Quien haya pasado el día de Rosh Hashaná en la sinagoga se habrá dado cuenta que se reza mucho...

¿A qué se debe tanto rezo? Y ¿qué es lo que se dice?

Rosh Hashaná es la “cabeza del año”, el día que, como la cabeza, afecta al resto del año. Es el día que conmemora la creación del hombre, la coronación de D-os como rey del universo y es el dia en el cual D-os juzga a toda la Creación para el año entrante.

La plegarias reflejan estas diversas dimensiones del día. Hay plegarias en las cuales expresamos la realeza de D-os. Hay plegarias en las cuales le pedimos a D-os que nos juzgue para bien. Hay plegarias en las cuales invocamos el hecho que es el aniversario de la creación del mundo y más específicamente el aniversario de la creación del hombre.

Veamos algunas de ellas.

Avinu Malkeinu

La primera vez que encontramos la fórmula de Avinu Malkeinu, “Nuestro padre, nuestro rey”, es en una historia que cuenta el Talmud (Taanit 25b) sobre una sequía que hubo en Israel y luego que Rabi Akiva suplicara Avinu Malkeinu ein lanu mélej ela ata, o sea “Nuestro padre nuestro rey, no tenemos rey fuera de ti, Nuestro padre nuestro rey tennos misericordia por ti”, empezó a llover.

En esta plegaria nos dirigimos a D-os como nuestro padre y rey. Un padre quiere ayudar a sus hijos pero no siempre puede, mientras que un rey puede ayudar aunque no siempre quiera. Invocamos las características de padre y rey confiados en que nuestros pedidos serán respondidos por dirigirnos a quien es a la vez nuestro padre y nuestro rey.

Hay una sutileza - no tan sutil - muy interesante en esta combinación de roles que se expresa poderosamente en la siguiente anécdota.

Fue durante la Guerra de Iom Kipur. Una brigada de soldados judíos se vio rodeada por una cantidad muy superior de soldados egipcios. Sintieron que sus horas estaban contadas. Uno de ellos pidió la palabra y exhortó a todos a mantener su fe en D-os. Nuestros sabios (Talmud Berajot 10a) nos enseñan que ‘aunque haya una espada filosa recostada sobre tu cuello, no hay que perder la fe en D-os,’ concluyó.

Uno de los soldados, que nunca había sido practicante, se le despertó la fe en ese momento y se dirigió a D-os, diciendo: “Si salgo de esto vivo, prometo colocarme los Tefilin todos los días.”

De repente, sin explicación, los egipcios retrocedieron y el grupo se salvó. Todos salieron ilesos menos el que hizo el trato con D-os. Perdió su brazo izquierdo.

No podía entender. Era como si D-os estaba burlándose de él, quitándole el brazo sobre el cual se colocan los Tefilin justamente luego de haberse comprometido a cumplir con el precepto.

Fue a ver a muchos rabinos en búsqueda de una respuesta, ninguna de las cuales lo tranquilizó. Finalmente llegó al Rebe de Lubavitch. Le contó su historia, pidiendo una explicación.

“Quizás es la manera de demostrarte que te quiere incondicionalmente,” dijo el Rebe. “Tal como un padre quiere a su hijo. No te salvó por lo que prometiste hacer, sino por quien eres: su hijo...”

En Rosh Hashaná expresamos nuestra subyugación al mandato divino no por miedo al rey, ya que es nuestro padre también, sino por la autoridad que tiene y el respeto que nos merece.

Al dirigirnos a nuestro padre y nuestro rey, reafirmamos nuestra condición de hijo y de súbdito y la dedicación a cumplir con la voluntad Divina que ambas condiciones implican.

Unetane Tokef

Una de las plegarias destacadas de Rosh Hashaná y Iom Kipur es Unetane Tókef, “Proclamemos la poderosa santidad del día...”, en la cual se describe en detalle el juicio Divino en el cual se juzga el destino de cada uno, tal como el pastor revisa su rebaño. Hay una historia estremecedora sobre el heroísmo demostrado por el autor de la plegaria, Rabí Amnón, y las condiciones extremas en las cuales la produjo. (Véala aquí: www.es.chabad.org/5050.) Tanto la plegaria como la historia detrás de ella sirven para conmover hasta la fibra más profunda, conscientizándonos de la seriedad de la situación y colocándonos en un punto por encima de las mezquindades de la vida.

Lectura de la Torá

El primer día de Rosh Hashaná leemos en la Torá sobre el nacimiento de Isaac, hijo de Avraham y Sará. Siendo Rosh Hashaná el Día de Recordación, leemos sobre cómo D-os recordó a Sará, dándole un hijo. El segundo día de Rosh Hashaná leemos sobre Akeidat Itzjak, la orden que D-os le dio a Avraham a sacrificar a su hijo único y querido, Isaac. Cuando estuvo a punto de cumplir con la orden, D-os lo paró y le dijo que fue nada más que una prueba para demostrar su dedicación incondicional a D-os.

Maljiot, Zijronot, Shofarot

Luego de escuchar el Shofar decimos la plegaria de Musaf en el cual citamos diez versículos que hablan de la coronación de D-os y Su realeza, conocidos como Maljiot, seguidos por diez versículos que hablan de Su recordación de nosotros, conocidos como Zijronot, finalizando con diez versículos que hablan del Shofar, conocidos como Shofarot. Luego de cada conjunto de versículos se pronuncia la bendición correspondiente y se hace sonar el shofar. Dichos versículos sintetizan la esencia de Rosh Hashaná y vienen a ser como la fundamentación teórica de los sonidos del Shofar.

Durante la repetición de la Amidá realizada por el Jazán, cuando llegamos a la plegaria de Aleinu Leshabeiaj nos posternamos para demostrar nuestra subyugación total frente a D-s al punto que nuestra cabeza (intelecto) y pies (accion) estan en el mismo nivel.

Lo crítico

Lo más importante de las plegarias es el sentimiento que hay en el corazón. D-os quiere el corazón de uno, más allá de las palabras.

Cuentan del Baal Shem Tov, que llegó una vez a un pueblo y pidió que lo llevaran a la sinagoga. Cuando llegó a la puerta, dijo: “no puedo entrar porque está llena de rezos”.

La gente lo quedó mirando con una expresión de confusión. ¿Para qué está la sinagoga sino para rezar?

El Baal Shem Tov no tardó en explicar lo que quiso decir. “Los sentimientos de amor y temor a D-os son las alas que elevan a las plegarias y las llevan a su destino. Cuando los rezos se dicen sin sentimiento, no van a ningún lado y se quedan aquí, llenando a la sinagoga hasta no dejar lugar para entrar...”

Con los mejores deseos para que sus rezos lleguen a destino y cumplan su cometido.

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