Adán y Eva ¿eran judíos?
Mi pregunta se debe a que el calendario judío parece que aborda exclusivamente la historia y la experiencia judías: en Pesaj, celebramos nuestra liberación de Egipto; en Shavuot, recibimos la Torá en el Sinaí; en Iom Kipur, Di-s nos perdonó por el pecado del Becerro de Oro; y en Sucot, se evoca la protección divina que recibimos durante nuestra travesía en el desierto.
La lista continúa: Simjat Torá, Januca, Purim, Lag BaOmer,Tishah B’Av. Prácticamente, todas nuestras fiestas, festividades y fechas especiales tratan ‒sin lugar a dudas‒ de sucesos judíos relacionados con nuestra vida como judíos.
Sin embargo, hay una significativa salvedad: la festividad de Rosh Hashaná, que marca el cumpleaños de los dos primeros seres humanos, Adán y Eva, que caminaron la tierra algunos 2000 años antes que naciera el primer judío y cerca de 2500 años antes de que se nos proclamara un pueblo en el Monte Sinaí.
Y Rosh Hashaná es claramente más que un “Día de Reconocimiento de los Goyim”. Como su nombre proclama, es la cabeza del año judío. Y como señalan los maestros jasídicos, la cabeza de algo es su componente principal y el más abarcador.
Nosotros, el pueblo judío, tenemos la reputación de ser un grupo aislado. Nos paramos frente a Di-s como judíos, nos relacionamos con otros como judíos, estudiamos, oramos y hacemos actos de generosidad como judíos. Nacemos, nos casamos, morimos y somos enterrados como judíos. Mantenemos nuestra calidad de judíos para nosotros mismos: a diferencia de la mayoría de las religiones e -ismos, no estamos interesados en convertir a los no judíos al judaísmo. Si la gente demuestra un interés, intentamos persuadirlos de lo contrario.
Entonces, ¿por qué la “cabeza” de nuestro año es la única festividad que relaciona a la humanidad como un todo?
Sin embargo, el judaísmo sí tiene un mensaje universal, uno que es fundamental ‒de hecho primario‒ a nuestra identidad como judíos. En las palabras de nuestros sabios, la urbanidad (derech eretz) precede a la Torá.
Mucho tiempo antes de que los Hijos de Israel recibieran la Torá con sus 613 mitzvot, Adán y Eva recibieron las leyes fundamentales de la civilización. Luego, estas fueron reiteradas a Noé y a sus hijos; y se conocieron como las “Siete leyes noájicas”. Y cuando nos detuvimos en el Sinaí para recibir nuestras mitzvot, también se nos dio la tarea de prevalecer sobre todos los habitantes del mundo mediante la aceptación de las leyes que les fueron dadas a los Hijos de Noé. (Maimonides' Mishné Torá, Laws of Kings, 7: 10).
El Código noájida no es una “religión”. No se trata de un judaísmo simplificado para no judíos. Más bien, se trata del proyecto de Di-s para la civilización, una base sobre siete puntos para la construcción de una sociedad en la tierra que sea justa, moral y ética. Las Siete Leyes incluyen principios tales como: No matar a tu prójimo. No robar. Ser fiel a tu cónyuge. Respetar las criaturas de Di-s. Mantener la justicia.
Donde se torna interesante es con las primeras dos leyes: la creencia en Di-s y la prohibición contra la blasfemia.
Tengo una confesión que hacer: algunos de mis mejores amigos son ateos. Ya los puedo escuchar diciendo: “En mi libro, cuando se introduce a Di-s, eso es religión, no es ni moral ni ética. Se puede ser una persona moral, también, aun si no se cree en Di-s o se lo respeta”. Pero el principal objeto del Código noájico es que no hay moral sin Di-s. El humanismo no basta.
Cómo se piensa en Di-s, cómo se comunica uno con Di-s, cómo sirve cada uno a Di-s, eso es entre Di-s y cada uno. Eso es religión. Eso no es de lo que estamos hablando. Estamos hablando de la premisa básica de que el mundo tiene un Jefe. Que respondemos a una autoridad mayor que nosotros. Que el Uno que creó la vida humana también fijó las reglas para esa vida y las hace cumplir.
Esto ‒el Código noájico insiste‒ es la única base viable para un mundo civilizado.
Unas pocas semanas atrás, la terrible realización nos chocó con la fuerza de una tormenta de Categoría Cinco: ¡Cuán delgada es la fachada de la civilización! ¡Cuán rápido se desmorona cuando se le quitan los soportes artificiales!
Esto es lo que se necesita en este gran país nuestro para mantener a raya la ley de la selva: policías que vigilen lo que hacemos, y una policía para asegurar que la policía se presente a trabajar en la mañana. Oh, y un par de otras cosas importantes: luces eléctricas para que los policías nos puedan ver, y calles transitables para que nos puedan transportar a la cárcel.
Apaguen las luces, inunden las calles y desactiven los marcadores en las estaciones de policía, y cinco mil años de civilización se evaporan en una hora. El fuerte se apodera del débil, saquea y viola, simplemente, porque puede.
Tengo otra confesión: algunos de mis mejores amigos son snobs culturales. Los puedo escuchar diciendo: “¿Dices que la civilización se arruinó? ¿Llamas a esas personas civilizadas? ¿Van a la ópera los miércoles por la noche? ¿Han leído a Voltaire? ¿Se reúnen en sus casas por las noches para discutir a los grandes filósofos morales de las escuelas racionalista y humanista? Estas personas han vivido en la pobreza y depravación toda su vida. Nada ha cambiado. Es tan solo que antes del huracán, el crimen y la miseria en sus guetos seguía ciertos patrones conocidos y eran contenidos por los informes de la policía y las estadísticas del gobierno. Lo que te sorprendió no es más de lo mismo, sino los marcos de referencia habituales. Eso es todo…”.
Miremos hacia atrás, no tres semanas sino cien años. Pregunta: ¿Qué país tenía más filósofos morales por kilómetro cuadrado que ningún otro antes o después? Respuesta: Un gran país de Europa del oeste que comienza con la letra A. Pregunta: ¿Qué país orquestó, simplemente, una generación después una operación altamente eficaz ayudada por tecnologías sofisticadas y acompañada de los compases de Wagner que se convirtieron en los actos más horrendos de tortura y masacre en la historia de la humanidad? Respuesta: el mismo lugar.
Es bastante lógico. Como decían los ancestros, no puedes levantarte tomando un mechón de tu propio pelo y jalando hacia arriba. Nada que provenga de lo humano podrá trascender lo humano. Una filosofía concebida por la mente humana será elegantemente refutada ‒o evitada‒ por la misma mente al servicio de sus propios instintos.
La moral y la ética ‒la noción de “Quiero hacer esto pero no lo haré porque es incorrecto” y “No siento ganas de hacerlo, pero lo haré de todas formas porque es lo correcto”‒ pueden ser ejecutadas de forma temporal por la tesis de un filósofo o el arma de un policía. Pero no por mucho tiempo.
En Rosh Hashaná, recordamos y le recordamos al mundo que Di-s creó al hombre y la mujer, Di-s les dio el don de la vida, y Di-s impuso las reglas: respeta la vida, la familia y la propiedad de tu prójimo, trata con bondad a las criaturas de tu planeta, haz caridad y defiende la justicia. No lo hagas simplemente porque le encuentras un sentido o porque crees que “es lo correcto”, hazlo porque eres súbdito de Di-s y aceptas los decretos de tu Soberano.
Esta es la fuente de nuestra existencia. Sin esto, no hay nada.
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