Januca conmemora la victoria macabea en el Antiguo Israel (139 A. E. C.) y el milagro del aceite de oliva utilizado para encender la Menorá del Templo que duró ocho días en lugar de uno sólo.

Veamos algunos aspectos interesantes de su historia, forma de celebrar y enseñanzas.

Los griegos, al conquistar el templo de Jerusalén prosiguieron a contaminar todos los aceites rituales hallados en el mismo necesarios para el encendido diario de la Menorá o candelabro ritual.

La pregunta es ¿por qué no destruir a los aceites directamente? ¿Por qué simplemente impurificarlos?

Una explicación es que el aceite, fuente de luz, representa la sabiduría. A los griegos no les molestó que los judíos se dediquen al aprendizaje y enseñanza de su sabiduría. Simplemente querían agregarle un “toque” griego. Querían erradicar la noción de que la Torá es Sabiduría Divina y esencialmente supraracional. No pudieron admitir la existencia de una verdad o autoridad por encima de la mente humana.

Ese detalle representa la esencia de la lucha de aquel entonces, ¿es la Torá de origen Divina o es simplemente una obra literaria, si bien fascinante pero de origen humana?

De ahí todo el énfasis en el aceite, su contaminación, la jarrita de aceite puro hallado y su duración milagrosa.

¿Por qué ocho días?

Siguiendo el tema del milagro del aceite, cabe preguntarse por qué se festeja ocho días en lugar de siete. Si los macabeos habían encontrado cantidad de aceite suficiente como para durar un día, al durar siete días más, ¿no implica que hubo milagro nada más que durante siete días?

El autor del Shuljan Aruj, Rabí Iosef Caro, en su comentario “Beit Iosef” hace esta pregunta y da tres posibles respuestas:

1) Al llenar la Menorá con el aceite, la jarra quedó milagrosamente llena;

2) Al encontrarse con una cantidad suficiente nada más que por un día, y sabiendo que demorarían ocho días en procurar un nuevo abastecimiento de aceite puro, dividieron el aceite en ocho partes, para poder encender la Menorá aunque sea un poco cada día. Milagrosamente ardió cada día el tiempo completo.

3) Llenaron la Menorá con todo el aceite que habían encontrado y al día siguiente se encontraron con que el aceite no se había consumido, repitiéndose este fenómeno durante ocho días.

En un análisis fascinante el Rebe de Lubavitch explica que la tercera respuesta ofrecida por R. Iosef Caro, se debe entender no como que el aceite se fue consumiendo un poquito cada día, sino que no se consumió para nada durante los ocho días. O sea el milagro consistía en que la llama se alimentaba del aceite sin consumirlo. No da el espacio de este artículo como para explicar cómo llegó a esta conclusión. Quiero, sí, compartir la enseñanza práctica que el Rebe extrae.

Las tres posibilidades en cuanto a en qué consistía el milagro se pueden reducir a tres fenómenos diferentes: 1) la cantidad del aceite se aumentó milagrosamente; 2) la calidad del aceite se densificó milagrosamente; 3) no hubo alteración ninguna ni en la cantidad ni en la calidad del aceite; el milagro consistía en la imposibilidad natural de que la llama se nutra del aceite sin consumirlo.

Si decimos que el milagro se produjo en el aumento de la cantidad del aceite, quiere decir que el milagro se produjo en un instante y luego no se podía percibir que se trataba de un milagro. Al ver la llama encendida no se percibe si se está alimentando de aceite natural o milagroso. Si decimos que el milagro consistía en la alteración de la densidad del aceite, implica que si bien el milagro se produjo en un instante determinado, su efecto se pudo percibir también después, ya que el aceite se consumía más lentamente que lo normal. Si decimos que no hubo alteración ni en la cantidad ni en la calidad del aceite, y la llama se nutría del aceite sin consumirlo, quiere decir que el milagro se produjo constantemente, ya que para que una llama no consuma al aceite del cual se nutre es totalmente anti natural.

Aplicado a nuestra vida personal:

Hay dos maneras de servir a D-os: 1) naturalmente; 2) milagrosamente. “Naturalmente” quiere decir de acuerdo a lo que entendemos y sentimos. “Milagrosamente” quiere decir más allá de los límites de nuestra comprensión y sentimientos.

Los judíos en la historia de Janucá, liderados por los macabeos, lograron resistir la oscuridad espiritual de aquel entonces al activar constantemente la dimensión “milagrosa” o supra-racional de su alma. De esta manera pudieron trascender los límites de sus consideraciones racionales y emocionales. Esto fue reconocido y reflejado en la manera en que D-os produjo el milagro del aceite, un milagro que trascendía total y constantemente los límites de la naturaleza.

Hoy en día vivimos una realidad similar a la de aquel entonces. Los valores espirituales del judaísmo están siendo atacados constantemente. La manera de no solo resistir sino también de conquistar el medio es por medio de activar la esencia misma de nuestro ser que trasciende cualquier límite que el limitado intelecto humano pueda llegar a imponerle. Esa esencia se activa por medio del estudio de la Torá; más específicamente por medio del estudio de la esencia de la Torá, el jasidismo.

Publicidad

Janucá es el único precepto que tiene un aspecto publicitario. La manera óptima de celebrar Janucá es encendiendo la Menorá al anochecer en la puerta o ventana de la casa que da hacia la calle, para publicitar el milagro de Janucá.

Hete aquí dos enseñanzas de vida importantes: 1) la manera de reaccionar frente a los momentos oscuros de la vida es prendiendo la luz; 2) hay que compartir nuestra luz espiritual también con el mundo que nos rodea.

En al año 1987, el Rebe de Lubavitch, zi”a, pidió que se prendan candelabros en plazas públicas para de esta manera llevar el mensaje de Janucá a un público aun mayor. Desde entonces, en el Uruguay como también en cada vez más comunidades en el mundo, se pueden ver estos símbolos de historia, lealtad y luz judías.