La otra noche vi una competencia de patinaje artístico femenina. Ver a las mejores de las mejores hacer lo mejor es una gran experiencia. Esas mujeres son encantadoras mientras se deslizan por el hielo y haciendo girar sus cuerpos de maneras que nunca pude imaginar. Como alguien que no puede patinar mucho sobre el hielo sin caerse, estoy asombrada por aquellas que lo hacen parecer tan fácil.
Mientras veía a esas mujeres actuar, descubrí que estaba sentada en el borde de mi asiento, nerviosa por la concursante. Ni siquiera se quién estaba actuando. No tengo favoritas y no puedo dar siquiera el nombre de una sola competidora. Pero ese no es el tema. No importa quién está en el hielo, quiero que esa persona haga lo mejor. Y temo que con cada brinco y salto no desciendan como se debe.
Mientras miraba algunas impresionantes piruetas, muy a menudo alguna patinadora caía. A veces se bamboleaban o tocaban el hielo con la mano, asiéndose y corrigiéndose. Otras veces directamente se caen, deslizándose antes de estabilizarse. Pero no importa cuan dura es la caída, siempre ocurre lo mismo.
Inmediatamente se ponen de pie.
No puedo imaginarme la decepción por esa caída, el darse cuenta que puede costarles la competencia. Tras años de entrenamiento sin fin y de trabajo, caerse en una pirueta que ha sido hecha cientos de veces antes debe ser duro. Y ellas no sufren solas. Ni en silencio. Cuando caen todo el público reacciona. "Los "ooooh" pueden ser oídos al unísono mientras miles sacuden sus cabezas adelante y atrás, dándose cuenta que su participante debe haber perdido debido a este error.
Y sin embargo, se ponen de pie. Y siguen patinando.
No importa lo que la caída pueda significar para el puntaje general, si puede físicamente, la patinadora volverá a la rutina. Y aun a pesar que la magnitud del error puede ser palpable, si miran a la patinadora, hay una sonrisa y una fingida confianza mientras termina la rutina, termina lo que comenzó.
Esas son las mejores de las mejores. Y sin embargo caen. La diferencia es que ellas se levantan. Pues nunca habrían logrado esa nueva pirueta o ese nuevo movimiento si no fuera porque cayeron y aprendieron del error.
Pero hay una lección más grande aquí. Cuando se trata del puntaje, no es solo si se caen o no. La rutina puede ser perfecta, intachable, desde el principio hasta el final. Pero sin embargo no es suficiente para ganar el primer puesto. Los jueces buscan algo más. Quieren originalidad, quieren personalidad. Y más que nada… quieren ver riesgo.
No es impresionante hacer una rutina que es segura. Se espera que una rutina segura sea realizada perfectamente. Si gran cantidad de gente puede hacer lo que ellas hacen, no sirve. Después de todo, si ellas son las mejores, deben probarlo.
Los jueces quieren que esas patinadoras intenten algo nuevo. Que ejecuten un movimiento o un salto que nunca a sido hecho antes. Eso es lo que va a hacer que la patinadora se ponga de pie. Eso es lo que ganará el primer lugar. ¿Serán las posibilidades de que la patinadora caiga si la prueba es mucho más difícil y menos conocida? Por supuesto. Ese es el punto. Cuanto más grande el riesgo, más grande la recompensa.
Así también es la vida. Todos caemos. Pero el truco está en cuánto tiempo nos lleva ponernos de pie nuevamente. Y más que eso, cuando lo hacemos, ¿continuamos con lo que estamos haciendo? ¿Seguimos en nuestra dirección? ¿Lo hacemos con una sonrisa en nuestro rostro? ¿O nos vamos de la pista de patinaje, convencidos de que nunca tendremos éxito y sabiendo que lo hemos echado a perder?
Para mi el ver a las máximas competidoras no tiene que ver con quién ganará. Sino es un recordatorio de nuestros talentos innatos y las habilidades que tenemos. Nunca compito en deportes, pues no nací para eso. Sin embargo esas atletas me inspiran en mi vida y misión. De la misma manera en que ellas practican, se entrenan y dedican sus vidas a sus talentos, yo también espero seguir concentrada y de acuerdo con mis metas. Por lo tanto, mientras miro a esas patinadoras saltar y correr y deslizarse, soy testigo del proceso de crecimiento y desarrollo. Y aun sabiendo que e caer es parte del proceso, ¡aun contengo mi respiración y espero que no les ocurra!
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