Una reciente publicación del Wall Street Journal, discutió los resultados de un estudio fascinante. Las personas que trabajan bajo condiciones de alta presión, se toman a menudo tiempo para alejarse de todo, relajarse y "descomprimir"; ya que-el sentido común asume- es la manera de aliviar los efectos acumulativos de la tensión. Sin embargo, los resultados del estudio indican que un ciclo de intensa tensión seguido por la relajación absoluta no hace más que perjudicar a la salud física y mental del que sufre stress (tensión) crónico. La única cosa que realmente ayuda es aprender a responder de manera eficaz a las situaciones que puedan inducir tensión, cuando estas se presentan. La relajación no es lo que cura la tensión, pero reformar nuestra conducta diaria, en cierto modo, constituye al menos una forma lograr una vida menos "estresada".
Pesaj celebramos nuestra capacidad de lograr la libertad en "cada generación" (como nos desafía la Hagadá ), para dejar cualquier "Egipto" en donde nuestras almas languidecen. Aún cuando pensamos en libertad, normalmente pensamos que se refiere a estar libre de atención, preocupaciones y las cargas de la vida—en otros términos, la libertad iguala a la "relajación". Pesaj parece contradecir esto con sus leyes, obligando a desterrar cada miga de fermento de cada rincón y grieta de nuestra casa, con el requisito comer cantidades precisas de matzá y beber una cierta medida de vino con cada una de las "cuatro copas". Religiosamente hablando—sin comer y beber las cantidades específicas, no hemos celebrado el Seder.
¿En este enfoque hacia el detalle está la libertad? De hecho, no hay otra verdadera libertad. Somos seres físicos que viven en un mundo de detalles miríadas y minucias. Si decimos, "sólo puedo extender mis alas y sentir que me elevo cuando logro trascender el cuerpo, la tierra, y todo sus pequeños detalles" básicamente estamos diciendo que Di-s no puede sentirse aquí en nuestro mundo. En este modelo, Di-s es encarcelado en lo sublime, y nosotros nos encarcelamos en lo pequeño. Escapar de lo pequeño no ayudará- tarde o temprano necesitaremos volver de la vacación, y regresaremos al punto de partida.
Pesaj nos responde diciéndonos que si realmente queremos que nuestros espíritus puedan volar, debemos encontrar a Di-s en los detalles del mundo en el que vivimos— del mismo modo que la tensión (stress) no es eliminada escapando de nuestra vida y de sus marcos, sino permaneciendo dentro de ellos y transformándolos desde dentro. En el Seder de Pesaj, el ordinario acto de comer incluye el testamento del infinito, empaquetado en unos pocos bocados. Di-s no puede ser encarcelado, y nosotros tampoco. Di-s puede estar dondequiera que Él escoja estar, incluso en el acto de comer un pedazo de matzá o el sonido de un pequeño niño que formula las Cuatro Preguntas. Y nosotros, también, somos libres, cuando descubrimos lo trascendente en la materia de la vida cotidiana.
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