¿Por qué cuando buscamos un líder siempre nos inclinamos por personas carismáticas y llenas de encanto? Buscamos un líder que electrice a las masas, que dirija el gobierno, que comande el ejército y que interactúe con los otros jefes de estado. El ex presidente de los EE. UU., Bill Clinton, es un ejemplo perfecto. Él es una persona de mente brillante y de corazón compasivo, pero no fue elegido por su brillantez, fue elegido por su encanto.

Paradójicamente a nuestros maestros, que contribuyen con la sociedad en algo tan importante como formar el corazón y la mente de la próxima generación, no se les da el respeto que se merecen. Se los desprecia y, a menudo, hasta se los degrada. No honramos sus logros, y su salario no está en proporción con su contribución a la sociedad. La falta de respeto por los maestros es algo conocido.

Hoy quiero ir un paso más allá y hablar de los humildes, de los justos y de los piadosos. Estas personas son difíciles de identificar y de localizar porque se mantienen apartadas de los centros de atención; pero una vez que se las identifica, estas personas pueden y deberían transformarse en los pilares de la sociedad y ser aceptadas como mentores. Sin embargo, en lugar de esto, se les resta importancia y se las califica de ingenuas, irrealistas e irrelevantes.

Con respecto a este punto, retomo el tema de Bill Clinton. Cuando salieron a la luz sus indiscreciones durante el ejercicio del cargo, Norteamérica fue asaltada por un acalorado debate. Muchos sostuvieron que aquellos líderes que no mantienen un estándar moral no son aptos para la dirigencia. Otros sostuvieron descaradamente que el liderazgo tiene muy poco que ver con la moralidad y muchísimo que ver con una administración idónea.

Esta es la mentalidad que hace que los niños idolatren a los atletas, que ni siquiera terminaron la escuela secundaria, y a los héroes de las películas, que cayeron en la drogadicción. ¿Por qué habríamos de esperar algo diferente de nuestros hijos cuando todo el tiempo nos escuchan pontificar la falta de importancia de la moralidad?

No obstante, tenemos que saber que no siempre fue así. Moisés fue elegido para que fuera el pastor del pueblo por su compasión. Di-s vio cómo él fue tras una ovejita que daba vueltas por el desierto en busca de agua. La llevó de regreso entre los brazos mientras le murmuraba: “Si hubiera sabido que tenías sed, te habría dado de beber agua”[1].

Cuando Saúl iba a ser ungido rey, nadie lograba encontrarlo. Buscaron y buscaron, y finalmente, lo encontraron oculto en un armario. Él era una persona muy humilde y no quería ocupar el cargo, que era precisamente la razón por la que Di-s lo eligió[2].

La elección divina del rey David sorprendió, incluso, al profeta Samuel. David no era ni alto ni fuerte ni ancho de espaldas como sus hermanos, ni tampoco daba la apariencia de que poseía virtudes para la guerra. Pero Di-s lo eligió por su alma, no por su físico. “El hombre ve con los ojos”, reprendió suavemente Di-s a Samuel, “pero Di-s ve dentro del corazón”[3].

Las vestimentas sacerdotales

Ahora, vamos a tratar de entender un versículo muy curioso referido a las vestimentas sacerdotales y, para eso, vamos a tener en cuenta lo dicho anteriormente.

Al principio, Di-s le mandó a Moisés: “Harás vestimentas sagradas para tu hermano Aarón, para su honor y para su gloria”. Luego, en el versículo siguiente, parecería que Di-s cambió de planes: “Y hablarás a todos los hombres sabios de corazón, a quienes he llenado de espíritu de sabiduría, y ellos harán las vestimentas de Aarón”[4].

Entonces, ¿quién tenía que preparar las vestimentas? ¿Moisés o lo sastres sabios? Asimismo, no se entiende si estas vestimentas debían ser sagradas o no. A Moisés, se le ordenó que hiciera vestimentas sagradas, pero la palabra “sagrada” fue omitida de la descripción de las vestimentas que Di-s les mandó coser a los sastres[5].

Algunos sugieren que Di-s se estaba refiriendo a dos conjuntos de vestimentas: uno hecho por Moisés, y otro hecho por los sastres. Moisés hizo las vestimentas para el alma, y los sastres hicieron las vestimentas para el cuerpo[6].

La vestimenta es el medio a través del cual nos expresamos. Nos vestimos en forma casual para que los demás se sientan cómodos y nos vestimos más formalmente para transmitir una idea de competencia profesional, nosotros hablamos a través de la ropa que nos ponemos.

El alma también necesita vestimentas. El alma desnuda es una energía espiritual cruda que no puede expresarse en el mundo físico sin una vestimenta apropiada, que es la que va a ser de intermediaria entre lo material y lo espiritual. Nuestros sabios enseñaron que la humildad y el temor reverencial son las vestimentas de los justos[7].

Di-s seleccionó a Aarón para el puesto de sumo sacerdote precisamente porque era un modelo de humildad y, a la vez, de temor. Pero aun así, para ser el sumo sacerdote Aarón iba a tener que elevar su humildad y su temor a un nivel más alto. Iba a tener que mejorar estos atributos y vestir ropas más encumbradas. Moisés era el mejor candidato para hacer esas vestimentas para Aarón (o, más precisamente, para modelar estos atributos para Aarón), porque Moisés era el hombre más humilde y el más temeroso de Di-s que existía sobre la tierra[8].

