Moshé explicó a los judíos como arrepentirse y retornar a Hashem: a través del estudio de la Torá.

"Esta Torá que yo te ordené no es un asunto oculto", les advirtió. "No pretendan no comprenderla, pues Yo les he otorgado la Explicación Oral de la Torá Escrita".

Un tonto ingresa al Beit Hamidrash. Al ver a los demás judíos estudiar con fervor, pregunta, "¿Cómo se hace para ser experto en Torá?" Le respondieron, "Después de estudiar el Alef-Bet (alfabeto) uno avanza con las Escrituras y a partir de allí con los profetas y finalmente la Mishná y la Guemará (Talmud)".

El tonto piensa, "¿Cómo podré aprender todo eso?" Renuncia antes de comenzar.

Sin embargo, la persona inteligente actúa como el más sagaz de dos hombres que vieron un panecillo colgando de un hilo suspendido del cielorraso. Uno comenta, "Mira, está tan alto que jamás lo bajaremos". El otro pensó, "Alguien obviamente lo colgó. Debe haber una forma de bajarlo". Llevó escaleras y cañas y trató de pescar el pan hasta que finalmente lo bajó.

En forma similar, el hombre sabio dice, "Permíteme estudiar un poco de Torá hoy, algo más mañana y una nueva porción cada día hasta que eventualmente, la dominaré".

Moshé siguió diciendo a los judíos, "La Torá no está más en el Cielo - Yo la bajé a la tierra y la revelé ante ustedes. Por lo tanto, no digan, 'Si tuviéramos a otro Moshé que nos trajera la Torá del Cielo y nos la explicara, estudiaríamos'. (Aunque la Torá siguiera en el Cielo, por así decirlo y ustedes se tuvieran que esforzar al máximo para bajarla de allí, estarían obligados a hacerlo).

"La Torá tampoco se encuentra más allá del mar, para que pongan como excusa: 'Si alguien viajara al exterior para traernos la explicación de la Torá, la estudiaríamos. (Sin embargo, si la Torá estuviera del otro lado del océano, deberían viajar hasta allí para estudiarla).

Las palabras, "La Torá no está en el Cielo", implican que D-s no toma las decisiones de la Torá en el Cielo. En su lugar, otorga el poder para juzgar asuntos de halajá a los Sabios de la tierra. Cualquier decisión, en última instancia debe reflejar la opinión de la mayoría del Sanhedrín (Gran Asamblea).

Surgió una disputa entre los Sabios respecto de si un determinado tipo de horno puede ser tamé (impuro) o no.

Rabí Eliezer ben Horkenos, quizás el Sabio más sobresaliente de la generación, declaró que dicho horno era puro, mientras que los otros Sabios lo consideraban impuro.

Rabí Eliezer presentó los argumentos que avalaban su opinión, pero los Sabios, quienes integraban la mayoría, no lo aceptaban.

"Si la haíajá es como la enseño", exclamó Rabí Eliezer, "que el algarrobo en este patio lo confirme".

Ocurrió un milagro, el algarrobo se movió cien amot (aprox. 50 mts.) hacia adelante (algunos dicen, cuatrocientos amot).

"No aceptamos la comprobación del algarrobo", protestaron los jajamim. (D-s ha cumplido con el decreto del tzadik de modificar las leyes de la naturaleza, pero tu decisión halájica es igualmente errónea).

"Si la halajá es como la enseño, que el arroyo lo demuestre", proclamó Rabí Eliezer.

En ese momento, el arroyo comenzó a fluir en sentido contrario.

"No traigas comprobaciones con arroyos", protestaron los Sabios.

"Si tengo razón", insistió Rabí Eliezer, "que las paredes del Beit Hamidrash lo comprueben".

Cuando las paredes comenzaron a caer, Rabí Iehoshua exclamó, "¿Qué tiene que ver con una disputa de halajá entre estudiosos de Tora?"

De inmediato las paredes dejaron de caerse. En honor a Rabí Iehoshua, no se derrumbaron, pero en honor a Rabí Eliezer tampoco volvieron a su posición erecta original. En su lugar, quedaron torcidas.*

Finalmente, Rabí Eliezer proclamó, "Si estoy en lo correcto, que el Cielo lo compruebe".

Se escuchó una Voz Celestial: "La halajá es siempre como Rabí Eliezer la enseña".

Rabí Iehoshua se puso de pie y declaró, "La Torá nos solicita no escuchar siquiera a la Voz Celestial en asuntos halájicos. La Torá no está más en el Cielo, sino que está establecida por una mayoría de Sabios en la tierra, como dice (Shemot 23:2), "Te inclinarás por la mayoría".

Más adelante uno de los Sabios, Rabí Natán, tuvo una revelación del profeta Eliahu y lo interrogó, "¿Qué dijo D-s en ese momento?"

