La gente vive situaciones diferentes. Para uno, parece ser que todo le va bien, mientras que para su amigo un problema viene atrás del otro. O un mismo individuo puede pasar por diferentes períodos en su vida. Un momento de facilidad y simplicidad puede ser seguido por un momento de gran desafío. Con suerte, poco después, todo vuelve a la normalidad. Pero la gran mayoría de veces, no es tan simple.
Un punto en la Parashá de esta semana nos ayuda a entender este asunto. Veamos cómo, el evento más notable de toda la historia, fue la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. Siete semanas después de que el pueblo judío salió de Egipto, se reunieron al pie de la montaña y experimentaron una revelación de D-os. Este acontecimiento está descrito en la Torá en el libro de Éxodo, donde se cuenta la historia de la salida del pueblo judío de Egipto. También está mencionado en la porción de Vaetjanán en Deuteronomio, y cuando se leen los diez mandamientos, todos en la sinagoga se ponen de pie.
Un comentario de Rashi (Rabí Shlomo Itzjaki, 1040-1105, el principal comentarista de la Torá)
nos ayuda a obtener un sentido de dirección en la vida, en ambos los momentos lisos y los desafiantes.
La parashá nos cuenta: “Se te ha mostrado esto para que sepas que el Eterno es el verdadero Dios y que no hay otro fuera de Él" (Deut. 4:35).
Sobre lo que Rashi comenta:
Cuando D-os dio la Torá, Él abrió los siete cielos para el pueblo judío. De la misma manera que rasgó los velos de los reinos superiores, también rasgó los velos de los reinos inferiores. Y ellos vieron que D-os era la realidad máxima.
¿Qué quiere decir esto? Obviamente, algún tipo de revelación espiritual. Imaginen la maravillosa vista de la sierra del monte Sinaí y de repente pueden ver de una manera extraordinaria. ¿Un espejismo? ¿Una visión? ¿Un vistazo de una realidad más profunda?
El Rebe de Lubavitch nota que Rashi usa dos palabras distintas para esta experiencia: D-os “abrió” los cielos y también “rasgó” los reinos espirituales . Estos dos términos expresan dos modelos en nuestra relación con D-os, y la respuesta de D-os a nosotros.
La primera es “abrió” -esto significa un avance sano, paso a paso hacia el frente. Abrimos una puerta, pasamos y luego abrimos otra puerta. Un progreso sano. Este puede ser un progreso en la vida, de una etapa a otra, progreso en el judaísmo, paso a paso, junto con el avance y desarrollo interno espiritual.
En consecuencia, en respuesta a nuestro progreso, Di-s "abre" los reinos espirituales para nosotros. Hermoso! Genial!
Suena bien, pero también existe el otro modo. Lo que pasa cuando enfrentamos desafíos. Problemas difíciles que parecen envolvernos. Todo está oscuro, sin embargo, no nos dejamos intimidar. Juntamos coraje y desgarramos el obstáculo.
Y D-os responde a esto “rasgando” también los velos de su existencia. De una manera única e increíble, presenciamos indicios de divinidad y santidad más allá de nuestra imaginación. En aquel momento vemos que todo lo que sucede y existe proviene de Él y Él es la única existencia máxima.
Enfrentando desafíos, eventualmente logramos alcanzar los más profundos y más increíbles descubrimientos. Esta es la promesa de la Torá, aplicada en cada aspecto de nuestras vidas.1
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