Ree significa “¡Vean!”. Como en el versículo que abre la parashá de esta semana: “¡Vean! Estoy poniendo frente a ustedes, hoy, una bendición y una maldición”.
¿Qué es exactamente lo que la Torá nos demanda al pedirnos que “veamos” las bendiciones y maldiciones de Di-s?
En términos generales, la observancia de una persona hacia los preceptos del judaísmo puede responder a uno de los siguientes niveles:
1. Obediencia plena. En este nivel, la persona está dispuesta a observar los preceptos de la Torá porque está consciente de la existencia de una autoridad mayor. Sin embargo, su observancia no está inspirada en el entendimiento o apreciación de la Torá, simplemente se “acepta el yugo de los cielos”.
2. Apreciación intelectual. Este es un nivel más elevado, en el que la persona no solamente observa los preceptos de la Torá por deferencia a una autoridad mayor, sino que también tiene una apreciación intelectual de la importancia de observar los preceptos y entiende el beneficio que trae la observancia de las mitzvot.
No obstante ello, esta persona aún no ha alcanzado la perfección. Ya que la convicción intelectual sola -a pesar de su grandeza- todavía deja lugar para explorar otras posibilidades, entonces no representa un compromiso absoluto.
3. Visión. Este es el nivel más elevado de observancia. En él, la persona no solamente aprecia el valor del cumplimiento de la Torá y sus preceptos, sino que lo ve. O sea, que la necesidad y los resultados positivos de observar las mitzvot son tan claros y evidentes como cuando vemos un objeto físico con nuestros propios ojos.
Y este es el tercer nivel que la Torá ordena -y posibilita espiritualmente- a cada judío, con las palabras: “¡Vean! estoy poniendo frente a ustedes hoy una bendición y una maldición”.1
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