Eliahu respondió, "D-s sonrió (con satisfacción) y exclamó, 'Mis hijos me ganaron, mis hijos me ganaron'". (La Voz Celestial era como una prueba para los Sabios, si seguirían la opinión de la mayoría o no, como lo ordena la Torá y pasaron la prueba).

Como Rabí Eliezer siguió apegado a su punto de vista, los Sabios ordenaron que se quemara cualquier objeto que ese día hubiera sido declarado puro según las instrucciones de Rabí Eliezer. Asimismo, los Sabios decidieron excomulgar a Rabí Eliezer ben Horkenos. Su insistencia en enseñar la halajá según su opinión personal ponía en peligro la unidad de la enseñanza de la Torá y su cumplimiento.

"¿Quién irá de Rabí Eliezer y le informará de nuestro decreto (sin provocarlo)?", preguntaron los Sabios.

"Yo lo haré", ofreció Rabí Akivá.

Vistió vestimentas negras (como señal de duelo) y se sentó a una distancia de cuatro amot (aprox. 2 metros) de Rabí Eliezer.

"¿Qué te ocurre Rabí Akivá?", le preguntó Rabí Eliezer.

"Parece", explicó Rabí Akivá, "que tus colegas se han apartado de tí".

Rabí Eliezer comprendió. Rasgó sus vestiduras y se quitó los zapatos (pues, según la halajá, quien es excomulgado debe rasgar sus vestiduras y caminar sin zapatos de cuero). Luego se sentó en el suelo y comenzó a llorar.

El duelo del tzadik (Rabí Eliezer) causó la sequía de inmediato de un tercio de la cosecha de olivos, trigo y cebada de todo el mundo. Algunos opinan que la masa preparada por las mujeres en aquel entonces se volvió agria.

Quien presidía el Sanhedrín, Rabí Gamliel, bajo cuyo liderazgo se había decretado la proscripción, estaba viajando en el mar. El océano comenzó a enfurecerse y las olas enormes amenazaban con hacer zozobrar la nave.

"Parece", comentó, "que el mundo está conmocionado por el decreto contra Rabí Eliezer ben Horkenos".

Se dirigió orando a D-s: "Amo del Universo, Tú sabes que no actué por mi honor ni por el honor de la casa de mi padre (para aseverar mi superioridad). Fue por Tu bien que ¡o proscribí, para evitar difundir la discordia en el pueblo judío. (Conocemos su verdadero valor, que es un gran talmid jajam y un hombre sagrado, pero sus instrucciones provocarían la división en dos de la Torá)."

Entonces se calmó el mar.

Otra enseñanza del versículo, "la Torá no está en el Cielo" es que la gran sabiduría de la Torá no se encuentra entre aquellos que buscan los estudios seculares.

El Sabio Shmuel enseñó, "'La Torá no se encuentra en el Cielo' - hace referencia a los astrónomos que estudian los cielos (es decir, que invierten su tiempo en estudiar astronomía)".

"Tú mismo eres un astrónomo y un gran Sabio de la Torá también", lo contradijo el pueblo.

Explicó, "Dediqué tiempo al estudio de la astronomía cuando me encontraba en la casa de baños (donde está prohibido pensar en la Torá)".

Los judíos preguntaron a Moshé, "Nuestro maestro Moshé, has afirmado, 'La Torá no está ni en el Cielo ni más allá del mar'. ¿Donde está?"

Moshé contestó, "Está muy cercana a ustedes, cuando la estudian en los Batei Midrashim (casas de estudios) todo el tiempo que la estudien con su boca, y se preparan para cumplirla de corazón. (Si solamente aprendes de la boca para afuera, la Torá no estará 'cerca' de tí.)

Uno de los Sabios relató, "Una vez cuando viajaba de un lugar a otro, me encontré con un judío que, sin conocimientos de Torá y mitzvot, despreciaba el estudio de la Torá.

"Hijo mío", le pregunté, '¿qué le dirás a tu Padre en el Cielo el día del juicio?'

"Tengo una excusa válida", me dijo. "Diré que el Cielo no me ha dotado de la inteligencia necesaria para estudiar Torá".

"¿Cuál es tu profesión?", le pregunté.

"Soy un pescador", contestó.

"¿Cuál es tu trabajo?", seguí preguntando.

"Me entregan el lino", contestó, "del cual hilo redes. Las arrojo al océano y pesco".

"Le dije, 'Si tienes la suficiente inteligencia para armar redes y pescar, ¿cómo puedes decir que no puedes comprender la Torá, de la que se dice, 'Pues cercana a ti está la cosa, mucho: en tu boca y en tu corazón, para cumplirla' (Devarim 30:14)?'

"Rompió a llorar sinceramente arrepentido y yo lo consolé, 'Hijo Mió, hay muchos como tú que darán excusas el día del juicio. De todos modos, D-s los censurará a todos'".