Hola, rab:

La Torá enseña sobre el perdón de Di-s, pero no me siento perdonado y no puedo ni perdonarme a mí mismo. ¿Cómo venzo de una vez por todas a esta inclinación malvada? ¿Cómo que Di-s me ha perdonado? ¿Cómo me perdono a mí mismo?

Me deprimo y no quiero rezar, aprender ni hacer nada, porque estoy tan avergonzado y preocupado que no merezco presentarme ante Di-s. Agradezco cualquier ayuda que pueda ofrecerme.

—Gill T.

Hola, Gill:

Eva se metió en problemas por hacerle caso a una serpiente. Debería haberla ignorado, como si no existiera. Sin embargo, le dio el reconocimiento que la serpiente esperaba, y luego un poco más, y después… bueno, ya sabes lo que ocurrió. Luego de Eva, sus hijos volvieron a caer en la misma trampa, una y otra vez, de la misma manera: le dieron un crédito inmerecido al llamado de un reptil que de lo contrario hubiera permanecido impotente.

Luego de un tiempo, alguien lo entendió. Dijo: “Eh, si sólo ignoro a esta tonta serpiente, ¡es probable que se vaya!”.

Entonces lo intentó, y primero la serpiente gritó más fuerte y se volvió más mala y más jutzpadik. Pero ignoró a la serpiente aún más, y con el tiempo se convirtió en un maestro puro e iluminado. Otras personas comenzaron a aprender de él, y pronto hubo más de estas almas puras. Entonces la serpiente se desesperó y trató de confabular, probó con más trucos astutos y engañosos para llamar la atención. La gente también los entendió.

Pero en un momento a la serpiente se le ocurrió un nuevo truco: se disfrazó de un ser muy piadoso y sagrado, justo lo que todas estas personas querían ser. Y funcionó. Pudo derrotar a miles de personas honradas en pocos días.

El disfraz funcionó tan bien que incluso le puso un nombre. Y aún lo usa hoy en día. Lo llama “culpa”.

Ahora sabes la verdad: la culpa no es más que veneno de serpiente. Y la misma estrategia que funciona con la serpiente funciona con la culpa: ignórala. Llévate bien con la vida. Haz el bien y dale la espalda al mal. Siente arrepentimiento, derrama algunas lágrimas, decide no volver a caer en la misma trampa, y luego vuelve a levantarte y no dejes de moverte. Si has hecho eso, Di-s te ha perdonado; ¿por qué entonces no te perdonarías tú mismo?

Y si en el camino te cruzas con una serpiente que levanta la cabeza y te llama pecador, ignórala. Eva ya cometió ese error. A esta altura, tenemos que haber aprendido algo.