonamiento del Talmud es que la ofrenda de los primeros frutos está conectada con la alegría, la cual, sostiene el Talmud, sólo puede tener lugar cuando todos han llegado al estado de estar establecido en la tierra, no sólo un granjero individual.

Estos dos enfoques no se contradicen. Por un lado, cada uno de nosotros necesita funcionar como individuo y llegar a desarrollar nuestro propio potencial personal. Por el otro lado, no podemos olvidarnos de aquellos que nos rodean. Debemos desarrollar nuestro potencial en un nivel colectivo y comunal. Sin este logro colectivo, no podemos lograr alegría y realización totales.

Así como una compleja maquinaria no puede funcionar si falta aun una pequeña parte, el pueblo judío no es un conjunto de entidades independientes, sino más bien una estructura completa que requiere que todos y cada uno de nosotros esté intacto para funcionar. Es por eso que debemos preocuparnos por la integridad del pueblo judío y es por ello que la verdadera felicidad viene cuando todos están establecidos y realizados.

Nosotros también necesitamos recordar a todas y cada una de las personas, dondequiera que estén. Nuestros logros personales son realzados por la preocupación por toda la comunidad; a la inversa, sin tal preocupación por los otros, nuestros propios logros son virtualmente inútiles.