Moshé baja del Sinai cuarenta días luego de que Di-s haya proclamado los Diez Mandamientos. En sus manos, sostiene las “dos tablas de testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Di-s”. El comentarista bíblico Rashi, nota la distintiva ortografía de la palabra hebrea para “tablas”, y comenta que ambas eran de igual proporción.

Hay dos actitudes comunes hacia la religión, ninguna representando la mirada de la Torá. La religión etérea trata con abstracciones como ser, la esencia de Di-s y la naturaleza de la maldad. Se desarrolla en la enrarecida atmósfera del seminario sobre teología y filosofía. El hombre no tiene mucho que ver en el proceso. El mundo terrenal de los negocios, por ejemplo, tiene poco lugar en esta religión y no se enfrenta ni con desafíos ni con una guía de sus conclusiones. Los dos mundos son separados. El filósofo y el hombre negocios operan independientemente.

Para otros la religión es un código de etiqueta, un set de máximas sobre cómo llevarse con la gente y como ser una buena persona. Ser honesto, dar caridad, no matar, todo esto representa la religión. (“Soy un buen judío. Doy caridad”). Esta religión, incluso en su forma más fina, existe primordialmente en los términos de los hombres, Di-s no es necesario. Aquí hay dos miradas opuestas de la religión: una ve a Di-s y desdeña al mundo “material”; la otra está tan compenetrada en los hombres y la sociedad que se olvida de Di-s.

Ahora veamos los Diez Mandamientos. Los primeros cinco son: “Yo soy Di-s”, que es la declaración positiva de Di-s y Providencia, la prohibición de idolatría, usar Su Nombre en vano; el Shabat, honrar a los padres. Parece haber una especie de tejido, la tensión en las relaciones del hombre con Di-s. Los siguiente cinco, de la segunda tabla, tienen que ver con asesinato, robo, adulterio, testigos falsos y codicia. Todos estos afectan la relación entre los hombres.

Rashi declara que ambos son iguales. El buen judío es “bueno” hacia Di-s y hacia los hombres, de lo contrario es mitad judío. Él va a cuidar Shabat, ser honesto en los negocios, usar Tefilín, pagar correctamente a sus empleados, observar las leyes del Kashrut, dar caridad, porque cada uno de estos es un mandamiento de la Torá. Todos son igualmente importantes.