Este es el primer juego de ropa, el que se le ordenó a Moisés que le tejiera a Aarón. Estas vestimentas internas son sagradas, y ellas embellecieron el alma de Aarón y le dieron a la nación motivos para que lo ungieran y lo siguieran. Las vestimentas externas, que fueron cosidas por los sastres, estaban hechas de un material físico y le cubrieron el cuerpo con dignidad, confiriéndole un aura de prestigio. Pero esos eran solamente los accesorios del sacerdocio y no la causa principal. Los líderes tienen que designarse por su carácter y su piedad, no por su dignidad y su prestigio[9].

El equilibrio

Aun así, las vestimentas externas son un accesorio muy importante. Si Aarón se hubiera puesto solamente sus vestimentas interiores, pero por afuera hubiera vestido ropa común, nadie se hubiera percatado de su piedad, y no se le hubiera conferido respeto durante su sacerdocio. Por eso, se requiere que los líderes lleven también vestimentas externas que confieran honor y prestigio.

Y también viceversa. Cuando los líderes usan solamente vestimentas exteriores y no ponen de relieve la importancia de su humildad y su piedad, quedan atrapados, únicamente, en su poder y su autoridad y pronto se olvidan de la razón por la que fueron elegidos. Seguramente, no pasará mucho tiempo antes de que estas personas maravillosamente piadosas se vuelvan arrogantes y altivas y corruptas[10]. El requisito de que los líderes sacerdotales se enfoquen constantemente en sus vestimentas internas servía para reforzar su piedad y su humildad porque les recordaba su mandato de servir tanto al pueblo como a Di-s.

La Torá se toma el trabajo de enseñarnos que cuando uno se preocupa solo por una de estas dos clases de vestimentas y no por la otra, entonces, eso no conducirá a nada. Únicamente cuando se alcanza el equilibrio deseado entre el crecimiento interno y el liderazgo externo, las naciones y los líderes pueden tener éxito[11].



[1] Éxodo Rabá 2: 2.

[2] I Samuel 2: 2.

[3] Ibíd 16: 7. Se cuenta que el Jafetz Jaim (Rabí Israel Meir Kagan, 1838-1933) le pidió a un cierto alumno que aceptara un puesto de rabino y líder espiritual de una cierta comunidad judía. Cuando el alumno se quejó de que no era digno para tal puesto, el Jafetz Jaim le respondió: “¿Y a quién quieres que envíe, a alguien que piensa que sí es digno?”.

[4] Éxodo 28: 2-3.

[5] También nos preguntamos por qué las prendas que se le ordenó coser a Moisés eran “para su honor y para su gloria”, pero no se menciona lo mismo con las prendas cosidas por los artesanos. Véase nota 9.

[6] Véase comentarios de Divrei Israel, Malbim, Maharam Shick, Ketav Sofer y otros sobre estos versículos.

[7] Avot 6: 1. Maharam Shick ofrece una explicación alternativa para las vestimentas internas, basándose en Zejaria 3: 3-4 y el comentario de Rashi ad hoc. En esos versículos, se describe metafóricamente a las buenas acciones como “vestimentas limpias” y a los pecados como “vestimentas sucias”. Por lo tanto, el Maharam Shick sugiere que se le ordenó a Moisés que le enseñara a Aarón santificarse con buenas acciones y adoptar rasgos de santidad.

[8] Véase Números 12: 3 y Deuteronomio 10: 12.

[9] El Divrei Israel añade que (como se notó en la nota al página 5), las prendas que hizo Moisés le confirieron a Aarón “honor y gloria” mientras que no se hace tal descripción para las prendas hechas por los artesanos. El honor les es conferido a los humildes, como dice la famosa sentencia de los sabios talmúdicos: “Aquel que huye del honor, es honrado”. La gloria es también la recompensa para aquellos que temen a Di-s porque con el temor a Di-s llega el reconocimiento de Di-s y, por lo tanto, de Su gloria. El comentario Or haJaim explica que el Zohar conecta la palabra “honor” con el Tetragramaton, y la “gloria” con al nombre divino A-donai. El Zohar también explica que las cuatro vestimentas de los sacerdotes comunes representaban el nombre A-donai y que las cuatro vestimentas adicionales del Sumo Sacerdote representaban el Tetragramaton. Usando esta lógica, él explica el uso de la frase “honor y gloria” con respecto a las vestimentas sacerdotales.

[10] Véase Ketav Sofer para obtener un matiz levemente diferente. Él explica que las vestimentas externas le recuerdan al sacerdote aquello que significan, o sea, las vestimentas internas.

[11] Esto se aplica a los líderes nacionales y también al liderazgo de una nación entre otras naciones. Si esta aspira a un puesto de liderazgo, primero debe enfocarse en sí misma y sentar un buen ejemplo. Recién cuando logra el éxito en su propio gobierno puede obtener credibilidad con las demás naciones y servir de influencia.