Una nota reciente publicada por el New York Times, analizaba lo que los norteamericanos hacen con su dinero en los tiempos que corren. Una familia, por ejemplo, había colocado palmeras enanas en su casa de Hampton, y las trasladaba todos los inviernos (a las palmeras, por supuesto) en avión a Florida, para que no sufran el frío.

Una mujer tomó una secretaria privada para que le saque turno en la peluquería y además, contrató una asistente para la secretaria. "Son como gatos" dijo la mujer, "necesitas dos de ellos para que se hagan compañía mientras tú te ausentas"

Un problema similar acució a los Hijos de Israel, hace más de 33 siglos. Salieron con todas las riquezas de Egipto, y en el Cruce del Mar se llevaron todas las alhajas que adornaban los caballos de guerra egipcios. Los iehudim poseían mucho oro. Lamentablemente, en lugar de buscar diferentes formas ingeniosas de gastarlo y decir: "¡Oh! ¡Miren, tengo mucho dinero y no sé qué hacer con este!" "¡Haré lo posible por tener más!", reprodujeron la imagen de un becerro de oro, lo colocaron sobre un pedestal, y lo sirvieron.

¿Qué hizo Di-s para curar "la enfermedad del oro" que acosaba a Su pueblo? Él no abolió el oro. Tampoco se los quitó. Les dijo que lo utilizaran para construir un Santuario para Él.

Comer compulsivamente es una horrible enfermedad: No es sano, y puede incluso matar a la persona. Pero la necesidad de comer no sólo es sana- ¡es vital para mantenerse vivo! Lo mismo ocurre con todo fenómeno negativo. No hay nada intrínsicamente malo en el mundo de Di-s: cada elemento de maldad es bondad pervertida, cada psicosis es el buen instinto desviado.

Entonces, antes de fastidiarnos con la mujer de las dos secretarias, tratemos de comprender la razón de la tendencia de ostentar y lucir su riqueza.

Entendemos por qué necesitamos comida, comprendemos por qué necesitamos un techo, pero ¿por qué ansiamos oro?

En realidad, la codicia por el oro es la búsqueda de trascendencia. Es el hombre diciendo: no me conformo sólo con subsistir. Deseo sobresalir en la vida, deseo alcanzar la magnificencia y lo sublime.

Por supuesto que llevar palmeras en avión a Miami cada invierno, no es sublime. Es patético. Es una gruesa distorsión de los más nobles atributos del alma humana. La respuesta es, que de todas formas, no se debe pisotear esos atributos, sino purificarlos de sus expresiones negativas. ¡Use su ansia por el oro para hacer de su hogar una casa para Di-s!.