(Traducción libre)

Saludo y Bendición,

En respuesta a su pregunta:

Además del judaísmo fiel a la Torá también existen en el seno del pueblo judío otras corrientes filosóficas, hacia las que se inclinan algunos de mis amigos. Estos caminos diferentes me confunden. ¿Cuál debo tomar?”

Una observación cuidadosa de estos principios filosóficos nos llevará sin duda a la conclusión de que se basan en el compromiso y el sacrificio de principios en aras de la comodidad, y en la “adaptación” -de un modo ligero y superficial- a una época o un lugar determinados.

El resultado de una postura tal es, en primer término, que el hombre comienza a hacer concesiones. Deja de aferrarse a los principios sagrados de la fe sincera y la ley Divina, y a partir de ahí se hace difícil predecir dónde acabará este proceso de concesiones. Por naturaleza, desde el momento en que el hombre acepta por principio hacer concesiones en materia de fe, eso mismo lo llevará a verse continuamente arrastrado hacia las concesiones y los “acuerdos”, en tanto sus remordimientos por ello irán en paulatina disminución.

En segundo término, un proceso como éste reducirá la estima del hombre por la fe, a sabiendas de que cada cual puede hacer de la religión judía lo que le plazca. Uno recortará por un lado, otro por el otro. ¡¿Qué valor puede atribuírsele a una fe como ésta, y qué fuerza tiene?! Lo que es más, paralelamente con este proceso se verá afectada también la autoestima del hombre, al reconocer su debilidad personal y su falta de valor para aferrarse a su fe, la fe de los de su pueblo. Todas estas cosas provienen de su tendencia por procurarse una “vida fácil”.

Un gran hombre dijo cierta vez: “Entre dos ciudades, las vías del ferrocarril se extienden en línea recta a lo largo de muchas millas, y al maquinista le resulta muy fácil conducir la locomotora por la vía correcta; mas, a medida que se va aproximando al destino final, la estación, las vías comienzan a ramificarse. Surgen vías laterales, conducir se torna más complicado, y se requiere, por lo tanto, la máxima atención para elegir la vía correcta”.

A lo largo de miles de años de historia de nuestro pueblo, resultó relativamente fácil vislumbrar la “vía correcta” del judaísmo, la única que se extendía ante nosotros. Ahora nos aproximamos al final de la travesía. La venida del Mashíaj y el fin de la diáspora están efectivamente cerca, y los caminos y senderos diversos se hacen más numerosos y ramificados.

Debemos tener extremo cuidado al elegir la vida correcta, que ha de conducirnos a la “estación”. Porque, un poco más y habremos llegado.

Con bendición, M. Schneerson