¡Mi nieto hizo un Séder de Pésaj en Kobe!” “¡150 personas!” “¡En Kobe, Japón!” “¡Mi nieto!” Estaba en un viaje de regreso a Brooklyn varios veranos atrás, y me encontré con uno de los ancianos de la comunidad de Crown Heights. Carnicero de profesión. Nacido en Polonia. Me paró en el medio del 770; luego de un saludo apurado empezó a hablar con entusiasmo sobre el Pésaj de su nieto, unos tres meses atrás.
Yo no entendía el entusiasmo. Entiendo la najes por un nieto. Encuentro asombroso que haya 150 judíos en Kobe y estoy impresionado por los casi adolescentes que pasan su tiempo libre de la Ieshivá encontrándolos. Pero, Jabad ha estado haciendo esto durante décadas. El hijo de este hombre es uno de los rabinos más populares de Sudáfrica. Sonreí lo más convincente que pude, una sonrisa que esperaba se viera amable.
El me agarró de la solapa del saco. “¡No entiendes! Yo estuve allí. ¡Durante la guerra!” dijo el Shangháier. El Shangháier en Lubavitch se refiere a la Ieshivá en Polonia a quien un diplomático japonés llamado Sugihara le dio visas. Se escaparon de Hitler robando viajes en tren yendo hacia el este. Pasaron un tiempo en Kobe antes de la deportación a Shanghai.
En la pared del living de Reb Shimon hay docenas de fotos familiares. Retratos formales de casamientos y bar mitzvot de sus hijos y nietos. Mirando las fotos uno puede ver los cambios sutiles en la moda jasídica a lo largo de las décadas en América. Hay una foto distinta en blanco y negro de un hombre y mujer jóvenes parados fuera de un edificio en ruinas. Ambos tienen bandas con la estrella judía. “Es mi hermana en su día de bodas,” me dijo años atrás. “Es en el Gueto de Varsovia. Esa foto es todo lo que tengo de mi familia.”
Me acordé de esto, pero el me estaba tirando de la solapa de nuevo.
“Hace cincuenta años estaba en Kobe y no tenía nada ni a nadie.” “¡Ahora mi nieto está pasando Pésaj en Kobe!”, “Ves,” comenzó a conversar, “Moisés le pidió a D-os ‘Muéstrame tu rostro’, y se le respondió, ‘Te mostraré mi espalda pero mi rostro no puedes ver.’ El Jatam Sofer explica “Mi rostro no podrás ver”, si miras hacia adelante, en el presente, no Me verás. Pero, “te mostraré mi espalda”, al mirar hacia atrás verás que Yo estaba allí todo el tiempo. Cincuenta años atrás no veía nada, pero ahora...”
La vida no siempre permite filosofar, no importa cuán profundo, inspirador o conmovedor sea. Uno debe hacer las cosas ahora y comprender después. Entre el desafío y la respuesta hay un vacío, y llenarlo con fe significa llenarlo cumpliendo con la Torá.
Habiendo perdido a todos Reb Shimon llegó a un país extraño, se casó y armó una familia y comunidad. No tenía respuestas satisfactorias al por qué. Aún no las tiene. Excepto una. Su nieto hizo un Séder en Kobe. ¡Para 150 personas
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