La Torá nos ordena "No se hallará levadura en vuestras casas..." (Éxodo 12:19), y para la Idishe Mame​ es la excusa perfecta para hacer trabajar a todos los miembros de la familia.

Año tras año, en la limpieza para la fiesta de Pesaj me siento nuevamente una niña. Me emociona encontrar objetos olvidados en los bolsillos (por más que sean 20 pesos), me entusiasma apreciar los muebles relucientes y la ropa ordenada por talle y color, renovando la fe de que lograremos mantener el orden a partir de ahora. Descubro fotos viejas (de antes de la era digital), vuelvo a doblar ropa que aún sigo guardando con la esperanza de volver a mi talle de soltera. En fin… ahora la comprendo a mi mamá.

Aprovecho también estos días para sacar al sol sentimientos reprimidos hace mucho. Sentimientos de culpa y temores arraigados en lo más profundo de mi corazón. Algunos recuerdos que quise olvidar y otros que ni siquiera supe que existían.

No es fácil desechar lo que ya no necesitamos, pero soy consciente de que para poder sentirme libre en la noche de Pesaj, debo pasar por este proceso.

El alivio posterior a la limpieza (interior), se refleja en la paz que se vive en el hogar.

La tranquilidad de sentir que así como Di-s nos liberó de Egipto años atrás, me liberará también a mí de mi propia esclavitud, logrando una mejor versión de mí misma, aceptándome con cariño como el hermoso ser que soy y que Di-s mando a este mundo.

Y hasta que ese milagro ocurra, vuelvo a la limpieza de la casa con mucha dedicación para poder estar lista para este Pesaj.