¡Kenahora… Pu-Pu-Pu!
¿Por qué la abuela siempre dice eso? ¿Y realmente tiene algo que ver con el mal de ojo? ¿Es ese mal de ojo un primo de caminar debajo de escaleras, con gatos negros y el viernes trece? Las respuestas, en orden son: Porque los ama. Si, pero con una explicación. No.
Kenahora, a pesar que todos piensan que es una palabra en Yiddish, realmente son tres palabras chapurreadas juntas en Yingles —el vibrante lenguaje de los americanos nativos de Bajo East Side: Kein, la palabra en Yiddish para no o negar, ain palabra hebrea para ojo, y hara, la palabra hebrea para mal.
Ahora piensen cuando ella lo usa: "Tan sheine punim, kenahora". "Haz crecido kenahora". "Está haciendo dinero a manos llenas, kenahora". (Ustedes sólo deben ser tan afortunados).
Tengo una amiga en, bien, no voy a decir de dónde son, porque quiero protegerme de lo que podría pasar si yo no protejo su anonimato. Ganan cifras de siete dígitos al año (kenahora). Manejan una camioneta de cinco años de antigüedad. Una vez ella me dijo por qué insiste en esto. Sus vecinos no tienen tanto, y los vecinos de sus vecinos tienen menos (y ellos no son pobres). Si ella compra un nuevo auto, entonces su vecino se verá compelido a seguirla —y lo mismo su vecino. En algún lugar al final de la línea algo está por resultar doloroso por correr muy rápido. Ella no quiere ser causa de frustración. Y no sólo por motivos puramente altruistas.
Di-s nos da cosas. Di-s no da a otros las mismas cosas. Esto puede y provoca celos, un no pronunciado "¿Por qué ella merece eso?" Y en algún lugar en lo Alto, esa energía no se disipa. Gravita y hace surgir la pregunta "¿Quizás ella no lo merece después de todo?"
Aquellos-que-tienen-no-muestran no debe estar basado en la satisfacción. Nosotros no queremos que nuestra buena fortuna acentúe lo que a los otros les falta. Por ello el jactarse no es judío. Y cuando algo dicho puede ser visto como jactancia, es rápidamente susurrado y emparedado entre kenahoras y pu-pu-pus.
Incidentalmente, el pu-pu-pu es sonido de escupir. Escupir como si fuera por disgusto. Es un apropiado Yiddishismo: Cuando ven a un niño excepcionalmente hermoso ustedes dicen "¡Miyuskeit! ¡Pu!" ("¡Repugnante!")
Preguntar a una abuela judía cuantos nietos tiene puede ser arriesgarse a un paso en falso. Mientras algunas no vacilan en espetar un número, otras se mueven nerviosamente y murmuran. Poner un número a una bendición es considerado de mal gusto.
También pueden ver que cuando cuentan un minian, no cuentan uno-dos-tres, sino que hacen algo más complicado.
¿Piensan que esto se originó en Europa Oriental? La Parashá de esta semana comienza con la advertencia de no contar al pueblo directamente. (Hay otro motivo para no contar directamente; esto niega la cualidad de Infinito en la persona, pero esto es para otra ocasión)
¿Ven cuánto los ama la abuela?
Únete a la charla