Dos eventos significativos siguieron a la Entrega de la Torá en el Monte Sinaí: a) El pecado del Becerro de Oro; b) La construcción del Mishkán (Tabernáculo), el santuario portátil que los judíos levantaron en el desierto.
En la Torá, el relato de estos dos eventos está entrelazado, con la narración alternando entre ellos. ¿Cómo ocurrieron realmente en el tiempo? ¿Qué vino primero —el becerro o el Tabernáculo?
Entre los comentarios, hay no menos que tres respuestas diferentes a esta pregunta.
1) De acuerdo con el Zohar, primero vino el mandamiento de Di-s de construir el Mishkán, seguido por la donación de su oro y otros materiales para su construcción por parte del pueblo. Luego de esto vino el pecado del Becerro de Oro. En verdad, la implicación es que fue sólo porque ellos consagraron los materiales para el Mishkán antes de impurificarse con su pecado que el pueblo pudo posteriormente construir la morada divina entre ellos.
2) De acuerdo con Rashi, el pecado del Becerro de Oro vino primero. Todo lo referido al Mishkán —el mandamiento divino, la donación y la construcción —ocurrieron después que el pueblo se arrepintió de su pecado. La implicación es que si ellos no hubieran pecado adorando un becerro de oro, ¡no habría habido para nada un Mishkán!
3) De acuerdo con Najmanides, primero vino el mandamiento divino de construir el Mishkán; luego vino el pecado del pueblo y su arrepentimiento, y luego de esto, la donación del pueblo de los materiales para el Mishkán. (Este es realmente el orden en que estos sucesos son narrados en la Torá).
¿Cuál es el significado más profundo detrás de esas tres versiones?
El Mishkán representa la idea de “Hacer una morada para Di-s en el mundo físico”, tomando los materiales de nuestra existencia física y, al dedicarlos a un propósito Divino, transformarlos en algo que expresa y revela la bondad y la perfección de su Creador.
La pregunta es: ¿Quién está mejor equipado para construir esta “morada para Di-s?
Una opinión es que sólo el puro y justo tzadik, sólo alguien que no está contaminado por la materialidad del mundo, puede santificarlo. Pues si una persona es ella misma parte de esta existencia inferior, ¿cómo puede elevarla?
Una segunda opinión dice: Si el tzadik está completamente no afectado por nada inferior y negativo, ¿cómo puede santificarlo? Sólo el baal teshuvá, uno que ha sucumbido a las tentaciones del mundo material y triunfó sobre ellas, puede ahora elevarse hacia la santidad.
¿Pero que pasa con el pecador? ¿Uno que nunca estuvo arriba, ni cayó y se elevó, sino que aun está atrapado en el laberinto de lo material? De acuerdo con la tercera opinión, el mandamiento de construir el Mishkán vino antes del pecado del Becerro de Oro, pero la implementación de este mandamiento sólo comenzó después de ello. Esto significa que esas instrucciones divinas permanecieron en vigencia aun cuando el pueblo estaba adorando a su ídolo de oro. En otras palabras, un acto positivo, un acto de santidad, es positivo y santo sin tener en cuenta quienes son ustedes. Todo individuo, no importa su actual nivel espiritual, tiene el poder de hacer de su vida una morada para Di-s.
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