El calendario judío tiene la particularidad de estar compuesto de fechas que no solamente representan y conmemoran hechos históricos, sino que vuelven a experimentarse año tras año.
Rosh Hashaná no es sólo una fecha en que conmemoramos la creación del mundo, o más precisamente, la creación del hombre, sino que en cada Rosh Hashaná vuelve a suceder lo que sucedió en el primer Rosh Hashaná.
La esencia de lo que sucedió el primer Rosh Hashaná de la historia es que D-os fue coronado como Rey del Universo. El hombre, el único ser que goza de la facultad del libre albedrío convocó a toda la creación apenas abrió sus ojos y proclamó la soberanía de D-os y el deber de servirlo.
Todos los años volvemos a coronar a D-os como rey, formalmente por medio de hacer sonar el Shofar e informalmente por medio de asumir su soberanía en nuestra vida particular.
La primera parte, proclamarle a D-os como Rey del Universo, es relativamente fácil, es la segunda parte, proclamarlo como Rey en la vida personal, la que resulta más desafiante.
Cuentan de un judío ruso que fue visitado un día por la autoridad comunista de su vecindario.
“Si tuviera 1.000 caballos ¿que harías con ellos?”
“Los donaría todos para la Madre Patria.”
“Si tuvieras 10.000 gallinas ¿qué harías con ellas?”
“Si tuvieras 100 casas ¿Qué harías con ellas?”
“Pues, tienes suerte. No se te va a pedir tanto. Sólo necesitamos Un caballo, 2 gallinas y una casa.”
“¡Nooooooooooo! ¡Por favorrrrrrrrr!”
“Pero ¿cuál es el problema? ¿No dijiste que estarías dispuesto dar mucho más?”
“Claro que dije. Pero lo que Uds. me piden es lo que realmente tengo.”
Es fácil regalar lo que uno no tiene. El verdadero desafío es dar lo que uno sí tiene.
Cuando hablamos de “coronar” a D-os como rey del universo, y queremos ser sinceros al respecto, debemos encontrar las áreas de la vida personal que deben ser encausadas para la causa Divina. Para algunos es el dinero, para otros es el tiempo, y para un tercero será la comodidad. Cada uno tiene recursos que puede optar por usarlos para su propio beneficio o para la causa Real.
En el momento en el cual hacemos sonar el Shofar para proclamar la coronación de D-os como Rey del Universo, es el momento en el cual cada uno le hace eco en su propia conciencia, tomando resoluciones para el año entrante.
Así que, en realidad, el Rosh Hashaná de cada año es diferente a los demás porque en cada Rosh Hashaná el balance personal es diferente. Cada año uno tiene otro tipo y cantidad de recursos para poder dedicar al Rey.
Año Sabático
El año entrante, 5775, es un año sabático o Shemitá en el cual, por orden Bíblica, se suspende toda actividad agrícola en Israel. No se ara, no se siembra y no se comercializa toda la producción de la tierra. Todo lo que produzca la tierra durante el año es Héfker, o sea sin dueño. Todos pueden entrar y llevarse las frutas que quieren consumir. Liberado de sus responsabilidades agrícolas el campesino puede dedicarse al estudio de la Torá y al crecimiento espiritual personal.
El objetivo de este precepto es recalcar cada siete años que D-s es el dueño de la Tierra. Nuestra tenencia es limitada.
Pruzbul
El año de Shemitá anula todas las deudas privadas. Hay distintas opiniones halájicas en cuanto a cuándo es que se suspenden las deudas, si es al iniciarse el año o al concluirse.
El sabio Hillel, al ver que la gente dejó de prestar dinero por miedo a perderlo por la anulación de las deudas en el año sabático, instituyó el sistema de Pruzbul por medio del cual uno transfiere sus deudas personales a la corte y ellos lo designan como cobrador de estas deudas, ahora públicas. Es un proceso muy simple que se realiza antes de la vìspera de Rosh Hashaná. Consulte con su Rabino de cabecera.
Tres días sagradas por tres
Este año tiene la particularidad de que comienza con tres días sagradas en vez de sólo dos. Si bien Rosh Hashaná consiste de dos días, este año al coincidir con los días jueves y viernes resulta que en seguida, apenas terminado Rosh Hashaná, entramos al día de Shabat. Iniciamos el año, entonces, con tres días de Kedushá, tres días sagrados seguidos. En realidad este fenómeno se repite - fuera de Israel - dos veces más este año por coincidir también los primeros dos días de Sukot con jueves y viernes, entrando en seguida a Shabat y una tercera vez con Shemini Atzéret y Simjat Torá.
¿Qué implicancias prácticas tiene esto para nosotros?
La tarea del hombre es consagrar la vida. La manera de consagrar la vida es por medio de pensar, hablar y hacer las cosas de una manera que concuerde con la voluntad Divina. Según la Torá, no sólo las cosas se pueden consagrar, inclusive el tiempo se puede consagrar. Los días Shabat son días sagradas, como también los días festivos como por ejemplo Rosh Hashaná.
Los días sagradas nos cargan con la fuerza necesaria para poder consagrar a las actividades realizadas en los días mundanos.
Rosh Hashaná quiere decir Cabeza del Año. Es más que simplemente el comienzo del año. Tal como la cabeza del cuerpo, Rosh Hashaná influye en el bienestar y carácter de todo el año que le pertenece.
El hecho de que la cabeza del año empiece con tres días sagradas hace que el año sea más permeable a lo sagrado. Este año tenemos más fuerza para transformar lo mundano en sagrado.
Según el judaísmo, cuando algo sucede tres veces seguidas esto asienta una Jazaká o un “antecedente” legal. Por ejemplo si uno vive en una propiedad durante tres años seguidos es de suponer que es suyo. Si un animal ataca tres veces es de suponer que es un animal agresivo y uno es responsable para tomar las medidas necesarias para evitar que haga daño. El hecho de que haya tres días sagrados seguidos crea un antecedente y Jazaká de santidad y más cuando dicha jazaká se repite tres veces, como mencionamos.
Así que por todo lo antedicho, siendo un año sabático que comienza con tres en lugar de dos días de santidad, tres veces, tenemos fuerzas extraordinarias para poder lograr un año de muchos logros y contenido espirituales.
Aprovechémoslo.
Ketivá Vajatimá Tová, LeShaná Tová Umetuká.
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