Tía Rosie nació judía. Ella falleció anoche. En ese ínterin, tuvo muy poco contacto con el Judaísmo. Muy poco. Tía Rosie - la tía de mi mujer, única hermana de su madre - es fácil de describir. Era bajita, canosa y siempre sonriente. Desde que la conocí, hace más de veinte años el día de mi boda, ella siempre así. Ella veía el mundo tal como era, pero nunca veía el mal. Podía criticar las personas, a veces podía ser un poquito ácida, como una naranja dulce. Pero con todo juicio viene la aceptación. Ella amaba simplemente. Ella amaba generosamente. Y gentilmente. Una gentileza generosa. Una generosidad gentil.
Tía Rosie tenía sólo una sobrina, mi mujer, y se complacía con ella y sus hijos. Sus realizaciones eran secretamente triunfos para ella. Pero suficientes. Hay una virtud furtiva.
Cuando falleció, su hermana, la madre de mi esposa, dijo: "Ella debería tener un sepelio judío adecuado. Finalmente, nació judía, y es eso que ella era." Y me pidió para ver se era así.
Mi suegra vive en Florida. Mi mujer y yo en otro estado. Tía Rosie vivía en el Nordeste. Y por lo tanto llamé a un rabino, Rabi Moshe de Welesley, Massachussets. No nos conocíamos. Y aquí estaba yo, un judío de una ciudad distante, pidiéndole para hacer el funeral de la tía de mi mujer, como debe ser el sepelio de un judío. Le conté la historia de Tía Rosie. Un alma judía necesitada de acercarse a sus fuentes. "Ningún judío, ningún hijo de Avraham, Itzjak y Yaacov, Sara, Rivka, Rajel y Lea, puede alejarse del Judaísmo, quedarse distante de casa. Se trata de aproximarse de aquello que ya somos - escuche decir del otro lado de la línea.
Rabi Moshe hizo lo que hizo porque es eso que los judíos hacen unos por los otros. Tal vez él jamás hubiera visto cualquier uno de nosotros - yo, mi mujer, los parientes de ella. Pero una neshamá, una alma judía, siempre reconoce otra, pues al hacerlo, se reconoce a sí misma. Esta bondad es descrita en el libro básico de la filosofía Jasídica, el Tania, capítulo 32, para que todos vean. "Ama tu prójimo como a ti mismo" … pues cuanto al alma y espíritu, quien puede conocer su grandeza y excelencia en su raíz y fuente en Di-s? Siendo todos iguales…" La unicidad y unión del pueblo judío. Eso era lo que le gustaba a la Tía Rosie.
Ella, que evitaba contiendas, que huía de la discordia, que abominaba la discordancia - ella que sabía tan poco sobre lo que era un alma judía.
Creo que a ella le habría gustado ese rabino - el judío - que certificó de que su vida terminaría como comenzó. Y creo que ella nos habría pedido considerar que amar al prójimo judío y la unidad judía debería extenderse, en palabra y acción, al judío en el otro lado de la mesa, en el otro lado del espectro, en el otro lado del planeta. Pues los lados son externos, y dentro está solamente una neshama, un alma judía…
Leilui nishmata - para la elevación del - alma de Raizel bat Yossef.
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